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María Pisaca
Ver galería >El salón principal del Casino de Tenerife volvió a ser referente ayer en el Carnaval chicharrero para el ensayo del número conjunto de las rondallas. Primero, del pulso y púa; luego, con los solistas; eso sí, en medio de unas estrictas medidas de seguridad, poca asistencia de participantes y una configuración atípica por los casi dos meses de distancia entre unos y otros. Junto al placer su supone ver dirigir al maestro Israel Espino, resultó pletórica la intervención de Celso Albelo y Candelaria González, referentes de lo mejor de la lírica que saludaron con camaradería a los rondalleros, como ellos fueron en 2001 y 2005.
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El salón principal del Casino de Tenerife volvió a ser referente ayer en el Carnaval chicharrero para el ensayo del número conjunto de las rondallas. Primero, del pulso y púa; luego, con los solistas; eso sí, en medio de unas estrictas medidas de seguridad, poca asistencia de participantes y una configuración atípica por los casi dos meses de distancia entre unos y otros. Junto al placer su supone ver dirigir al maestro Israel Espino, resultó pletórica la intervención de Celso Albelo y Candelaria González, referentes de lo mejor de la lírica que saludaron con camaradería a los rondalleros, como ellos fueron en 2001 y 2005.
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El salón principal del Casino de Tenerife volvió a ser referente ayer en el Carnaval chicharrero para el ensayo del número conjunto de las rondallas. Primero, del pulso y púa; luego, con los solistas; eso sí, en medio de unas estrictas medidas de seguridad, poca asistencia de participantes y una configuración atípica por los casi dos meses de distancia entre unos y otros. Junto al placer su supone ver dirigir al maestro Israel Espino, resultó pletórica la intervención de Celso Albelo y Candelaria González, referentes de lo mejor de la lírica que saludaron con camaradería a los rondalleros, como ellos fueron en 2001 y 2005.
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