La empresa canaria que desarrolla biocombustibles con algas lanza un SOS: "Nos está costando conseguir financiación"

La bióloga marina Mar Fernández apostó por Canarias para emprender y buscar soluciones al cambio climático, sin embargo, apenas un año después, encuentra mucha "letra pequeña" que desconocía

Mar Fernández, bióloga marina, en el Muelle Deportivo de Gran Canaria

Mar Fernández, bióloga marina, en el Muelle Deportivo de Gran Canaria / Andrés Cruz

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Santa Cruz de Tenerife

La bióloga marina madrileña Mar Fernández asentada en Alemania, decidió emprender en Canarias empujada por un robusto entramado científico dedicado a la investigación marina y las condiciones climáticas del Archipiélago. Con su empresa Macrocarbon la investigadora busca combustibles alternativos para la aviación, pero la falta de financiación y de un sistema de apoyo a las empresas científicas está poniendo en peligro su permanencia en las Islas. 

Siendo española, ¿qué le llevó hasta Alemania?

Estudié Biología en la Universidad Autónoma de Madrid, pero en el cuarto año de carrera me fui de Erasmus al sur de Alemania. Lo que más me atraía de este país es que se encontraba muy a la cabeza el tema de las soluciones de energías renovables y de ecología. Me gustó el sitio y cuando terminé la carrera decidí emigrar y hacer el máster en Microbiología Marina en Alemania. 

¿Y qué le impulsa a estudiar allí soluciones al cambio climático?

En aquel momento se había identificado que el océano –que cubre el 70% de nuestro planeta– era el sitio con mayor capacidad para el secuestro de carbono. Y como yo ya estaba con el runrún de querer buscar soluciones al cambio climático, decidí buscarla en el océano. Después me contrataron y ya me engancharon. A partir de entonces participé en varias campañas de investigación en el Océano Ártico. En concreto, estuve en el Rompehielos Polarstern durante 4 años y, posteriormente, en Tromsø, en Noruega, para estudiar el impacto que estaba teniendo el cambio climático en las poblaciones de algas. Pero sin duda, lo que cambió mi percepción fue dar a luz a mi peque. En ese momento, decidí dar un giro a la historia porque tenía una razón de peso para dedicarme a buscar soluciones para el futuro, más allá de ver los problemas y cuantificarlos.

¿Y después de esas experiencias árticas cómo aterriza en las aguas más cálidas de Canarias?

Después de aquello volví a Alemania e hice otro postdoc en el Geomar-Centro Helmholtz para la Investigación Oceánica de Kiel, con el grupo de Ulf Riebesell, que estaba empezando a estudiar soluciones al cambio climático utilizando el océano. Permanecí cuatro años en su equipo, de 2018 a 2021. En 2019 viajamos a Canarias para realizar experimentos de mesocosmos y de fertilización artificial, con el objetivo de incrementar la productividad de las algas en superficie y secuestrar más dióxido de carbono. Para ello, colaboré con Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) y con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y la experiencia me encantó. Vi que el ecosistema que había aquí montado alrededor del océano era muy potente y relevante. Cuatro años después tuve la oportunidad de crear mi propia empresa, con financiación alemana y flexibilidad para hacerlo en cualquier sitio de Europa, y decidí emprender en Canarias. 

¿Qué es lo que le atrajo del Archipiélago para emprender?

Me animé a venir aquí pensando en el ecosistema de apoyo que había visto durante mi estancia. Lo que no sabía era que para acceder a esos organismos o servicios tienes que pagar o tienes que esperar un largo tiempo porque tienen sus procesos y sus permisos. Eso es algo que me tira un poco para atrás, pero bueno, seguimos trabajando con ellos y mirando hacia adelante. Otra parte muy positiva que tiene Canarias son los incentivos fiscales. Y es que todo lo que inviertas aquí en investigación y desarrollo se te devuelve un 80% 2 años después a través de impuestos. 

¿Con qué redes de apoyo contó para lanzar su empresa en las Islas?

Cuando creamos MacroCarbon, pues obviamente, la Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria (SPEGC), la propia Plocan y otros centros científicos como el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) o el Banco Español de Algas (BEA). La verdad que todos los organismos que tienen investigación potente en algas se volcaron mucho en ayudarnos para establecernos aquí como empresa y encontrar nuestro lugar. 

¿Qué dificultades encuentra una start-up como Macrocarbon al asentarse en Canarias?

Para nosotros la dificultad principal es probar nuestros prototipos de granjas de algas, ya que las cultivamos en el mar. Cuando vine con mi grupo de investigación me resultó muy sencillo acceder a al banco de ensayos de la Plocan, p pero cuando llegué yo a poner mis prototipos, después de muchos meses esperando una contestación de Plocan, me encontré con unos tiempos de espera inasumibles para nuestra actividad. Tardaban hasta un año y medio en darnos el permiso. Por eso diría que lo peor de emprender en las Islas ahora mismo son los tiempos de espera y la complejidad burocrática. 

