Santi es uno de los miles de estudiantes canarios que este año realizó las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU), sin embargo, algo le diferencia del resto: su 13,7 fue la nota más alta de todas. "No lo veo tan importante, la verdad. Yo lo que quería era obtener la nota suficiente para poder entrar en la Facultad de Periodismo de Madrid y lo he conseguido", decía ayer con suma naturalidad mientras le escuchaban Isabel, Jesús y Anais, los tres mejores alumnos detrás de él.

Santi, al igual que Anais, tiene una brillante trayectoria académica en el Colegio Cisneros de La Laguna. "No es tan difícil sacar buenas notas, bueno a mí al menos no me lo parece. Simplemente con revisar los temas un poco todos los días y estudiar cuando alguno es un poco más complicado es suficiente. Es más un trabajo de día a día que de prepararse sólo para un examen", dice Santi antes de verse interrumpido por su compañera de clase que asegura que "no son empollones: "Esos están todo el día encerrados en su casa o en la biblioteca, mientras que nosotros nos organizamos y sólo le dedicamos el tiempo justo. Lo que sí somos es aplicados", dice entre risas mientras el resto de compañeros asiente con la cabeza.

Razón no le debe faltar porque esta nueva generación se aleja de los estereotipos de empollón caracterizado por la timidez, la introversión y una imagen poco apropiada para personas de su edad.

"Mi tiempo libre no lo dedico a estudiar sino a estar con mis amigos y a hacer cosas normales", explica Jesús que inmediatamente es corroborado por Isabel. Estos dos jóvenes han colocado al Instituto de Adeje y al lagunero Cabrera Pinto entre los primeros en cuanto a resultados de la PAU.

"Nosotros tenemos mucho que ver, pero también los profesores que hemos tenido que nos han ayudado mucho, sobre todo en aquellas ocasiones en las que tienes problemas con alguna asignatura", señaló ayer Isabel. "Es que no podemos ser buenos en todo", matizó Santi.

Pero ayer además de jóvenes eufóricos por el reconocimiento que iban a recibir de manos del rector de la ULL, Eduardo Doménech, el salón de actos de la Facultad de Económicas estaba repleto de padres, hermanos, abuelos y amigos orgullosos y emocionados. "Yo nunca he querido que mi hija sea una empollona porque no quiero que se encierre sino que viva la vida y ella me ha demostrado que lo ha hecho porque ha triunfado en la PAU, estudiará Arquitectura en Madrid y no ha dejado ni de jugar al baloncesto, ni de salir con sus amigas", indicó Domingo, el padre de Miriam, una de las jóvenes premiadas. Sin embargo, el más feliz era su abuelo, llegado de Arucas para la ocasión y que cree que el secreto del éxito de Miriam "es la educación que se la he dado en casa".

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