El impacto de la muerte suele distorsionar por exceso o defecto la auténtica dimensión del fallecido. La urgencia de los obituarios nos limita a lo más inmediato y mediático de la personalidad. La mayor parte de las veces, es necesario el paso de los años para alcanzar una perspectiva que no entiende de espacio, sino de tiempo.

En el caso de José Rodríguez Ramírez, no sería justo quedarnos con los aspectos más controvertidos de su última etapa al frente del periódico, aunque si alguien quiere hacerlo también está en su derecho. Ese es el precio de la independencia, y él lo pagó de su propio bolsillo hasta el último de sus días.

No hablo de la independencia de Canarias, que nunca compartí con él, sino de su propia independencia como empresario y comunicador, de su libertad para liderar un periódico sin someterse a presiones, ni aceptar otras consignas que las dictadas por su propia conciencia.

En ocasiones podía equivocarse, como nos equivocamos todos, pero nunca lo hizo en nombre de otros ni defendiendo intereses que no fueran los de su tierra y sus lectores. En eso consiste la independencia, nos guste o no, y es lo más valioso que puede tener un medio de comunicación.

No comparto algunas de sus ideas, pero las respeto como él respetaba las mías. De hecho, he perdido la cuenta de los años que llevo publicando mis artículos en sus páginas dominicales de opinión, y jamás tuve problema alguno ni recibí la mínima sugerencia al respecto, aunque sabía perfectamente que él tampoco compartía muchos de mis pensamientos.

José Rodríguez Ramírez es el ejemplo del tinerfeño hecho a sí mismo, que desde un discreto puesto en la administración de la empresa familiar llegó a lo más alto, liderando un proyecto mediático que es hoy un referente indiscutible en las Islas, y que a pesar de la crisis supo mantener entre las principales cabeceras de nuestro país.

En estos momentos de tristeza y dolor para sus seres queridos, me quedo con una sola emoción: el profundo amor de José Rodríguez Ramírez por Tenerife y, muy especialmente, por nuestra querida Santa Cruz, una ciudad que llevaba en lo más profundo de su corazón. Precisamente, la última vez que me reuní con él, junto a mi compañera Ana Zurita, insistía en que no podíamos dejar que El Toscal se siguiera cayendo a pedazos.

Solo tengo palabras de respeto y pesar por la desaparición de José Rodríguez Ramírez; de agradecimiento por el afecto y consideración personal con el que me trató siempre; y de pésame sincero a su familia y a la gran familia de EL DÍA. Descanse en paz.

*Portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Santa Cruz y vicesecretaria regional del PP de Canarias