José Luis Solagaístua Ayo, un vizcaíno nacido en 1947 y afincado en la capital tinerfeña desde 1953 –cuando su padre, trabajador de la flota de Cepsa, decidió establecer su residencia en Santa Cruz– volvió a sentarse ayer en una de las mesas del kiosco Los Paragüitas. En realidad, no se trata del mismo establecimiento que durante décadas fue uno de los altares del Viejo Santa Cruz, a mitad de camino entre el puerto y la ciudad, junto al Bar Atlántico, pero sí de un bar que desde hace tres años se instaló en uno de los kioscos de la remodelada Alameda del Duque de Santa Elena y que adoptó el nombre del histórico enclave.

No se trata solo de un guiño nostálgico en la apertura de este establecimiento, que regenta en la actualidad el propietario, Javier Chinea, de 37 años de edad y que lleva casi un lustro dedicado al sector de la restauración, pues también explota La Santa. Los nuevos Paragüitas también incorporan en su oferta un combo que se presenta bajo la denominación de Recuerdos, para clientes que quieran paladear el Viejo Santa Cruz en el que entonces se servía barquillas de los inolvidables berberechos, o papas de freiduría, mejillones en escabeche, boquerones y hasta aceitunas.

El emblemático kiosco retoma tu actividad. "Siempre fue un punto de encuentro para turistas y trabajadores"

Solagaístua asegura que la historia de Los Paragüitas se remonta a hace más de setenta años, casi de la época del bar Atlántico. “Era un punto de encuentro obligado tanto para los turistas como para los trabajadores del puerto en su tránsito del barco a la ciudad”, como lo vivió en primera persona.

“Fui jefe de máquinas desde 1968 y, desde entonces, era un asiduo de Los Paragüitas, kiosco que fue testigo de muchas tertulias en las que participaban miembros de las familias Recalde, Simón, Hernández..., todos vinculados con el puerto directamente”. José Luis recuerda que aquel establecimiento estuvo regentado por “don Rafael y don Juan, que eran murcianos”. “Aquí nos veíamos siempre los mismos, más los visitantes y turistas que no se resistían a degustar unos berberechos por los que fue célebre este bar. Eran riquísimos; tenían algún truco que los hacían diferentes”.

Personajes de la época

Los ojos de José Luis se le iluminan sobre la mascarilla cuando recuerda a Iglesias, un camarero de toda la vida, corpulento; también había otro murciano... “Desde la plaza de España salía un micro que nos trasladaba a los trabajadores de la flota de Cepsa al muelle Honduras, por lo que era un paso obligado antes de salir y cuando regresabas”.

“Hoy viene Pedro Anatael Meneses”, anunció durante la conversación José Luis Solagaístua, marino y senador, y también el graciosero Luis Toledo, quien fuera práctico del puerto hasta que se jubiló hace un año, explica con el entusiasmo del reencuentro con los compañeros de tertulias en el kiosco Los Paragüitas, mientras Roxana Correa, responsable de la gestión del establecimiento, invita al antiguo cliente a saborear la antesala de los berberechos que desde la tarde de ayer se vuelven a servir en la Alameda. El cliente calienta para entrar en conversación: “Cuando llegamos a Tenerife, el primer niño que conocí fue Pedro Anatael, nos fuimos a vivir al barrio de La Salud; salí a la calle sin advertírselo a mi madre y allí me lo encontré”. Casualidades de la vida, el destino los ha unido en el ejercicio de la profesión, aunque cada uno en empresas diferentes, con una amistad común.

José Luis también recuerda a José Manuel Ledesma, en la actualidad cronista oficial de Santa Cruz. “Era maestro y llevaba a sus alumnos al puerto porque le gustaba mucho. Allí trabó buena relación con Pedro Anatael, que era el director de los astilleros de Nuvasa, antes de ser director general de la Marina Mercante, presidente de la Autoridad Portuaria y, en la actualidad, senador en Madrid”.

Roxana Correa se suma a la conversación con la alegría del reencuentro con la clientela. “Estaremos abiertos a diario desde las diez de la mañana hasta la hora que nos dejen Pedro Sánchez o Ángel Víctor Torres”, comenta con jovialidad y el nervio de la reapertura. “Emprendemos una nueva etapa, centrada en los vecinos de Santa Cruz”, admite. “De ahí que reivindiquemos el valor que ha jugado el kiosco en la historia”. Blanca Ramos, cocinera de Los Paragüitas desde su renacimiento, hace tres años, invita a los chicharreros a disfrutar del aperitivo de toda la vida, unos berberechos que marcan época, a la vez que, recuerda esta chicharrera de El Toscal, la carta incluye una amplia oferta para paladear la historia.