"Alegrémonos, pues". Esta es la traducción del título del himno universitario por antonomasia, el "Gaudeamus igitur", con el que todos los años clausura la Universidad de La Laguna (ULL) su acto oficial de inicio de curso. Ayer volvió a sonar en el Paraninfo de la institución, aunque, vista la situación de la enseñanza en España y oído el crítico discurso de apertura del rector, da la sensación de que hay más bien pocos motivos para regocijarse.

Eduardo Doménech cargó contra los recortes en educación, la falta de visión de los responsables públicos y el desembarco en Tenerife de la primera universidad privada del Archipiélago, y expresó también una velada duda sobre el destino que aguarda a parte del profesorado de la ULL, docentes contratados que podrían verse en la calle si se aplicase de forma estricta el incremento de la carga horaria de los trabajadores establecida por el Gobierno central.

"Desde el Gobierno de Canarias se nos ha pedido la aplicación de los criterios de aumento de la carga docente establecidos en el real decreto de abril, en la idea de que cuantifiquemos el posible excedente de profesorado que ello significaría", reveló el rector antes de aclarar que siempre ha defendido "que la aplicación de esta norma no tiene por qué traducirse en despidos, sino en una redistribución de la carga docente, investigadora y de transferencia".

No se trata, pues, de "un instrumento para que las propias universidades realicen un ERE", indicó Doménech, quien, no obstante, aseveró que sigue confiando en "esas manifestaciones" -y estas palabras figuran en grandes letras mayúsculas en la copia del discurso que se entregó a la prensa durante la ceremonia de apertura- del consejero de Educación, José Miguel Pérez, en las que adelantaba que las plantillas de profesorado serían "intocables".

Pese a esa expresión de confianza, el máximo dirigente de la ULL apuntó que si finalmente se producen despidos, Pérez deberá "explicar por qué se sacrifica al profesorado".

Doménech comenzó su intervención planteando una "improbable, que no imposible", desaparición de la Universidad de La Laguna y sus hipotéticas repercusiones. Sin llegar a este extremo, denunció que la enseñanza superior en España "ha entrado en una dinámica manifiestamente destructiva".

En el caso de la institución que dirige, Eduardo Doménech detalló que la deuda que el Ejecutivo regional tiene contraída con ella respecto al contrato-programa -el acuerdo de financiación suscrito con las universidades canarias y cancelado unilateralmente por la Administración a comienzos de año- asciende a prácticamente 60 millones de euros.

La merma experimentada por los recursos para investigación es "de especial relevancia", y se agrava por la pobre ejecución de los presupuestos en esta materia del Gobierno central: solo un 62% en 2011. En el Archipiélago -y según la Agencia Canaria de Investigación-, casi 7.000 científicos y técnicos han quedado en el paro en solo dos años. La consecuencia es que Canarias vive ahora, dijo el rector, "una segunda etapa histórica de la emigración, ahora de personas de alta cualificación".

El contraste entre las buenas intenciones expresadas por las administraciones y la realidad que vive la universidad llevó a Doménech a concluir que "aunque los políticos suelen hablar de la educación, la mayoría de ellos no siente ninguna devoción hacia ella y prefiere, por el contrario, estimular la ignorancia".

El rector también lanzó una advertencia hacia "quienes tengan la tentación de mirar hacia la universidad privada como alternativa". "Están equivocados", sentenció. Como prueba, recordó que solo uno de los 20 campus privados en los últimos veinte años se ha acercado en calidad a los públicos. "Que la universidad privada se instale en nuestras islas no significa que vaya a sumar, sino todo lo contrario, a restar y dividir".

la frase