La Prensa irrumpe en el mercado el sábado 15 de octubre de 1910, fundada por Leoncio Rodríguez, que desde el primer número aparecerá en la mancheta no como director sino como gerente, no en balde el promotor de la empresa periodística como era funcionario no podía ejercer oficialmente la dirección y Joaquín Fernández Pajares (Jacinto Terry) figuró en algún momento como director para dar arrope legal, aunque de facto el responsable siempre fue Leoncio Rodríguez, desde el primer ejemplar hasta 1939, cuando llegó la intervención editorial del régimen franquista.

El periódico de Leoncio Rodríguez nace en una Canarias que tenía 440.000 habitantes, 63.004 residían en la capital tinerfeña, donde el 74,3 % de la población era analfabeta y el 50 % de la población tenía menos de 20 años.

El nacimiento de esta cabecera coincide con mejoras en las comunicaciones: la llegada en 1883 del cable submarino; en 1888 la mejora del transporte marítimo, la llegada del teléfono en 1891, la luz eléctrica, en 1892, o el tranvía que recorre el área metropolitana de Tenerife desde 1901.

Desde el punto de vista sociológico, un treintañero Leoncio Rodríguez irrumpe con La Prensa con la vivencia del desastre del 98, la descomposición del sistema canovista, la dictadura de Primo de Rivera, la II República, la guerra civil o las dos guerras mundiales, con especial incidencia de la primera. Influencias más de “andar por casa” fueron los años del pleito insular: las luchas insularistas que desembocaron en 1911 en la llama Ley de Cabildos y en 1927 en la división provincial.

La Prensa sale a la calle con una tirada diaria de mil ejemplares que triplicó un año después en buena parte por la demanda de información de los lectores sobre las noticias del primer conflicto mundial.

El padre de Leoncio Rodríguez adquirió por 17.000 pesetas la primera máquina en la que se editó La Prensa, de la marca alemana Koening Bauer. La primera cabecera incluía tipos germánicos. Los cajistas confeccionaban el periódico colocando letras de plomo.

En 1910 el fundador percibía un salario anual en la Diputación Provincial de 3.000 pesetas.

El periódico de Leoncio Rodríguez tenía su sede en la calle Valentín Sanz, en una casa propiedad de Rafael Calzadilla, también republicano, que en 1925 adquirió a su dueño, y al año siguiente hizo lo propio con el colindante, de Manuel Filpes.

Junto a los hermanos del fundador, trabajaba su padre, que se encargaba de abrir de madrugada y repartir los primeros ejemplares, según incluye en su tesis doctoral Julio Yanes. En la primera plantilla de Redacción, Joaquín Fernández Pajares y Joaquín Estrada, y a los diez meses se incorpora Santiago Santos y dos años después, Juan Franchy.

El primer ejemplar de La Prensa, editado el 15 de octubre de 1910, tenía cuatro páginas unidas en dos enormes hojas cuadrilongas, de sesenta y siete centímetros de alto por cuarenta y cinco de ancho, al precio de cinco céntimos. La cuarta página, casi toda la tercera y parte de la segunda incluían pequeños anuncios, y en el resto se incluía información local. A los pocos días se creó la sección ‘Por Cable’, que daba cuenta de las noticias llegadas por cablegrama desde Madrid. La primera tirada incluyó mil ejemplares que cuatro años después, con el inicio de la primera guerra mundial, se duplicó, llegando incluso a editarse dos ediciones en un día cuando llegó la guerra. Leoncio Rodríguez, que había trabajado hasta la fundación en El Progreso, conocía las dificultades para vivir de una empresa periodística, por lo que se garantizó en 1910 un salario anual como trabajador en la Diputación Provincial de 3.000 pesetas que simultaneó con su labor periodística. Aunque se imprimía en horas de tarde, después de las dos primeras semanas de vida se convirtió en un diario matutino.

Dos meses después de salir a la calle, La Prensa ya incorporó al periodista madrileño Salvador Cánovas Cervantes como corresponsal en la Península.

La elegante factura del periódico quedaba acreditada con el orden por secciones: Voces de la calle, Cien años atrás, Al Vuelo, Tribuna de Jóvenes, Crónica del Ayuntamiento, Ecos Femeninos, Sección Comercial y Sociedad. Como curiosidad, Guía de Isora era el único pueblo que en un principio tenía a gala tener corresponsal.

El 25 de abril de 1913, La Prensa comienza a imprimir una edición vespertina los domingos limitada a una hoja con la primera cara con la información de Por Cable y la segunda, con publicidad, una experiencia que se prolongó hasta el 14 de febrero de 1920, cuando el gobernador civil exigió al fundador respetar el descanso dominical. Desde entonces, La Prensa dejó de aparecer los lunes.

Al inicio de la primera guerra mundial, en 1914, Leoncio Rodríguez adquiere la primera linotipia de Canarias, para lo que es necesario que un técnico suizo se traslade para instruir a Jaime García Suárez en su manejo. Aquella redacción estaba formada por Ildefonso Maffiotte, Manuel Verdugo, Diego Crossa y Juan Franchy. Los lectores demandan información sobre el conflicto bélico y Leoncio Rodríguez incorpora como corresponsal de guerra a Edgard Cauldfield y al novelista Vicente Blasco Ibáñez, ambos afines al bando aliadófilo.

