La Punta del Hidalgo tiene encanto, un ambiente peculiar, olor a mar. Se puede pasear, disfrutar de puestas de sol, zambullirse en los charcos, comer camarones en sus restaurantes y desconectar en un ambiente entre familiar y alternativo. Todo, eso sí, con el permiso del factor que cada vez con más frecuencia condiciona la vida del lugar: el aparcamientoHa vuelto a ponerse de manifiesto en los últimos días coincidiendo con los primeros calores del verano. A tal punto llega la situación que, incluso, obliga a muchos visitantes a darse la vuelta y a cancelar los planes previstos.