El hotel The Ritz-Carlton, Abama denomina a sus propios trabajadores Damas y Caballeros, motor de un servicio que satisface las necesidades de todos los viajeros.

Un hotel puede, o no puede, acoger gran parte de la esencia del destino donde se ubica. Ambas opciones son legítimas, pero aquellos viajeros que apuestan por descubrir el mundo con mayor intensidad encuentran en los primeros un refugio donde ver expandidas sus emociones y recuerdos.

Si a esta capacidad de evocar y generar momentos únicos e irrepetibles para los visitantes, un hotel es capaz de hacerlos sentir como en casa, la experiencia se multiplica.

Esa es la principal misión del hotel The Ritz-Carlton, Abama; extender los valores de una marca que lo es todo en el universo de los viajes de lujo a nivel internacional, e imbricarlos con la esencia y la personalidad de una tierra tan poderosa como Tenerife. “Ser parte fundamental de destino, no solo estar, se trata de pertenecer y hacerlo de manera auténtica”, en palabras de Gregory De Clerck, Director General del hotel desde 2019.

Un resort como The Ritz-Carlton, Abama con una extensión de 162 hectáreas que incluyen exuberantes jardines botánicos, diez restaurantes –dos de ellos con estrella Michelin–, siete piscinas, un campo de golf de prestigio y un sinfín de facilidades para responder a las demandas de todo tipo de viajeros, es un enorme motor que funciona a la perfección engranando todas las piezas que lo componen y dan forma. Y la esencia de esa perfección en la atención y vocación de servicio se basa en nuestro genuino carácter insular por acoger a los viajeros y hacerles ver que nuestra casa es su casa.

Nuestra arquitectura, nuestra comida, nuestros paisajes naturales, nuestras experiencias wellness y actividades deportivas, todo conecta con una isla única que nos ofrece, y ofrece a nuestros visitantes, el mejor regalo de todos; convertir a nuestro hotel en un oasis rodeado de belleza natural e infinitas posibilidades.