"Ojalá sigan viniendo los rusos", me dice la camarera rumana, espabilada y amable, de un restaurante de Playa de las Américas. Las revistas que se editan en el Sur están escritas en ruso; los catálogos de "Vertu" o de "Rolex" han sido traducidos al ruso. Las dependientas de las mejores tiendas hablan ruso. No sé cuál será el gasto por turista ruso, pero debe de ser altísimo. Y, además -y esto lo aseguro yo-, aquí pueden comprar relojes, joyas y mansiones más baratos que en cualquier lugar de Europa.

He visto inmobiliarias que ofertan chalets de superlujo de cuatro millones de euros, o más. ¿Y saben en qué idioma están redactados los reclamos?: en ruso. El de nuestro Sur es otro mundo. La pobreza y lo verde se han quedado en el Norte; la suciedad y la pintada, en Santa Cruz; y el progreso en el Sur.

Todavía estamos a tiempo de enderezar Santa Cruz. ¿Saben cómo? Uniendo esfuerzos con la Autoridad Portuaria para que sigan llegando los cruceros; pero muchos más. El otro día me alegré cuando vi al "Aida" atracado en el cercano muelle de ribera y no en la lejana dársena Sur. Me alegré porque así los turistas no tienen que recorrer un tortuoso y polvoriento camino antes de llegar a la ciudad. Y, además, la estampa era majestuosa, el barco pegado a la avenida de Anaga, con un montón de gente asomada a la barandilla, contemplándolo e imaginando cómo es el trasatlántico por dentro. Una bella estampa para eso que llaman el puerto-ciudad.

jalá sigan viniendo los rusos", me repetía la camarera rumana del restaurante, "porque estamos viviendo de ellos, son los que más gastan, no miran ni siquiera la carta sino que nos piden y nos piden y nos dejan las mejores propinas". La chica tenía razón porque pregunté en varias tiendas de lujo y en cada una de ellas tenían una dependienta rusa y las explicaciones se daban en ruso porque muchos de los que vienen no saben sino su idioma. Y en Los Abrigos había varios rusos comiendo pescado al lado mío, turistas tranquilos, con sus hijos y sus coches de alquiler aparcados en los alrededores, turistas que habían descubierto un paraíso cada día menos paraíso porque está muy masificado para mi gusto.

En fin, que los rusos han descubierto el Sur de Tenerife, están comprando propiedades aquí. Y que dure. Y que sigan viniendo y que Putin no meta más la pata para que no le impongan sanciones y prohíban a sus compatriotas venir a Europa. Algo no probable, por suerte.