En la nueva era digital en la que vivimos son muchas las voces que se atreven a asegurar que el futuro de los medios de comunicación convencionales es incierto o está en duda. Se habla de que, poco a poco, las ondas hertzianas o el papel van dejando su lugar a nuevos espacios en los que se desarrolla la comunicación de masas. No sabemos si eso, efectivamente, ocurrirá o no. A lo que sí estamos asistiendo, sin duda alguna, es a una transformación positiva de la mayoría de medios convencionales, los periódicos, las revistas o las radios están obligados a ser más atractivos para competir con los nuevos espacios de comunicación, a estar más pegados a la actualidad y a la realidad de las comunidades de las que forman parte y a convertirse en referentes de solvencia y rigor informativo.

Es por eso que una transformación como la que ahora nos presenta EL DÍA no debe sino ayudar a mantener la esencia de la comunicación tradicional lo más intacta posible, pero con nuevas herramientas y formatos que la sigan haciendo atractiva. En una sociedad en la que las fake news, los bulos o la posverdad parece que lo inundan todo creando un manto que los entendidos llaman info-entretenimiento, bienvenidas sean todas aquellas iniciativas que ayuden a mantener la fe en una profesión que se ha visto inmersa en una transformación tan profunda como real y, en ocasiones, necesaria.

Quiero felicitar a todas las personas responsables de esta iniciativa, a sus creadores y, sobre todo, a quienes leen el periódico a diario porque seremos nosotros los auténticos beneficiados de esta transformación que busca un nuevo modelo estético pero también un nuevo espacio para la información, el trasvase de conocimiento y la opinión crítica, libre y plural, tan necesaria en tiempos de cambio.