En 1954 se declaró por Decreto el área de La Caldera de Taburiente como Parque Nacional, a instancias de un grupo de artistas y hombres de estudio. Pocos son los datos que se disponen sobre la existencia de presiones sociales para que tan emblemático espacio fuera declarado Parque Nacional. La primera referencia data de 1934, cuando un concejal de La Palma formula una petición de declaración de este espacio como Parque Nacional, pero esta propuesta fue rechazada, ya que La Caldera era una finca de particulares.

La ley 4/1981 de reclasificación supuso una ampliación del Parque hasta las 4.690 ha y la incorporación de una Zona Periférica de Protección que comprende 5.956 ha. El territorio protegido pudo ser mayor pero los ayuntamientos y particulares que tenían que aportar los terrenos no tomaron a tiempo los acuerdos correspondientes. Por ello la ley en uno de sus artículos permite la incorporación de nuevas fincas colindantes con el Parque en cualquier momento.

La espectacularidad de esta hendidura de ocho kilómetros de diámetro y hasta uno y medio de profundidad, recubierta de densos bosques de pino canario y surcada por profundos barrancos no se aprecia bien en fotos; hay que verla en persona. El Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, situado en el centro de la isla de La Palma, es la mayor atracción turística de la isla, una Reserva de la Biosfera de la Unesco.

Hace 4 millones de años en medio del océano la actividad magmática submarina fue tan fuerte que terminó provocando que unas coladas emergiesen. Éste sería también de hecho el origen de una nueva isla, a la que muchísimo tiempo después llamarían La Palma. Cuando el «empuje» paró, tuvo lugar el colapso de la zonaque había ascendido. Al hundirse, todo el material de su interior se vertió hacia el mar, a través de un cauce que abrió por su extremo suroeste. La caldera se vació por tanto y con la erosión constante del agua se formó lo que hoy conocemos como Caldera de Taburiente. O lo que es lo mismo: un gigantesco agujero rodeado de altas cumbres de entre 1.700 y 2.400 metros que preside la mitad septentrional de La Palma.

La Caldera de Taburiente es así uno de las mayores depresiones de este tipo del planeta: 8 kilómetros de diámetro, 28 kilómetros de circunferencia y hasta 2.000 metros de desnivel. En estos millones de años que han transcurrido, el enorme hueco de la caldera se ha ido cubriendo de vegetación, principalmente pinos canarios, y de animales. La vida se ha abierto camino, gracias sobre todo a la gran cantidad de agua que hay en su interior, en forma de ríos y arroyos.

La especie que predomina y configura el paisaje es el pino canario (Pinus canariensis), una de las peculiaridades del pino canario es que tolera los incendios gracias a su adaptación milenaria al fuego producido por las erupciones volcánicas: se quema la corteza pero internamente sigue viviendo. Acompañando al pino canario se encuentra el amagante (Cistus symphytifolius), estas especies endémicas de las Islas canarias son estupendas colonizadoras de suelos muy pobres y han proliferado en estos inhóspitos suelos volcánicos.

Encontramos también otras jaras (Cistus monspeliensis) a cuyos pies crece una planta parásita prácticamente enterrada, la batatilla o vaquita (Cytinus hipocistis).

En el interior de la caldera está presente la laurisilva: formaciones de faya y brezo que en Canarias se denomina monte verde, de gran importancia ecológica pues es fuente abundante de abono orgánico y agente condensador de las brumas que se forman en la Caldera, aportando agua al terreno. Tenemos así la faya o haya de Canarias (Myrica faya) y el brezo (Erica arborea).

En el interior de los barrancos donde la humedad es más abundante en los restos del bosques de lauráceas: acebiño (Ilex canariensis), loro o laurel (Laurus azorica), barbusano (Apollonias canariensis), viñátigo (Persea indica) o el marmolán (Myrsine canariensis).

Otras especies frecuentes son el sauce canario (Salix canariensis), el tajinastes (Echium), el helecho común (Pteris aquilina), el bejeque (Aeonium, Greenovia, Aichryson), la tabaiba (Euphorbia), el verodes (Senecio kleinia).

Por encima de los 1.700 metros podemos encontrar el codeso (Adenocarpus viscosus), el cedro de Canarias (Juniperus cedrus), el pensamiento de las cumbres (Viola palmensis), el tajinaste azul (Echium gentianoides), o el retamón (Teline benehoavensis).

La mayor parte de la fauna del parque está representada por artrópodos, principalmente insectos, aún insuficientemente estudiados y se ignora cuantas especies diferentes puede haber; como en el resto de grupos taxonómicos los endemismos son abundantes. Abundan la escolopendra, que alcanza un tamaño de casi un palmo de longitud, y la araña lobo. A una altura de 2000 metros existe una cueva donde vive un escarabajo cavernícola endémico de la Palma, tiene como peculiaridad que ha perdido los ojos y la pigmentación.

La fauna vertebrada es escasa y la mayoría son especies introducidas a excepción de los murciélagos, algunos anfibios, reptiles y peces.

El arruí, las cabras, los conejos, que son una grave amenaza para las plantas endémicas, algunos gatos asilvestrados y cuatro especies de murciélagos como el murciélago rabudo, el murciélago orejudo canario, el murciélago de montaña y el murciélago común son algunos de los mamíferos que habitan este paraje.

Entre las aves, el parque cuenta con el cernícalo (Falco tinnunculus canariensis), la paloma bravía (Columba livia canariensis), la paloma rabiche (Columba junoniae), la graja o chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax barbarus), el cuervo (Corvus corax tingitanus), el mirlo (Turdus merula agnetae), herrerillos (Parus caeruleus palmensis), o la curruca capirotada (Sylvia atricapilla atricapilla).

La caldera de taburiente es también el hogar de dos anfibios: la ranita meridional (Hyla meridionalis) y la rana común (Pelophylax perezi), y de dos reptiles: el perenquén de Delalande o salamanquesa (Tarentola delalandii) o el lagarto tizón (Gallotia galloti).

Se trata de un murciélago de tamaño medio, 40-46 mm, y las hembras son más grandes que los machos. Sus enormes orejas miden aproximadamente 40 mm. De color marrón muy oscuro, un poco más claro cuando crecen, son animales nocturnos que han perdido casi por completo el sentido de la vista y en cambio han desarrollado una capacidad con la que calculan la distancia a los objetos a través de la emisión de ultrasonidos y la interpretación del eco de los mismos, esta peculiar habilidad se denomina “ecolocación”. Es una especie endémica que está muy afectada por el uso de insecticidas y por la destrucción de su habitat, por lo que está especialmente amenazado al no encontrarse en ningún otro lugar del mundo.