Nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1952, Nicolás Febles perteneció a la plantilla de EL DÍA durante 43 años. Por aquella época el periódico se imprimía en la antigua sede de la avenida Buenos Aires, 69, con unos talleres que dirigía Miguel Sanz y en el laboratorio, Juan Hernández, trabajo que a su vez compaginaba con la fotografía.

Durante sus estudios de Formación Profesional en el Taller-Escuela Virgen de la Candelaria (abril-junio de 1969), realiza en las instalaciones de EL DÍA un curso junto con otros alumnos de Los Salesianos y parte del personal de la empresa, que acudía para reciclarse: Francisco Martínez, Julio César y Miguel Ángel Fernández Vera, Daniel Tacoronte, Antonio Herrera, entre otros, que a la postre se convierten en sus compañeros. Tanto Nicolás Febles como sus compañeros de la Candelaria Rafael de León y Domingo González reciben la oferta del entonces administrador de la empresa, Julio Fernández, para quedarse y hacer prácticas en el periódico porque necesitaban personal. “Acabamos en la escuela y entramos en el periódico, haciendo galeradas también para Jornada Deportiva -que salía martes y sábado-, y nos asignaron un turno fijo en EL DÍA”. En octubre de 1970 comienza en nómina y se jubila en 2012.

El periódico de plomo

El linotipista se sentaba delante de una máquina muy compleja, pero con una sincronización perfecta, compuesta por un teclado de 90 teclas, un componedor (en donde caían las matrices de un almacén -que eran las letras-) y su contracaja, un crisol a alta temperatura (300 grados) en el que se derretían barras de plomo para hacer en unos moldes las líneas compuestas por los linotipistas en galeradas fundidas en plomo.

El cajista era el que montaba las páginas (en función de la publicidad): cogía las informaciones en galeradas de plomo, los titulares que lo formaban con el componedor palabra a palabra y creaba la página, con sus huecos para la fotografía y los anuncios, donde iba el grabado, hecho por Juan Hernández en el laboratorio. De ahí salía una página entera fundida de la que se sacaba una prueba, tras pasarle un rodillo sobre un papel y tinta. Luego se hacían las correcciones, reemplazando cada línea de plomo que tuviera alguna errata.

Durante los años setenta, con Ernesto Salcedo en la dirección pasan por la redacción periodistas como Luis Álvarez Cruz, Francisco y Julián Ayala, Elfidio Alonso, Juan Cruz, Tinerfe -en Deportes-, Gilberto Alemán, Álvaro Castañeda, Luis Ortega, Luis León Barreto, Díaz Herrera. “Había un elenco de periodistas impresionantes”, destaca, además de muchos jóvenes de prácticas que pasaron por esta casa. Los periodistas entregaban sus noticias mecanografiadas en papel, que pasaban al plomo los linotipistas, mientras que las noticias nacionales venían por teletipo, que se encargaba de recibirlas Leoncio González. Por aquella época el director de Jornada Deportiva era Alberto Santana (Altober), periódico propiedad de Domingo Rodríguez, hermano de Leoncio Rodríguez.

La paginación oscilaba entre 16 y 24 páginas. “Cuando se celebraban los Consejos de Ministros llegaban unos tochos impresionantes; la jornada se prolongaba hasta la madrugada. Francisco Ayala, entonces redactor jefe, repartía la información para que se picara”.

En 1979 fue designado director José Manuel de Pablos Coello, en una época que coincidió con un cambio de diseño. “Pasamos del plomo, en el número 69 de la avenida Buenos Aires, al sistema offset, en el 71 de la misma calle. En 1975 se adquirió la rotativa Marinoni, que permitía imprimir los primeros colores. Las máquinas de escribir eléctricas IBM y la cinta perforada jubilan a las linotipias. “El periódico estaba formado por Redacción, que era lo importante, y luego estaban talleres y administración”, precisa Febles.

