EL 24 DE AGOSTO tenían que haber entrado en el Registro del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz los papeles que contienen la moción de censura presentada por los grupos municipales de CC y PP contra el gobierno socialista que presidía la hasta ahora alcaldesa, doña Dolores Padrón. El acuerdo, por el que se ha esperado dos meses, se tomó el día anterior en reunión de los representantes de los partidos citados. Tras la presentación de la aludida documentación, hasta dentro de los diez próximos días hábiles no se podrá convocar la sesión plenaria que despedirá, sin cohetes, a doña Lola de su poco afortunado reinado y se dará entrada al trono municipal al que lo ocupó con anterioridad y fue insólitamente destituido por un estrambótico pacto contra natura de populares y nacionalistas (PP y CC): don Marcos Brito, muy querido amigo desde que, después de haber sido primer teniente de alcalde con el querido, malogrado e inolvidable Antonio Castro García, ostentó luego la Alcaldía portuense y continuó entonces la admirable labor de quien fue uno de los mejores alcaldes que ha tenido el Puerto.

Como la señora Padrón gobernaba en minoría tras la parodia de golpe de Estado "local" de la afortunadamente cesada edil (o edila, según la ministra Chacón) doña Eva Navarro, su destitución estaba cantada. Y aunque personalmente creo que no lo hizo mal del todo y, por lo menos, tuvo buenas intenciones en su quehacer, la forma de entrar en la Alcaldía y algunas decisiones, como su postura ante los pescadores, le hicieron perder popularidad.

Comenta, en su habitual y siempre acertada columna, mi querido y admirado compañero Andrés Chaves que hay actualmente en el Puerto, donde nació y sobre el que ha escrito mucho Chaves, un clima de violencia. Es verdad y muchos, en especial los que queremos a esa ciudad y la transitamos con frecuencia, lo notamos. El Puerto hoy no es aquella población, aquellas gentes que recibían a los forasteros como a vecinos y nos envolvían en un ambiente de familiaridad y afecto, que creo yo era una de los mayores atractivos, incluso para el turismo, de los hombres y las mujeres portuenses.

La política rompe todos los moldes. Alcaldes como el citado Antonio Castro, don Isidro Luz, Felipe Machado del Hoyo, Felipe Machado González de Chávez (que llamábamos "Felipe II"), Paco Afonso y hasta el querido amigo y compañero de oficio Salvador García daban una estampa del Puerto inigualable. Nadie era allí forastero.

Mandé una vez un campamento del Frente de Juventudes en la playa de Martiánez y no puedo olvidar la acogida de la juventud y de toda la gente portuense. Bailé, con naturales y con extranjeras, en el "Rancho Grande" y asistí, en la tarde de los domingos, a aquel bar de la avenida de Colón donde cantaban los visitantes y actuaba un famoso pianista cuyo nombre no puedo recordar porque, como casi siempre, me falla la memoria. No se conocían rivalidades políticas; sólo deportivas, como en todos los pueblos, y el ambiente era de cordialidad tirando a lo festivo; sin olvidar certámenes como los festivales de la Canción del Atlántico, las semanas de cine, los Carnavales de Düsseldorf, los cursos de español para extranjeros y otras actividades culturales. Invito y pido a mi viejo amigo Marcos Brito que dé marcha atrás en la historia y haga lo posible por hacer renacer de sus cenizas aquel idílico Puerto de la Cruz del cual tanto disfrutamos juntos.