“El mediodía del 9 de enero de 1979 me hicieron una entrevista en el periódico EL DÍA y a las dos de la tarde ya vine a trabajar, y al día siguiente ya tenía un tocho de páginas para hacerlas”. Así recuerda sus inicios laborales María Laudelina Savoie Gutiérrez, a quien todos conocen en la Casa como Malau. “Para poder contar las líneas de los textos teníamos unas reglas hechas con cartón; que también permitían medir los caracteres, y diseñabas las páginas sobre hojas de papel de periódico en blanco en las que marcabas. El texto se marcaba en bloques negros y las fotos, en rojo”.

Malau llega al periódico tras el esplendor que vivió con Ernesto Salcedo. Casi en la misma fecha que fue contratada en EL DÍA, el periódico encomienda la dirección a José Manuel de Pablos Coello, un chicharrero que por aquella época trabajaba en Madrid.

“Estaba estudiando Bellas Artes. Mi suegra -esposa de Julio Fernández, administrador de EL DÍA desde la época de Leoncio Rodríguez- le comentó a la madre de José Manuel de Pablos si necesitaba personal”. Malau Savoie perteneció a EL DÍA durante sus 39 años de vida laboral. “Mi único objetivo diario era tener la satisfacción de haberme ganado el sueldo porque mis neuronas han patinado bastante bien. Con eso yo ya era feliz si tenía la gratitud de innovar”.

“El periódico de entonces tenía pocas páginas y menos publicidad, con un diseño muy pobre, muy básico. José Manuel se pone en contacto con Fernando Lallana, un catedrático que daba clase en la Universidad Politécnica de Madrid. Se traslada a Tenerife y cambia todo el diseño del periódico, desde la cabecera, que incluye la cabecera de EL DÍA en rojo. Se ponen fotografías junto a la cabecera, una innovación para la época, y hasta establece la forma de trabajo: se maquetaban los textos en negro, la publicidad en rojo y la fotografía en azul. Le daba más importancia a la fotografía que al texto para acaparar la atención del lector, por eso exigía buenas imágenes”. Para Malau Savoie, De Pablo volvió a levantar el periódico en la década de los años ochenta.

El periódico de los 80

Malau Savoie recuerda a Juan Antonio Padrón Albornoz, Luis Ortega, Juan Carlos Carballo -que luego fue director de la agencia Efe-, José Rodríguez -entonces apoderado del periódico que en los ochenta asumió la dirección del periódico-, Pancho Ayala, Julián Ayala, Elfidio Alonso, Gilberto Alemán…”. “Cada redactor tenía su máquina de escribir, había una gran mesa para los compañeros de Deportes mientras que las máquinas eléctricas IBM las utilizaban en talleres. Ahí se llevaban los textos de los periodistas que, tras ser supervisados por los correctores, se enviaban para codificarlo, tarea que realizaban los teclistas y de ahí seguía a los lectores, que era una nevera, de la que salían las galeradas de papel. Ya en talleres, con unos rodillos de cera, se cortaban las columnas de periódico en papel, que se iban pegando”.

También recuerda a aquellos periodistas de la Península que vinieron a Tenerife a hacer el servicio obligatorio militar, algunos trabajaban por la mañana en la revista militar y por la tarde iban al periódico. “Había una gente vasca que era para quitarse el sombrero, también valencianos, navarros… Daba gloria leer sus textos”, para destacar una época de gran compañerismo, pone en valor.

Una vez se cambia el diseño del periódico, se incorporan más redactores y maquetistas. “Cuando entré era la única chica en la Redacción, si bien había otras mujeres en Administración, caso de María del Carmen Rodríguez, sobrina de Leoncio Rodríguez, que llevaba el control de la caja junto a Ana María Acosta Martín, o Palmira Barrera, en talleres, u Olga de Armas, en contabilidad. Fui la primera que me casé y también la primera que tuve hijos como miembro de la plantilla”.

“Había una comunicación enorme entre maquetación, talleres, fotomecánica y rotativa”. Recuerda el día que se le ocurrió sacar unos pies de fotos en forma de una barrita para ganar altura a la fotografía. “Me arriesgué y al poco tiempo salió en El País. Nosotros lo hicimos por necesidad”.

También tuteó los primeros bitonos que comenzaron a incluirse en la impresión de EL DÍA. Fue con una escultura silueteada de Chillida, publicada en rojo, que ilustró una exposición en el Colegio de Arquitectos. Siempre preguntaba a los compañeros de fotomecánica, talleres y rotativa si era posible para no dañar ni la máquina ni la tirada, explica Malau, que buscaba la novedad e implicaba a los compañeros de todas las secciones, “necesarios por igual en la cadena de producción”. Algo similar ocurrió en el Teledía cuando incluyó la página infantil.

Entre las noticias más impactantes, recuerda cuando, estando trabajando, escuchó el golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Y antes, las elecciones municipales del 3 de abril de 1979, cuando entraron a las tres de la tarde y salieron a las nueve de la mañana del día siguiente. “La información venía por teletipo, no había fax”.

Hasta se sortearon pisos y coches

“En principio el periódico salía con 36 páginas, hasta que Lucrecio Miralles, entonces jefe de Publicidad, se pateó la ciudad, se incrementó la publicidad y el periódico volvió a venderse más; hasta se sortearon pisos y coches entre los lectores. Se llegó a la máxima paginación que permitía la rotativa de la época, 56 páginas; era tanta que no cabía y se hasta se rechazaba. Entonces se gastaba suela y no fondillos de pantalones”.

“La redacción era inmensa; si coincidíamos todos los turnos no cabíamos. El periódico tuvo hasta un médico y un ATS por la cantidad de trabajadores”.

Malau Savoie recuerda también la época de Manuel Trapote como subdirector, a comienzo de la década de los noventa, y destaca a Ricardo Acirón al frente del mismo puesto y la labor de Antonio Rodríguez en la Administración del periódico en el equipo que lideró José Rodríguez desde los años ochenta. “EL DÍA ha sido mi casa, mi familia, y en la sociedad sigue siendo el referente”, dice con voz entrecortada.

Malau Savoie vivió otros cambios de diseño, en diciembre de 1990, según las pautas de Ricardo Bermejo, y en 2016, obra de Sergio Fernández Madan.

Y desvelas algunas pautas de su magisterio. “No es lo mismo tratar una página de cultura, o incluso de un grupo de rock duro, que la entrevista a un político. Siempre las páginas de Canarias, y de política en particular, reciben un tratamiento más sobrio, y las de cultura, más artístico. Abrías el periódico y veías la diferencia entre secciones, porque cada una tiene su personalidad”. Con Malau Savoie el periódico pasó del corte americano, que parecía un tetris, eso se suprimió con Lallana y resurgió con el incremento de publicidad, hasta que lo reordenó de nuevo Ricardo Bermejo. “Con la adaptación a los primeros ordenadores había cosas ante las que te veías impotente porque antes las hacías de forma manual y la técnica no daba respuesta a todo lo que tenías en la mente”. Igual pasó del periódico codificado a las galeradas de papel y al astralón, cuando la página ya salía en película directamente, que se hacía con unas máquinas dignas de un museo”.