Así funcionaba el OCR

Se escribía en cuartillas que mecanografiaban los teclistas -antiguos linotipistas y nuevas incorporaciones-. Era la época de los OCR: se colocaba la cuartilla y se iba transformando en cinta perforada en rollos para luego pasarla por una de las tres fotocomponedoras. Ahí se creaban las galeradas de papel en unas máquinas reveladoras. Estas galeradas acababan en la mesa de luz, donde los compañeros componían la página sobre una cartulina pegando las fotos, la publicidad y las tiras de papel, previamente encerados. Luego se pasaba al laboratorio. De cada una se obtenía una película que se montaba en un astralón de cuatro páginas, se pasaba a la insoladora, sacabas la plancha y para la rotativa. Cuando era a color, se hacían astralones con las separaciones de color y la reserva de los huecos con el ulano. En los años noventa, las fotografías en color se enviaban a Fotomecánica Contacto, que devolvía al periódico con la separación de colores realizada”.

Las pantallas verdes

Luego vino el Compugraphic, que sustituye las cuartillas de IBM: escribías en unos ordenadores y el texto se veía en verde en las pantallas, salvo en el componedor, donde veías la configuración del anuncio, antesala del gran cambio que supuso el sistema de autoedición Edicom 4000 y la rotativa Uniman Roland.

Nicolás Febles recuerda que en julio de 1989 José Esteban Rodríguez, hijo de José Rodríguez, “me abordó y me dijo que nos íbamos el 1 de agosto a Madrid a un curso; justo cuando yo salía de vacaciones. Le respondí que no sabía nada de informática, que era oficial primera de Fotocomposición; un linotipista que se había reciclado con los diferentes cambios. Me respondió que no hacía falta que conociera la informática. Llegué a mi casa, me estaba duchando y mi mujer me avisó que me llamaban del periódico. Era el contable Domingo Chinea para pedirme datos personales y mi número de DNI para sacarme los pasajes para Madrid. Pensé que estaban locos”. Regresó de Madrid después de la fiesta de la Virgen de Candelaria. “Los cursos eran desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, con tiempo solo para almorzar, terminabas el día loco de la cabeza; Paco Fuentes era el profesor y el gerente de Protec de aquella época fue Juan Vidal”.

“Cuando llegamos a Tenerife me encargaron que organizara los cursos para el personal. Los impartió Paco Fuentes, que estuvo en la Isla unos cuatro meses. Gracias a Dios salió todo bien. Poco a poco íbamos incluyendo nuevas páginas en el sistema anterior, hasta que desde el 1 de diciembre de 1990 se imprimió por completo el periódico, estrenando el diseño que hizo Ricardo Bermejo”.

Revolución 4000

“Celio Fernández era jefe de taller; Roberto Cossío, Pablo Cedrés y Juan José Simancas, jefes de sección, y Pepe Báez, jefe de Fotomecánica. ¡Eran clásicos de ese mundo, con muchos años y preparación, no como yo!”, comenta Nicolás Febles. “Después del Edicomp 4000 vino el Millenium. Otro cambio. “Todo salió gracias a la gran capacidad de todo el personal para adaptarse a cualquier sistema que le pusieras”, destaca Nicolás Febles. En 2005 llega Millenium, de Protec: las páginas se hacen completamente en este sistema de edición.

Nicolás Febles mide la evolución del periódico por páginas: de las primeras 16-24 de sus comienzos en plantilla se pasó a una tirada de hasta 56 y luego de hasta 128, que permitía la Unimam Roland, desde 1991. “Llegamos a hacer 32 páginas de gacetillas, 14 de ofertas de trabajo, el Teledía… ¡Se imprimieron hasta 72 páginas de suplemento más 96 de la tirada normal!”, comenta haciendo cómplice a Luis Lara, jefe de Impresión de esa época: “Le decía que íbamos a reventar la máquina. Se sacaban dos producciones que se unían en la encartadora y, si no, con gente que embuchaba. La cantidad de publicidad era impresionante. Tremendo”.