La valentía de dos pioneros

En octubre de 2005 estrenaban Juan Antonio Martín y Manuel Álvarez en Las Palmas de Gran Canaria la Ley de Matrimonio Igualitario tras 18 años de relación.

Juan Antonio Martín y Manuel Álvarez el día de su boda en Gran Canaria, celebrada en octubre de 2005.

Juan Antonio Martín y Manuel Álvarez el día de su boda en Gran Canaria, celebrada en octubre de 2005. / ED

Las Palmas de Gran Canaria

Juan Antonio Martín y Manuel Álvarez, la primera pareja homosexual que contrajo matrimonio en Las Palmas de Gran Canaria, en octubre de 2005, todavía recuerdan «los nervios» que pasaron por aquella celebración donde constataron oficialmente sus 18 años de relación. «Son ya 38 años juntos pero aún nos parece un sueño aunque no sólo es amor, ya sabe... La convivencia también implica altos y bajos en cualquier pareja, y quien diga lo contrario miente, pero nosotros llevamos unidos el tiempo suficiente para conocernos», confiesa este tándem de pioneros.

La boda de Juan Antonio Martín, en 2005 policía local de Las Palmas de Gran Canaria, y Manuel Álvarez no estuvo exenta de polémica: primero porque el enlace lo promovió y financió el empresario José Manuel Toledo Godoy, fallecido propietario de la cadena de sexshops Jomatog, y segundo por la intensión de Martín de casarse con el traje de gala del Cuerpo al que pertenecía, un deseo que le prohibían.

A las 21.00 horas del día siete de octubre de 2005, la concejala del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria Eulalia Guerra oficiaba en la ermita del Pueblo Canario de la capital grancanaria aquella ceremonia histórica que tuvo entre sus invitados a Jerónimo Saavedra; la presidenta del extinto Compromiso por Las Palmas, Nardy Barrios; el exconcejal Arcadio Díaz y quien fue diputada socialista, la política Teresa Morales, entre otros.

La pareja contaba esta semana que con el paso de los años «hemos sido más conscientes de lo importante que era lograr esa igualdad defendida con la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, un derecho que nunca deberían arrebatarnos». Dicen que «administrativa, social y económicamente todo cambió para nosotros gracias a poder casarnos. De hecho», bromean, «al menos como matrimonio hacemos la declaración de la renta conjunta».

Sobre los discursos de odio confiesan que «vivimos el presente y con los años hemos visto de todo así que no nos paramos en pensar más allá». «Lo políticamente incorrecto sería opinar de algo que no hemos vivido ni oído directamente de nadie con relevancia suficiente porque pensamientos tenemos todos, otra cosa es su ejecución; hay que dejar que piensen y hablen, luego se verá qué pueden hacer», añaden.

Volviendo al día de su boda «lo recordamos en la lejanía y aún así no nos terminamos de creer lo que nos pasó. Se celebró a lo grande», rememora, «pesara a quien le pesara y con todos los impedimentos, pero llegó ese día a todo trapo en el Hotel Santa Catalina, como le gustaba a José Manuel Toledo, para quien aún tenemos un recuerdo muy grande por apadrinar nuestra boda». «Incertidumbres todas», añaden sobre los preparativos de su enlace, «viendo como en otras poblaciones estaban actuando contra la Ley los diferentes juzgados pero con la ilusión y esperanza de que en nuestra ciudad, como al final sucedió, el propio juez, magníficos, entendió nuestros sentimientos, nervios e inquietudes» y propició la documentación para que Juanma y Manuel cumplieran su sueño de ser felices. Juntos.

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