A grandes males, grandes remedios, tal y como reza el dicho popular. ¿De ahí que Bodegas Torres haya decidido lanzar una campaña de apoyo a Canarias como destino turístico?

Así es. El Archipiélago es un territorio que se ha visto gravemente afectado por la pandemia del Covid. Así se refleja en los bajos niveles de ocupación hotelera, como también en la merma que ha sufrido el negocio de la restauración. Y si bien en un principio parecía que se había conseguido abrir corredores sanitarios desde Inglaterra o Alemania hacia las Islas, la evolución del virus ha provocado una vuelta atrás. Ante tal situación, desde Bodegas Torres hemos propuesto que tan pronto como sea posible se reanuden los viajes, utilizando como plataforma los recursos a nuestro alcance en estos mercados, cifrados en 3,5 millones de impactos, tanto en lo relativo a puntos de venta como también en campañas de redes sociales, sumando acciones como el sorteo de viajes a las Islas para de esta manera exportar la imagen de un lugar fantástico por su naturaleza y también ligado a la buena gastronomía.

Además de seguro, ¿no?

Sin duda. Creo que Canarias es uno de los espacios que debería estar entre los primeros en abrirse al exterior, por las condiciones ligadas a la insularidad, que representan una garantía para los visitantes.

La campaña se centra en dos vinos, dos marcas señeras, Sangre de Toro y Viña Sol.

Son las referencias de Bodegas Torres que mejor se distribuyen en estos mercados y que, por tanto, nos sirven de plataforma en el lanzamiento de esta campaña. Además, se trata de unos vinos que han estado ligados tradicionalmente a Canarias como destino turístico.

Además, ustedes también impulsan una iniciativa a través de startups.

Es un proyecto muy interesante que hemos puesto en marcha con la colaboración de Damm y Mediapro y que se centra en una competición dirigida a los jóvenes, orientada sobre cómo gestionar ideas creativas en cuanto a la afluencia de clientes, en cómo garantizar las condiciones sanitarias y optimizar la rentabilización de las visitas, una digitalización que busca la eficiencia de los restaurantes y soluciones para acomodarse a esta situación desde las nuevas tecnologías.

A los viticultores, acostumbrados a convivir con plagas, un virus no les resulta ajeno. Pero ¿cuál ha sido el impacto del coronavirus en el desarrollo de una bodega como Torres?

Obviamente, ha tenido un impacto importante. En España, la mitad de nuestras ventas se concentra en el sector de la restauración y también en buena parte de nuestro negocio dirigido a la exportación. Pero este año estamos celebrando nuestro 150 aniversario y eso nos da una cierta perspectiva para entender que, a lo largo de la historia, se han sucedido diferentes crisis. Esta no es la primera generación de la familia Torres que se ha tenido que enfrentar a un escenario complicado. En tiempos de mi abuelo, la bodega fue blanco de un bombardeo en la Guerra Civil. Aquello lo obligó a endeudarse y buscar soluciones para volver a levantar el negocio de los vinos. Antes, durante la época de la fundación de la bodega, España perdió la colonia de Cuba, lo que implicó un cierre para las empresas dedicadas a la elaboración de vino. Nuestra historia, por tanto, está jalonada de momentos difíciles, pero estamos con las miras puestas en 2021, convencidos en la recuperación.

El relevo político en el Gobierno de EEUU, con la llegada de Biden y la salida de Trump, ¿cree que va a significar un cambio en la política proteccionista y una apertura comercial?

Como empresa nunca nos hemos significarnos en los aspectos relacionados con la política. Sin embargo, durante el tiempo de mandato del presidente Donald Trump, es verdad que los efectos en las bodegas que exportan sus vinos a ese país ha sido negativo, empezando por los aranceles que se han impuesto a la importación de los productos europeos, como también a la guerra comercial abierta que ha mantenido con China. No obstante, tenemos la esperanza de que la nueva administración norteamericana sea más abierta a las relaciones internacionales. En este sentido, consideramos que tiene algo extremadamente positivo y es su intención de alinearse con los acuerdos de París en la lucha contra el cambio climático. Para el mundo del vino representa un aspecto clave y nos da muchas esperanzas.

A propósito, Bodegas Torres se está significando por su compromiso con la reducción de la huella de carbono.

La planta de la vid es extremadamente sensible a las alteraciones de las temperaturas, hasta el punto de que unos pocos grados arriba o abajo supone un cambio en las características del vino. Hay dos aspectos clave. De un lado, cómo nos adaptamos en los lugares donde estamos para elaborar vinos de alta calidad, y ahí podíamos entrar en la recuperación de variedades ancestrales más resistentes a las altas temperaturas, pero también a la reducción de la huella de carbono, que es un objetivo que nos planteamos hasta llegar a la neutralidad.

El cambio climático es una realidad que asoma y amenaza.

Está ahí y representa un nuevo escenario en cuanto a la producción de vinos. En este sentido, desde Bodegas Torres hace años que hemos asumido esta realidad y estamos plantando viñas en zonas de los Pirineos, como en la montaña más alta del Priorato, algo que hace un tiempo resultaba impensable.

¿Cree que esto va a cambiar nuestras vidas?

Considero que el cambio que se produce no se percibe en el día a día y esto realmente juega en su contra. Sin ninguna duda, la próxima crisis que vamos a vivir, aunque ahora no la percibimos con claridad, va a ser la relacionada con el cambio climático. Tenemos muy pocos años para reducir nuestras emisiones de carbono. De seguir con este modelo, a final de siglo podríamos aumentar la temperatura del planeta hasta en cinco grados, lo que representa un escenario realmente terrible, donde el vino será lo menos importante porque se van a generar un sinfín de problemas mucho más importantes.