Sabiendo lo que sabe ahora, ¿volvería a apostar por Canarias para emplazar su empresa?

Ahora que conozco la letra pequeña sí. He ido aprendiendo y ahora lo entiendo todo mejor y sé lo que tendría que hacer. Pero lo cierto es que la cosa no está siendo nada fácil. Después de crear Macrocarbon en 2023 me vine a vivir en Canarias en 2024. La intención era quedarme aquí, pero ahora no lo tengo nada claro. Es muy posible que me vuelva a Alemania a mi posición de Catedrática en la Universidad de Bremen. Aquí no me han hecho ninguna oferta para quedarme en la universidad y nos está costando mucho conseguir financiación. La financiación privada en Canarias es muy baja y tampoco hay dinero específico para la investigación en transición ecológica. Así que es probable que me vuelva y reduzca un poco la plantilla, aunque seguiremos trabajando en la empresa.

¿Les beneficiaría que existiera una línea de financiación dedicada a encontrar soluciones al cambio climático?

Me ayudaría muchísimo porque es lo que nosotros hacemos en Macrocarbon. A los problemas relacionados con el cambio climático se les da mucha importancia a nivel político, pues se habla mucho de agenda 2030 o de reducir emisiones, pero luego no se invierte en investigación para realmente desplazar a los combustibles fósiles y encontrar soluciones reales al cambio climático. Se nos olvida que esas soluciones no van a venir ni con inteligencia artificial ni con tanques y en armas de guerra, sino que tenemos que invertir en ciencia para cambiar el sistema. Nosotros estamos buscando nuevas fórmulas de energía renovable, como pueden ser los biocombustibles para la aviación derivados de las algas. Pero este trabajo requiere inversión y, por eso, creo que si existiera una financiación dedicada tanto a la captura de dióxido de carbono para mitigar el cambio climático como al desarrollo de alternativas a los combustibles fósiles, sería muy beneficioso para para todos. 

Ahora que lleva casi un año en Gran Canaria, ¿qué diferencias encuentra entre el ecosistema científico alemán y el canario o español?

Una diferencia importante ocurre a nivel de startups. En Alemania hace dos años crearon un ministerio específico y exclusivo para apoyar la innovación disruptiva. De esta manera, el propio Gobierno es el primer en invertir en una empresa, pero luego no se queda con su parte. Lo que utilizan es un mecanismo de compra pública precomercial, que da facilidades a la hora de transferir dinero del Estado a las startups de forma rápida y dinámica. 

¿Similar al Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI) en España?

Sí este sistema que también existe en España, pero prácticamente no se utiliza. Como dices, aquí tenemos el CDTI que intenta llevar a cabo ese tipo de iniciativas, pero en la práctica no lo hacen. Cuando te conceden una ayuda Neotec, por ejemplo, lo que ofrecen al final es un porcentaje de cofinanciación bastante bajo, por lo que tienes que aportar el resto de la financiación. Además, no te lo dan al principio, sino al final, cuando ya te has gastado el dinero. Esto también ocurre cuando ganas un proyecto a nivel europeo, como puede ser Euroya. Una vez ganado, el Estado español te tiene que cofinanciar parte del proyecto. Pero resulta que el CDTI lo que te da no es una subvención, sino que es un préstamo. Si no eres una empresa que ya está desarrollada, te dicen que no tienes la capacidad financiera para que te den un préstamo. ¿Cómo quieres apoyar a así la innovación disruptiva? Las startup requieren de un tiempo de investigación y desarrollo hasta que puedan vender productos y tener unos beneficios constantes. 

Tras esta experiencia, ¿en qué cree que debe mejorar Canarias para conseguir un verdadero ecosistema empresarial basado en la ciencia?

Lo primero es dar apoyo a los científicos para que sepan cómo dar el salto desde el laboratorio al ecosistema de startups y de pymes, porque no es no es tan fácil. Eso no se aprende en las universidades. Se debe hacer mucho más hincapié en la transferencia de tecnología y enseñar a la gente cómo hacer procesos del día a día empresarial como, por ejemplo, un business plan. Para eso podrían ofertar cursos de forma gratuita o subvencionada por el Estado. Por otro lado necesitamos inversión. Necesitamos un sistema que pueda invertir en startups con lo que eso conlleva, es decir, siendo no dilutiva, flexible y rápida. Porque al final, si una inversión se realiza a modo de préstamo, solo te financia una parte de lo que necesitas o tardas un año y medio en conseguirla, no ayuda mucho. Ese tipo de ayudas no son tan indicadas ni para las startups ni para el ecosistema empresarial en general.

¿Y a otros niveles no financieros?

 También destacaría el hecho de que los permisos para poder hacer experimentos y probar las tecnologías sean mucho más rápidos y coordinados a nivel burocrático en una ventanilla única. Si no es así, acabas tirándote años sumido en una vorágine de burocracia y permisos para simplemente probar la tecnología.n

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