1.- Hoy acaban las fiestas, que probablemente nos han sabido a poco. Mañana se inician las rebajas, pero también la cuesta de enero, con todas sus consecuencias. Muchos empresarios de las Islas lo están pasando realmente mal y es ahora cuando se van a producir en cadena los procedimientos concursales, eufemismo moderno con el que se conocen hoy en día las suspensiones de pagos. Ya saben ustedes que en nuestro país somos muy aficionados a cambiar los códices y la nomenclatura, como si las Partidas de AlfonsoXelSabio no tuvieran también vigor en la actualidad, debido a su tremenda lógica. El pronóstico es que lo vamos a pasar mal. Me ha entristecido mucho ver el apagón comercial en el centro de Santa Cruz los días previos a los Reyes Magos. Nada que ver con la alegría de otros años, aunque la víspera haya experimentado el subidón tradicional.

2.- Las familias también lo van a pasar mal, a pesar del respiro que ha supuesto la bajada del euríbor. Pero los bancos, que originaron esta crisis, siguen trancados al crédito, no acudieron en masa a tomar el dinero librado por el Estado y tampoco les entusiasma el interbancario, porque ya no se fían los unos de los otros. A Zapatero se le ha ocurrido que para resolver la crisis nada mejor que aumentar el salario mínimo y reducir las retenciones a los banqueros en su IRPF. Este socialismo es contradictorio, raro. Se habla mucho de las capas menos favorecidas de la sociedad y luego se agasaja a modo a los del puro.

3.- Mañana empieza la cuesta de enero, que este año será dolorosa. Fíjense en los datos puestos de relieve por la organización que agrupa a los concesionarios de coches y publicados por este periódico. Un 40% menos de venta de vehículos en las Islas Canarias durante 2008, en relación con 2007. La situación se hace terriblemente dura; peligran miles de puestos de trabajo y los incentivos a la actividad empresarial no son suficientes para aportar luz a esta situación tan grave. Incluso se ha roto el dato, por otra parte lógico, de que la gente juega más cuando atraviesa por dificultades: se ha vendido menos lotería en los sorteos de Navidad y del Niño. Ni siquiera la posibilidad de hacerse millonario anima al personal a arriesgar. Ya no cree el pueblo ni siquiera en los juegos de azar.

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