La guerra se dejó sentir en la demanda de información -en los años treinta se llegaron a imprimir entre 5.000 y 6.000 ejemplares al día; el 80 % se vendía en Santa Cruz y La Laguna-, y también en la existencia de papel, lo que obligó a imprimir la noche de los lunes y viernes una sola hoja, y los domingos, dos.

Desde el 29 de diciembre de 1919 hasta el 10 de febrero de 1920 incluso se recortó el tamaño del papel, o se imprimió en una sola hoja. A partir de 1920 hasta el 15 de junio de 1921, lo normal era la impresión de solo dos páginas, para recuperar la normalidad desde el 22 de junio, aunque en una edición de dos páginas que en octubre de ese mismo año se incrementó a cuatro. Tres años después, ya se imprimía La Prensa con seis páginas el ejemplar que llegaron a vender una treintena de chicos por los barrios.

En 1924, estando ya casado el fundador de La Prensa, los talleres del periódico son remozados por completo por Leoncio Rodríguez con la ayuda de su cuñado, Manuel Cruz Delgado, una mejora que centra en la ampliación de las instalaciones, renovando su infraestructura tecnológica en una redacción en la que faltaban hasta máquinas de escribir; de hecho la mayoría de los documentos llegaban escritos a pluma por los periodistas. Como curiosidad, el propio Leoncio Rodríguez nunca se desprendió de esta herramienta para elaborar sus trabajos.

LEONCIO RODRÍGUEZ (SENTADO, EN EL CENTRO) CON EL PERSONAL DE REDACCIÓN Y TALLERES DEL PERIÓDICO LA PRENSA.

De Diario Republicano a Diario de la Mañana

 

Desde 1910 a 1916, La Prensa se presenta como Diario Republicano, que sustituye hasta que deja de editarse bajo esta cabecera como Diario de la Mañana, con la excepción entre el 22 de noviembre de 1921 al 21 de enero de 1923, que no incluía tal subtítulo.

La impresión de La Prensa causaba tal estruendo con la renovada maquinaria que eran frecuentes las quejas del farmacéutico Juan Feria Concepción, que vivía en la casa lindante.

Crece la tirada del periódico y también la plantilla, con Ildefonso Maffiotte como redactor-jefe, cargo que luego asumió Antonio Marti, con una redacción formada por Juan María Ballester Remón, Domingo Margarit, Joaquín Fernández Pajares (Jacinto Terry), Juan Pérez Delgado (Nijota), José Cáceres (José Montecristo) y Luis Álvarez Cruz…, mientras la administración estaba en manos de Miguel Rodríguez Sacramento.

En los inicios de 1928, La Prensa amplía a ocho páginas su oferta informativa; era el esplendor de los felices 20 con la limitación de espacio en el edificio de Valentín Sanz, que no admitía rotativas para ampliar la paginación.

Los domingos desde el 14 de mayo de 1933 La Prensa logra imprimir en la misma sede 12 páginas por ejemplar. Se incluye en la Primera página el Editorial, con rótulo propio, y las noticias se presentaban con título y pequeños subtitulares o entradillas, lo que convertía el periódico en una publicación más ágil y amena. El coste del ejemplar se eleva a 15 céntimos y la suscripción mensual, dos pesetas y media con una tirada diaria de cinco mil ejemplares.

Ya en la década de los años treinta La Prensa cuenta con dos linotipias (la segunda fue comprada a plazos en 1931 por 35.000 pesetas) y sumaba un fotograbado que manejaba Gonzalo Pórcell. La estereotipia la manipulaba Rafael Hernández y se sumó una rotativa, que imprimía ejemplares de 8 hojas, de segunda mano, como era habitual. Desde 1915 a 1936, La Prensa editó varios monográficos dedicados a municipios.

En la parte baja de la sede del edificio de la calle del Norte estaba la sala de máquinas, que llegó a tener hasta seis trabajadores asalariados, y en el segundo piso la administración, con Julio Fernández al frente, y la redacción. A Domingo RodríguezJuan Pérez DelgadoJosé Cáceres y Luis Álvarez Cruz se sumaron Luis Ramos, Estanislao Gómez Landero y Félix Centeno, que estuvo apenas seis meses en plantilla desde que fue fichado en la Península para cuidar la demandada información nacional e internacional.

Cuenta en su tesis doctoral Julio Yanes que José Rodríguez se encargaba de llevar las suscripciones a los pueblos y Tomás Rodríguez no tenía un cometido específico. Los intelectuales de la época se convirtieron en colaboradores ocasionales aceptando la invitación de Leoncio Rodríguez a exponer en el periódico sus inquietudes. El 14 de febrero de 1939 sale a la calle el último ejemplar bajo la cabecera de La Prensa, fruto de la fusión con el órgano falangista Amanecer, y publica en un recuadro en su primera página: “Nuevo Diario”. “Acordada la fusión de los diarios locales de la mañana para constituir un órgano periodístico, portavoz de las normas y principios del Movimiento Nacional en la provincia de Tenerife, desde mañana, 15 del actual, cesará La Prensa en su publicación, como ya lo ha hecho nuestro colega Amanecer, y en sustitución de ambos comenzará a publicarse con la misma fecha el diario titulado EL DÍA, que se editará en nuestros talleres, y con los mismos servicios y administrativos de esta empresa”. Esta información cierra los 10.885 números de La Prensa.

FOTOGRAFÍA DE ESTUDIO DE LEONCIO RODRÍGUEZ.