¿Fue un hecho importante aquel acto de firma del gran paquete de transferencias de octubre de 1985?

En aquel momento era importante porque entre otras razones la Comunidad Autónoma de Canarias había nacido con un apoyo escaso políticamente hablando porque la mayoría de los ciudadanos durante la Transición habían apoyado rotundamente a la UCD de Adolfo Suárez, algo que incluso se puso de manifiesto con la votación del Estatuto de Autonomía. Poner de acuerdo a los diputados de ambas provincias fue una tarea dificilísima.

Si a eso le añadimos las maneras en las que actuaban algunos medios de comunicación y las posturas, sobre todo en la isla de Tenerife, la tarea era más complicada. Ya se había criticado mucho la celebración del Día de Canarias en la primera edición, que fue en 1984, aunque también tuvo cierto empaque aquel acto solemne de la firma de las transferencias con Alfonso Guerra, porque resultaba ya una cosa importante el simple hecho de que viniera a ese acto el único vicepresidente del gobierno de Felipe González que en ese momento tenía.

Realmente hubo luego muchas más transferencias; no fueron las últimas aquellas firmadas en 1985 entre usted y Alfonso Guerra.

Claro que no. Han habido otras transferencias importantes, como es el tema sanitario que precisamente ocurre cuando yo estoy como Ministro de Administraciones Públicas y gobernaba Manuel Hermoso en el Archipiélago. Pero eso no acaba aún ahí porque mira como ahora con el nuevo Estatuto de Canarias existen otras variaciones y demandas; a veces recibimos competencias que la ciudadanía incluso se plantea, y hasta nosotros mismos, para qué necesitamos esto. Por ejemplo en asuntos como materia penitenciaria cuando ninguna otra comunidad salvo Cataluña y el País Vasco las tienen.

¿Era difícil posicionarse como protagonista en el plano político cuando Canarias era una región poco conocida?

Totalmente. Para muchos, España acaba en Cádiz. Sin embargo en las islas se continuaban desarrollando estrategias que reforzaban la importancia de nuestro papel en el país y en la Unión Europea, que era también nuestro objetivo a largo plazo, que es como hay que trabajar en política.

La inauguración de los observatorios del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en mayo de 1985 en Tenerife y La Palma fue un espaldarazo a darnos a conocer con reyes y reinas, jefes de Estado y ministros de 10 países de la Europa occidental, que participaban en distinta medida en un mismo proyecto científico puesto en marcha en 1979. Acudieron los Reyes de España acompañados del príncipe don Felipe y las infantas doña Elena y doña Cristina.; el presidente de la República Federal de Alemania (RFA), Richard von Weizsache; la reina Margarita II de Dinamarca; el rey Carlos Gustavo XVI de Suecia y la reina Beatriz I de los Países Bajos, junto con sus respectivos esposos. Patrick J. Hillery, presidente de la República de Irlanda, se desplazó también ese día a Canarias y del Reino Unido viajaron los duques de Gloucester... Eso era sobre todo un reconocimiento de cara al exterior a la Comunidad Autónoma de Canarias.

¿Influía todo aquello en sensibilizar sobre la realidad y las necesidades de las Islas Canarias y su población?

Sin duda estamos hablando de una piedra básica para el desarrollo de del Archipiélago. No seríamos lo que somos hoy si no subiera aprobado todo lo que se fue logrando; incluso Felipe González reconoció en un discurso en el Congreso de los diputados en la legislatura siguiente que Canarias ha habían optado por un modelo con el que integrarse a Europa que no era con el que el gobierno de Madrid quería, pero Madrid lo negoció poniendo al frente a Fernando Morán, Ministro de Exteriores entonces, y le costó mucho la negociación con el presidente de la comisión que era por entonces Jacques Delors aunque, en fin, cuando las cosas suceden y se ven con perspectiva histórica tienen lecturas bien distintas, como es el caso de reconocer nuestras especialidades, que es como podríamos definir lo que sustituye al llamado Protocolo II con la diferenciación actual de Regiones Ultra periféricas. Canarias ha ido manteniendo una personalidad dentro de la Unión Europea que es muy distinta a la de otros países y algunos no les parece una victoria.

¿En qué percibía el ciudadano la aprobación de aquel paquete de transferencias de 1985?

La importancia de la firma de aquel Gobierno con el vicepresidente del Gobierno central Alfonso Guerra no se entendería si no recordamos cuál era el sistema de financiación que tenían las Comunidades Autónomas en esa primera legislatura, que era la del Coste Efectivo, y de eso la gente se olvida. Con aquello se establecía la obligación de que todas las entidades locales calculasen y comunicasen al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas antes del 1 de noviembre de cada año, el coste efectivo de los servicios que prestan, partiendo de los datos contenidos en la liquidación del presupuesto general y, en su caso, de las cuentas anuales aprobadas de las entidades vinculadas o dependientes, correspondiente al ejercicio inmediato anterior.

