En los últimos tiempos, Internet ha ido minando la difusión de los grandes periódicos. Todos se quejan de lo mismo. Existe en este momento un boom de diarios digitales de la más diversa condición, algunos hechos por aficionados que deberían ahorrarse la molestia. Los datos últimos que barajamos de los periódicos nacionales, los de difusión y venta en todo el país, no son nada alentadores. No obstante, nosotros seguimos confiando en la prensa de papel, sin naturalmente dar la espalda -porque sería una estupidez- a la red de redes. Si pasamos revista a la evolución de venta al número de los periódicos de mayor tirada en la península, todos han bajado en mayor o menor medida. Ninguno de ellos puede sentirse satisfecho con sus datos, en un momento de crisis generalizada en la sociedad española. Crisis económica, crisis política y crisis moral. Voy a poner el ejemplo del mes de enero de este año, en venta al número. La Razón bajó un 28,1% con relación al mismo mes de 2012; El País, un 11,3%; Marca, un 20,1%; El Mundo, un 11,1% y ABC, un 22,1%. Son datos que deberían preocupar a los editores y que, de hecho, preocupan y mucho. Los periódicos españoles no son una maravilla en cuanto a tirada, porque este país cada vez lee menos. La Razón tuvo una tirada útil de media diaria, en el pasado enero, de 122.947 ejemplares; El País, 372.809; El Mundo, 280.503; Marca, 262.284; y ABC, 206.320. No son números nada espectaculares y todos descendieron con relación a enero del 2012. No son buenos tiempos, repetimos, para la prensa de papel; y nosotros esperamos mantener nuestro liderazgo en Canarias, que llevamos ostentando desde hace ya bastantes años. Ahora los expertos se preguntan cómo comercializar la prensa digital. Muchos periódicos en todo el mundo han adoptado la fórmula de pago para sus ediciones en la Red. Y es preciso ir a eso. En una época en que ya hasta las multas de tráfico hay que abonarlas por medio de la tarjeta de crédito, preparen ustedes las suyas para comprar el diario en su ordenador. De hecho, ya se hace así desde hace un par de años. Pero, desde luego, jamás con el mismo encanto del olor a tinta y de la palpación del papel de periódico, que luego se hace cucurucho para las castañas o, en el peor de los casos, elemento indispensable para limpiarse el culo. Escatologías al margen, no entonemos aún el epitafio de la prensa de papel, a la que le quedan años de recorrido. Si no resurge con más ímpetu cuando cambien las modas. Porque, en realidad, todo es una cuestión de modas.