Entre los vecinos que se citaron con el alcalde chicharrero para suscribir el proyecto de rehabilitación de la barriada García Escámez, José Luis Ramos, uno de los veteranos del lugar con una mete privilegiada. Nacido en 1942, cuenta que fue de los primeros que se instalaron en las viviendas que construyó el Mando Económico. “Aquí no había nada, solo estaba el cementerio y la Casa Cuna y el resto eran fincas; la gente consideraba que este lugar era un barrio satélite de Santa Cruz, porque estaba en las afueras de la capital”.

José Luis comienza poniendo los puntos sobre las íes. “Esta es la primera barriada de García Escámez; se construyó una promoción de cuarenta pisos que se entregaron y luego se realizó el resto, hasta completar las 96 viviendas que integran esta promoción, que se entregaron a sus titulares tres años después”.

Como si se tratara de la biblia de los orígenes de García, los mayores rescatan unas publicaciones que atesoran del fallecido periodista Gilberto Alemán, quien fuera cronista de Santa Cruz, para recordar el orden de la barriada. Así se repartieron los primeros cuarenta pisos: diez, para caballero mutilados; otros tantos para excombatientes, una decena para viudas de excombatientes, dos para “excautivos de la causa nacional” y los ocho restantes, de libre elección.

El propio José Luis Ramos era hijo de mutilado de la guerra, que sufrió un tiro en un brazo, lo que no le impidió continuar su labor como policía municipal teniendo al cargo cuanto acontecía precisamente en García Escámez. El veterano vecino se remonta a la infancia para recordar que en su bloque, que era de cuatro viviendas, vivía un funcionario que había resultado herido, otro mutilado que quedó ciego en la guerra y un funcionario del Cabildo, además de su familia.

2Como el barrio estaba tan alejado de Santa Cruz se le dotó de mercado, Correos y hasta una iglesia"

El orgullo del matrimonio formado por José Luis e Isabel Gómez, sus hijas: la mayor, Isabel Begoña, funcionaria del Estado. “No sabía que era tan estudiosa hasta que se presentó a las oposiciones en las que participó gente que vino en aviones fletados desde la Península; aprobó aquí y luego se tuvo que ir a examinar allá. No se queda corto tampoco en sus elogios a la benjamina de la casa, María José, funcionaria interina del IASS en el centro asistencial que ocupa las dependencias del antiguo hospital militar, junto al puente Galcerán.

Después de estudiar Bachillerato, José Luis aprovechó que su padre prestaba servicio en la Audiencia Provincial, junto a la iglesia San Francisco, y recibió la alternativa de manos del presidente José del Campo Llarena, como agente judicial interino, tomando posesión el 25 de septiembre de 1961, con solo 19 años. Luego, como miembro de la última quinta que prestó el servicio militar en Ceuta, fue al cuartel y de regreso buscó un nuevo horizonte laboral en las gestorías que lo mantenían en contacto con administraciones como el Cabildo, el ayuntamiento de Santa Cruz y la Jefatura de Tráfico.

“Esto era un desierto; si bien se dotó al barrio de iglesia, Correos, un mercado para acondicionarlo como barrio por la lejanía de Santa Cruz. Había una fábrica y un molino de gofio; cuando se cerró la fábrica hasta se hacían bailes en los salones; más tarde hasta se montó la Chatarra de Castellano”, recuerda con sentido de pertenencia a García Escámez.