Sin embargo, no se entraba en ese momento en financiar dotaciones nuevas que necesitaba acometer la comunidad y era inviable con los recursos que tenía por insuficientes. No solo era el ceder determinados instrumentos y documentos que tenían poco peso. Se trataba de obtener la financiación precisa, que llega a Canarias en la segunda legislatura, como al resto de las comunidades que empezaron a disfrutar de una financiación directa como se llevaba mucho tiempo exigiendo al Gobierno de España.

¿Cuál era la situación de Canarias en aquellos años 80 del siglo XX?

Había una enorme necesidad de escuelas, por ejemplo, en Canarias. No existía una región como la nuestra, que iba a vivir del turismo, que no tenía una Escuela Oficial de idiomas. Junto al Estado decidimos que lo primero que había que transferir era la Educación. Entonces nos vino todo pero no podíamos ampliar ni construir nuevas escuelas porque con los acuerdos anteriores no nos llegaba dinero para nuevas obras. Hubo que crear un impuesto y fuimos los primeros en idear el de los carburantes que se utilizó para potenciar el sector educativo y del cual saldrían muchos millones de pesetas de entonces.

Realmente, leyendo lo que se escribía en aquella época Canarias no tenía nada o casi nada.

Nada de nada. De hecho, le digo que cuando volvía ser presidente en el 91 se tuvo que negociar mejor la mejora del sistema de financiación para cambiarlo porque en el anterior no creíamos incluso que estuviera reflejado ni el coste de insularidad. Mientras se llevaban a cabo esas negociaciones yo estaba en un acto, inaugurando algo en la casa de la cultura del Ayuntamiento de Mazo, y en plena celebración me llaman el consejero de Hacienda que estaba en la reuniones en Madrid y me dice que no seden en el coste de la insularidad. Recuerdo que le dije que que votase en contra. El sistema de financiación siempre ha sido un tema polémico porque cuando por ejemplo Sanidad lo gestionaba Madrid Ernest Lluch nos decía que nosotros no estábamos tan mal en Canarias. Recuerdo que hablaba de que tenía las cifras con tantas camas por habitante y claro, no le parecían que se necesitara nada más. Le expliqué que ese cálculo de tantas camas por habitante funcionaría en otras provincia pero por la insularidad los enfermos que estaban en Fuerteventura o en La Gomera no tenían acceso hospitalario necesario como por ejemplo a los servicios de diálisis. Le dije que todas las camas que hay no me las dividiera por provincias porque somos los ciudadanos de cada isla y los servicios que se prestan allí. Acabó viniendo a Gran Canaria en 1985 o 1986 e incluso aprovechó y estuvo aquí viendo el partido de la Unión Deportiva Las Palmas en el viejo Estadio Insular contra el FC Barcelona. De todas formas, como habíamos hablado antes, esto tampoco ha sido un proceso que se acabara en 1985; sin ir más lejos hubo que esperar hasta los años 90 para recibir las transferencias en materia sanitaria plena.

Y usted como ministro casi que tuvo que indicar en Madrid dónde se encontraba Canarias sobre plano.

Era yo el que estaba en el ministerio precisamente para, entre otras cosas, poner a Canarias en el mapa oficial de España. Hay que conocer un poco más nuestra tierra y saber qué es lo que ha sucedido, estudiar un poquito más la asignatura Canarias, les decía yo porque ellos se quedan en Cádiz.

¿Y contaba con apoyo a toda esa labor en Canarias?

Para nada. Incluso los medios de comunicación estuvieron en contra pero eso ya venía del proceso de preautonomía. Desde entonces eran habituales las confusiones de nombres y demás cuando hablaban de Canarias, como sigue pasando ahora.

¿Y por qué no había acuerdo?

Era muy difícil acercar posturas pero finalmente se logró. Recuerdo las interminables reuniones para crear el Estatuto de Canarias, que casi no sale. Luego estuvo la creación de las Autonomías y también una falta de acuerdo entonces que finalmente también se pudo solventar. Primero fue si optábamos por tomar la vía lenta o la vía rápida y doce ayuntamientos habían pedido la vía rápida pero eso requería una serie de referéndums que tenían sus riesgos como un alto abstencionismo, muy alto posiblemente por problemas de estadística ya que alguien natural de una isla estaba residiendo en otra y se apuntaban en dos residencias. El temor era también que Cubillo pudiera aferrarse a la abstención y entonces entendiera que no habría una opción de Autonomía sino la opción de independencia. Fue con este panorama cuando se decidió en una reunión en el Hotel Santa Brígida que íbamos a optar por la vía lenta. Recuerdo que en la primavera del 82 en una cena en un restaurante que había cerca del Congreso se logra también un acuerdo con la doble capitalidad, la sede de la Delegación del Gobierno y llegó el Estatuto del 82.

Le escucho y sólo me viene una pregunta a la cabeza hablando de tantas reuniones, desacuerdos y finalmente acercar posiciones y firmar pactos: ¿con la clase política actual se habría logrado llegar a tantos puntos en común?

Con la talla de la clase política actual no hubiéramos conseguido nada.