La conmemoración de una efeméride como los 110 años de la publicación del periódico La Prensa, proyectado luego en el tiempo bajo la actual cabecera de EL DÍA, constituye un episodio al alcance de pocas empresas informativas de nuestro país. Más aún, si cabe, a la vista de los tiempos de dificultad que atraviesa el sector en el mercado global, agravados ahora por los efectos socioeconómicos de la crisis sanitaria del coronavirus.

Paradójicamente, el repaso histórico del largo periodo transcurrido desde que viera la luz el primer ejemplar de este periódico, en el amanecer del sábado 15 de octubre de 1910, ayuda a considerar la superación de otros instantes complicados, en el orden económico y empresarial, social o político. No lo tuvieron fácil, ni mucho menos, quienes estuvieron al frente de esta empresa centenaria. Sirva de ejemplo la experiencia sufrida por su propio fundador, Leoncio Rodríguez, desposeído de su control por el régimen político nacido de la guerra civil de 1936.

Adquiere así un valor especial la trayectoria de esfuerzo y superación frente a la adversidad distintiva de esta empresa, durante más de un siglo, igual que su probada inclinación por figurar a la vanguardia del periodismo. Se ha valido para ello de destacadas firmas, en distintas épocas, que han hecho de La Prensa y EL DÍA un medio imprescindible para seguir el acontecer isleño, pero lejos del localismo. Con amplitud de miras en la información y altas dosis de pluralismo en la opinión, lo cual le ha servido para disfrutar de un reconocimiento social indiscutible.

En este sentido, su vocación como servicio público resulta asimismo incuestionable, a través del ejercicio periodístico próximo a las personas y entidades más cercanas. Haciendo valer sus inquietudes y preocupaciones, por encima de otros intereses, o amplificando cualquier causa que tratara de alzarse frente a la injusticia.

Desde su creación en la calle Valentín Sanz, también conocida como del Norte, en pleno corazón de Santa Cruz de Tenerife, La Prensa y EL DÍA han mantenido un nexo inquebrantable en la defensa de nuestra capital y su puerto, sus barrios y pueblos, su cultura y tradiciones, dando forma a la crónica contemporánea de la ciudad. Una impronta extensible al conjunto de la isla y del archipiélago, merecedora del reconocimiento popular.

Por todo ello, la efeméride ahora rememorada ha de servirnos para romper una lanza en favor de la información local y el periodismo de proximidad, aun dentro del contexto de una sociedad globalizada. Esto es, volver al periodismo de los orígenes pero aprovechando los nuevos modelos de comunicación surgidos de la era digital. Un periodismo tan veraz como verificador, antagónico con la propaganda y las fake news. Tan útil para la ciudadanía como imprescindible para fortalecer la democracia.