Cuando la felicidad no entiende de edades
Nunca es tarde para enamorarse y mucho menos, como demuestran Lorenza Machín y Carmen Cazorla, para contraer matrimonio. Casadas en 2019 con 73 y 58 años, respectivamente, la pareja ha contado incluso con la complicidad de los hijos que tuvo Lorenza con su primer esposo, del cual se divorción tras 40 años juntos.

Lorenza Machín y Carmen Cazorla el día de su boda, en 2019, en Fuerteventura. / ED
Recuerda la escritora y activista LGTBIQA+ Lorenza Machín a sus 79 años que «al año del divorcio» de su esposo, con el cual estuvo cuatro décadas casada, «se me cruzaron unos ojitos de mujer, hubo unas cuantas palabras y un aceleramiento del corazón, rápido, rápido y un cosquilleo... y un mirar hacia la luna que entonces estaba más bella. Ahí me di cuenta de que en mi puñetera vida había sentido eso y no había estado nunca enamorada». Aquellos «ojitos» a los que se refiere eran los de Carmen Cazorla, con quien acabó contrayendo matrimonio en 2019 en Fuerteventura.
Cazorla tampoco era una chiquilla cuando Lorenza se cruza en su camino. Con los 63 años ya cumplidos, fue ella quien le hace entender a la autora que juntas podían ser felices reescribiendo mano a mano un nuevo capítulo en sus vidas con el amor como pilar fundamental.
Carmen Cazorla y Lorenza Machín presumen de haber tenido siempre la complicidad de sus familias. La escritora, de hecho, era madre de dos hijos «que siempre me apoyaron», cuenta esta mujer nacida en La Isleta que a los ocho años se mudó con su familia a Fuerteventura. Su infancia y adolescencia la recuerda dedicada al cuidado de sus hermanos y ayudando a sacar la casa adelante además de haber trabajado de vendedora, limpiadora, auxiliar de enfermería en el servicio de maternidad de un hospital y actriz.
No fue hasta los 20 años que, embarazada, se casó con el padre de sus hijos y sacó sus estudios primarios.
Su esposa desde hace casi seis años, a quien Lorenza conoce porque trabajaba en una tienda a la cual acudía con cada vez más asiduidad «sin saber muy bien por qué», reconoce la escritora y activista en referencia a la atracción «desconocida» que sentía hacia Carmen, había vivido con más normalidad y libertad su orientación sexual aunque tampoco le fue del todo fácil.
La pareja de septuagenarias siempre estuvo vinculada al activismo LGTBIQA+ «incluso cuando yo no sabía que era lesbiana», rememora Machín, quien confiesa no haber tenido nunca miedo salir del armario: «Si la gente me quería cuando era heterosexual y salía a la calle a defender al colectivo, ahora con más razón tengo que salir a la calle con la frente bien alta y decir que me he enamorado de una mujer».
«Partidos como Vox son unos genocidas que dicen barbaridades», reflexiona sobre «los preocupantes», como la pareja los define, discursos homóbofos. «Si las dicen pueden cometerlas», añade antes de concluir reconociendo que «se ha avanzado mucho en derechos LGTBIQA+ pero quedan cosas por hacer, en especial con las personas trans».
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