LA DOBLE crisis, inmobiliaria y financiera, que viene atenazando la economía mundial desde comienzos de 2008 ha obligado a los Estados y a las organizaciones internacionales a adoptar medidas excepcionales dirigidas, ante todo, a evitar el colapso del sistema financiero internacional. Sólo en el ámbito de la Unión Europea, las instituciones y los Estados miembros han asignado la impresionante cifra de 3,7 billones de euros, muy superior al presupuesto anual de la Unión, a apuntalar instituciones financieras en dificultad. Los Estados, por su parte, se han comprometido también individualmente a conceder ayudas excepcionales a sectores, como el del automóvil, amenazados de crisis inminente.

Todo este conjunto de medidas, dirigidas a apuntalar sectores clave de la economía, no siempre han sido bien acogidas por las opiniones públicas nacionales que ven en ellas un esfuerzo de los gobiernos para salvar a los ricos y a los poderosos, olvidando de nuevo a los más pobres y necesitados, que ven disminuir sus ingresos y pierden sus puestos de trabajo.

Algunos gobiernos, como el español, han aprobado programas puntuales dirigidos a reducir la incidencia del paro. En las actuales circunstancias, la oposición acusa al gobierno de que estas medidas no podrán producir resultados mientras los factores estructurales que originan el paro sigan persistiendo. De hecho, hasta ahora la Unión Europea no había adoptado medidas para reducir el paro, centrándose en atajar la crisis financiera.

Tras un año de crisis económica, sin embargo, el paro ha dejado de ser una simple consecuencia de la crisis, para pasar a convertirse en uno de los factores que contribuyen a ella. El temor a perder el puesto de trabajo impulsa a las familias a ahorrar y a reducir el consumo, lo que produce deflación y, a la postre, fuerza a los empresarios a recortar la producción. Los sectores afectados por la reducción del consumo envían nuevos parados a la calle, reforzando la espiral descendente de la crisis económica.

La presidencia checa de la Unión Europea ha decidido tomar cartas en el asunto. A tal fin, ha convocado una conferencia sobre el empleo en paralelo con la ya anunciada conferencia dirigida a la lucha contra la crisis financiera.

Es difícil saber lo que puede dar de sí una Conferencia sobre el empleo en el actual momento de depresión económica. Los gobiernos nacionales se han limitado hasta ahora a la adopción de medidas de corto alcance, muchas veces con una impronta nacionalista, singularizando en ocasiones a los colectivos de inmigrantes como causantes del paro. El propio gobierno checo, que ostenta la presidencia accidental del Consejo, ha ofrecido recientemente billetes de vuelta y una indemnización de 500 euros a cada inmigrante que esté dispuesto a volver a su país de origen.

Si bien la crisis desanima la llegada de nuevos inmigrantes, los que se encuentran ya en Europa no tienen prácticamente otra opción que quedarse aquí porque los países de origen tienen aún menos que ofrecerles en este momento de crisis mundial.

Las medidas dirigidas a la creación de empleo deberán ser más inteligentes y vincularse al conjunto de medidas ya previstas para luchar contra la crisis. Estamos hablando de medidas que den confianza a empresarios y trabajadores, que animen a los primeros a mantener o aumentar los puestos de trabajo y a los segundos a reanudar sus hábitos de consumo. Estamos hablando de la concesión de créditos a las pequeñas y medianas empresas y al consumo, de medidas que faciliten la bajada de los precios y el funcionamiento eficaz de los mecanismos de protección social, desde el pronto pago de los subsidios de paro hasta el buen funcionamiento de la seguridad social o la facilitación del acceso a la vivienda.

Puede que estas medidas desequilibren los presupuestos públicos al requerir un mayor endeudamiento de los gobiernos. La Comisión Europea parece sensible en este momento a las exigencias de estabilidad social y, aunque ha advertido a los gobiernos de los peligros del déficit, reconoce que este año 2009 reviste características especiales que demandan remedios excepcionales para evitar que el aumento del paro produzca un deterioro irreparable de nuestro tejido social.

(*) Diputado al Parlamento

Europeo, PSOE