Fotoprotectores, champús, geles de baño, cremas, perfumes y lejías tienen compuestos que se acumulan en el agua. Son los llamados contaminantes emergentes, e investigadores del Departamento de Química Analítica de la ULL han emprendido un proyecto para monitorizar su presencia en acuíferos, piscinas, aguas residuales y zonas de baño en toda Canarias.

Son emergentes no porque sea nuevo su uso, sino porque hasta recientemente no se sabía el posible daño que puede provocar la acumulación de estos compuestos no en cuanto a su uso personal, sino por su multiplicación en el aporte a los acuíferos, y ahí el matiz cambia, explica en una entrevista a EFE la profesora titular de Química Analítica de la Universidad de La Laguna Verónica Pino.

Algunos de estos compuestos actúan como disruptores endocrinos, esto es imitan o bloquean la acción de una hormona, como se ha constatado en algunos filtros solares y si además si se suma su uso en piscinas cloradas, por ejemplo, se puede producir una acumulación importante de compuestos que se debe monitorizar, añade la investigadora.

No se trata de ser alarmistas en absoluto, sino todo lo contrario: analizar y monitorizar para saber si en un lugar determinado habría que aumentar los sistemas de purificación, precisa Verónica Pino, quien subraya que si se aporta esta información se puede incluso considerar como un sello de calidad en cuanto al estado del agua.

Canarias, en comparación con otras regiones del planeta, no tiene un nivel "terrible" en cuanto a los niveles de contaminación por hallarse en medio del océano y estar expuesta a las corrientes marinas, pero cuenta con un problema añadido: la gran afluencia turística.

Y en estas zonas se han detectado gran presencia de filtros ultravioleta y parabenos procedentes de cremas pero, puntualiza la profesora de Química Analítica, donde se ha encontrado el mayor número de estos contaminantes es en las aguas residuales y áreas próximas a estaciones depuradoras: desde metabolitos de fármacos a drogas de consumo y compuestos de productos de cuidado personal.

Precisamente Verónica Pino ha dirigido una tesis de la investigadora y docente Providencia González sobre esta cuestión, para la que se estudiaron muestras de agua de playas y aguas residuales de Tenerife, y que ha publicado un artículo al respecto en colaboración con el grupo Lepabe de la Universidad de Oporto.

Entre los compuestos analizados para la tesis figuran los procedentes de productos de cuidado personal, como conservantes (parabenos), desinfectantes (ej triclosan), repelentes de insectos, filtros UV, musk (aromas y fragancias) y siloxanos (lineales y cíclicos).

También se estudiaron los trihalometanos y ácidos haloacéticos que proceden de productos derivados de la cloración de las aguas.

La idea no sólo es determinar "a qué niveles de contaminantes emergentes nos estamos exponiendo, sino también que el modo en que se obtiene esa información sea igual de sostenible", puntualiza Verónica Pino, pues a veces los métodos convencionales para evaluar la contaminación pueden ser "igual de contaminantes".

Ello ocurre porque se emplean disolventes orgánicos, el consumo eléctrico es muy alto, necesitan refrigerar bastante agua y precisan de mucho tiempo.

Por el contrario, el grupo de investigadores de Química Analítica de la ULL utiliza estrategias "de miniaturización", esto es, recurren al empleo de microjeringas y nanomateriales anclados a fibras del tamaño de un cabello, además de usar disolventes fácilmente biodegradables, y todo con el objetivo añadido de que el método sea igual de eficiente que los convencionales.

Los investigadores han analizado muestras recogidas por el Servicio de Medio Ambiente de la Universidad de La Laguna para el control de la contaminación en puertos, playas y vertidos de efluentes industriales, entre otros.

Además el Gobierno de Canarias ha auspiciado que este grupo de investigadores desarrolle la monitorización de contaminantes emergentes en acuíferos del archipiélago, esto es agua de mar, piscinas, zonas de recreo y agua de consumo, con estos nuevos métodos y materiales.

Lo importante, subraya la profesora titular de Química Analítica, es desarrollar las estrategias de monitorización adecuadas para determinar que si en algún momento los niveles de compuestos sobrepasan un nivel determinado se puedan tomar medidas preventivas.

"No se trata de recoger muestras de agua constantemente, sino de encontrar puntos representativos para realizar un análisis sencillo, rápido y eficiente. Ese es el reto del proyecto", puntualiza.

Añade también que los productos de higiene y cuidado personal, así como los de desinfección, son necesarios y lo prudente es utilizar la dosis recomendada por el fabricante, habitualmente una pequeña porción de champú o de lejía "y no vaciar la botella" porque, advierte, "no por poner más el efecto va a ser mejor".

E insiste la investigadora en que las fragancias de los productos de cuidado personal se elaboran para que no resulten nocivas, pero el problema es la acumulación y su combinación con otros compuestos, lo que además puede tener efectos sinérgicos, por lo que se trata de analizar y evaluar "de qué niveles estamos hablando, dónde podemos tener un problema -si es que lo tenemos- y una vez detectado que podamos tomar medidas para mitigarlo".