HAY QUE ACLARAR que actualmente la ciencia genética permite hacer rastreos muy serios y rigurosos sobre los orígenes y evolución racial de las poblaciones del planeta. Según las conclusiones generalizadas, todos los seres humanos procedemos de una línea, materna y paterna, única, que geográficamente puede ser situada, en su núcleo central, en la región nororiental de África. De ahí -Etiopía, Kenya, Tanzania...- partieron los ancestros del Homo sapiens -hasta hace poco, la biología utilizaba el nombre trinomial "Homo sapiens sapiens" para nuestra especie, pero más recientemente se ha descartado el nexo filogenético entre el Neandertal y la actual Humanidad, por lo que se usa exclusivamente el nombre binomial. Desde ese punto de partida, la colonización de todo el planeta fue relativamente rápida sustituyendo gradualmente a poblaciones anteriores. En África, pues, de Este a Oeste siempre, en un caudal genético que circuló por el fértil Sahara y que se introdujo, desde el Sur, en el continente europeo, según las teorías más aceptadas.

Un estudio publicado recientemente del Departamento de Genética de la Universidad de La Laguna, realizado sobre 652 personas de todas las islas, revela que, genéticamente, la herencia guanche persiste. Concretamente con un 30 a un 40% de influencia genética aborigen por vía materna y un 10% por vía paterna, que podría estar en consonancia con el modo en que se produjo la Conquista de las Islas, donde hubo más supervivencia de mujeres aborígenes y donde los conquistadores fueron fundamentalmente varones.

La pretendida exactitud de cualquier estudio de este tipo depende de la categoría de los investigadores y de los muchos parámetros equilibrados de los que hay que partir previamente. Por ejemplo, las tomas y lecturas del ADN deben contener muestras de las diferentes oleadas de pobladores guanches que desde el primer milenio antes de Cristo y hasta el siglo IV después de Cristo pudieron llegar a las Islas. También, la elección de, en este caso, las 652 personas que componen la extracción moderna sobre la que se realiza el chequeo tiene que cribarse previamente con un método de selección para determinar la representatividad poblacional.

Dicho lo cual, no cuestionando nada por supuesto, partimos de dos cosas claras: una, la genética, la procedencia, la etnia antigua o ancestral de un colectivo ya define poco una realidad. La revolución del transporte anuló en las últimas décadas las fronteras, y el racismo perdió todas las guerras. Somos ciudadanos del mundo, hay una continuada mezcla entre todas las poblaciones y cada uno pasa por ser único e irrepetible. El análisis del pedigrí personal es posible que sea un buen ejercicio de conocimiento de raíz familiar, pero en la identificación como grupo intervienen otros demasiados factores. Hay un porcentaje altísimo de suecos con procedencia no nórdica. Afroamericanos tan americanos como Obama y canarios chinos o de Sebastopol; dos: este reducido escrito en el que toco un tema que me apasiona como aficionado, es pequeño y en la columna sólo hay deseo de compartir una curiosidad poco sospechosa.

Investigadores de la Universidad de La Laguna (ULL), del Instituto de Patología e Inmunología Molecular de la Universidad de Porto (Portugal) y del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Santiago han estudiado el cromosoma "Y" de restos dentales humanos de Canarias, y han determinado el origen y evolución de linajes paternos desde la época prehispánica hasta la actualidad.

Estudios previos del ADN mitocondrial en la población actual demostraron una notable pervivencia de linajes aborígenes, donde la aportación europea es entre un 36 y un 62 por ciento.

La explicación dada de la diferencia entre linajes de hombres y mujeres canarios surge a raíz de las diversas aportaciones de las poblaciones parentales, y, sobre todo, por la colonización europea. Durante este periodo, las uniones entre hombres y mujeres se producían más entre hombres ibéricos y mujeres guanches, "debido a la mejor posición social de los primeros comparados con los varones aborígenes". A esto se añade la mayor mortalidad sufrida por los aborígenes varones, que fueron desplazados por los conquistadores.

La contribución ibérica y europea al patrimonio genético masculino actual creció desde el 63% durante los siglos XVII y XVIII hasta el 83% en la actualidad. Paralelamente, los genes de aborígenes varones disminuyeron del 31% al 17%,. En cuanto a las mujeres, la aportación europea es más constante, ya que ha pasado del 48% al 55% y la aborigen del 40% al 42%.