Como cada verano, la masa forestal de la Isla, de todas las islas, se ve en peligro, sobre todo por la acción de desaprensivos y pirómanos, que se cargan nuestros bosques.

Es preciso extremar las precauciones y para ello el Cabildo de Tenerife, que es el organismo encargado de velar por la seguridad y por la belleza de la cumbre tinerfeña, despliega una eficaz vigilancia de la misma y un control del territorio a su cargo. Lo mismo ocurre con los otros organismos insulares en el resto de este Archipiélago.

Los bosques canarios, tan ricos en especies, deben ser conservados con mimo y con esmero. Pero no nos podemos, desgraciadamente, sustraer a la acción del mago peludo que quema rastrojos a destiempo y sin control, de los de la merienda que dejan los fogones encendidos y de los pirómanos, delincuentes comunes que deben ser castigados con todo el peso de la ley. Nuestra masa forestal es demasiado necesaria, demasiado rica y demasiado hermosa para que sea destruida.

Los tiempos de tremendo calor que vivimos han despertado ya las primeras alarmas y los primeros fuegos, al menos hasta el momento de redactar este comentario de escasa importancia. Pero no hay que confiarse. Es preciso extremar las medidas de seguridad, las acciones para vigilar el monte y las medidas punitivas para quienes osen violentar la norma, en perjuicio de todos.

La Guardia Civil cuenta con informaciones muy amplias de presuntos pirómanos, cuya acción no ha podido ser probada aún. Y los vigila. Sabe perfectamente quiénes son los que manifiestan intenciones de vulnerar las leyes poniendo en peligro un patrimonio que es de todos y que es necesario. Y en este momento se dan todas las condiciones para que nuestros montes se quemen si estos golfos lo intentan: temperaturas extremas, vientos cambiantes y un campo que empieza a secarse peligrosamente.

Las brigadas especializadas del Cabildo, a las órdenes del consejero de Medio Ambiente de la Corporación insular, Wladimiro Rodríguez Brito, se despliegan por toda la Isla en tareas de vigilancia. Las islas occidentales corren mucho más peligro que las orientales, por su espléndida masa forestal. Es en ellas en donde hay que insistir para que el monte no se queme y para que nuestra flora, que ha escrito páginas muy importantes en todos los tratados de botánica, se preserve.

Insistimos en la necesidad de aumentar el cuidado y el control de nuestros montes, creados a lo largo de los siglos con gran esfuerzo de la Naturaleza. Ni el noble pino canario, ni la variedad de especies que se dan cita en las Islas, ni la laurisilva canaria, estudiada en todo el mundo, merecen ser pasto de las llamas. Así que colaboremos todos con las autoridades guardando estrictamente las normas y denunciado a la Guardia Civil cualquier comportamiento delictivo. Es mejor para todos.