Entrevista | Antonio Jesús Sánchez
Antonio Jesús Sánchez, profesor de la ULL especializado en conservación y restauración: «A veces se percibe el patrimonio como un obstáculo económico»
"Para evitar daños o expolios la única vía es redoblar los esfuerzos con planes de sensibilización", afirma el experto sobre el patrimonio cultural canario

El profesor Antonio Jesús Sánchez en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna. / María Pisaca

Doctor por la Universidad de Sevilla, este especialista en conservación y restauración del patrimonio imparte clases en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna. Apuesta por la concienciación de la ciudadanía como el camino más rápido para garantizar el futuro del patrimonio en las Islas: «es el hilo conductor entre lo que fuimos, nuestro pasado, lo que nos orienta hacia nuestro presente e impulsa hacia el futuro»
En la protección del patrimonio hay muchos agentes –públicos y privados– implicados. ¿Esto lo convierte en un terreno especialmente complejo?
Exactamente, intervienen muchísimas instituciones y de diversos estratos, como la iglesia a través del obispado, muchas veces propietarios privados y una enorme cantidad de profesionales que orbitan en torno al patrimonio y que pueden ser desde arquitectos a biólogos o geólogos, por ejemplo. Luego está, evidentemente, la parte administrativa y la puramente técnica que aúna la conservación del patrimonio y a los historiadores del arte. Todo se multiplica. El patrimonio es un enorme poliedro en el que hay, efectivamente, muchísimos participantes.
¿Está el patrimonio canario lo suficientemente atendido? ¿Considera que está sobredimensionado en cuanto a fórmulas de protección?
Creo que está bien atendido pero lo que sucede es que es tan vasto, tan complejo y tan enorme que nos enfrentamos, claro, a las limitaciones humanas y a las limitaciones de la administración. Pero, desde mi punto de vista, no se podría calificar al patrimonio canario como desatendido.

El profesor Antonio Jesús Sánchez en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna. / María Pisaca Gámez / ELD
La modificación de la Ley de Patrimonio Cultural en Canarias propone, como uno de sus objetivos prioritarios, agilizar y eliminar muchas de las trabas administrativas. Incluye, por ejemplo, la intención de redefinir los Bienes de Interés Cultural, los BIC, para reservar esa fórmula para –y cito– «aquellos elementos que acrediten valores excepcionales». ¿Tenemos demasiados BIC en el Archipiélago?
Desde luego esa es una medida que yo comparto y que parece correcta porque al final de lo que se trata es de estructurar bien cómo definimos lo que vamos a proteger. Hay que ver bien cómo se catalogan y cómo se agrupan las figuras de protección. Enfrentar esa revisión no significa que vayan a estar desprotegidos, es una medida correcta y más aún lo es el tema de agilizar los trámites administrativos, que son muy complejos. A la hora de definir los valores culturales hay que acudir a distintos órganos consultivos. Si se pueden agilizar esos trámites, bienvenido sea.
El patrimonio es un enorme poliedro en el que hay, efectivamente, muchísimos participantes
Se propone una figura de protección intermedia que se llama Bien de Relevancia Patrimonial Insular (BIRP) y que viene a sustituir lo que hasta ahora conocemos como catálogos insulares.
Esa sería una herramienta adecuada y ágil para aquellos que nos dedicamos a esto. Como conservador, tener un catálogo en una base de datos en la que pueda ver qué figura de protección tiene el objeto en el que estaría trabajando –ya sea para su conservación o para su restauración– sería algo muy interesante. Entiendo que toda esa información sería accesible para todos los profesionales que estamos vinculados a esta materia, lo que sería –sin duda– mucho más eficaz.
Entiendo entonces que, muchas veces, los profesionales se sienten un tanto solos en medio de esa maraña administrativa.
Bueno, al final es un asunto legal y yo estoy de acuerdo, no es una crítica en ese sentido. La ley y el sentido común obligan a que en cualquier intervención de este tipo haya un proyecto previo que garantice una serie de requisitos mínimos. Es algo que veo correcto porque los estándares deben mantenerse, especialmente cuando se trata de un bien de interés cultural. Se multiplican las condiciones, pero es algo que comprendo porque es una máxima figura de protección y por lo tanto hay que garantizar que la conservación y la restauración se haga según marca los estándares de actuar en que la ley.
La reforma hace una mención especial al patrimonio inmaterial (que es algo que igual a usted se le escapa de su campo) pero que muchas veces no se tiene en cuenta. Un ejemplo es, por ejemplo, sería el silbo de La Gomera.
Exactamente. Es verdad que nosotros los conservadores trabajamos principalmente con la materia; aunque para ser precisos también debemos tener en cuenta el significado. Ahí sí que entra un poco la parte de inmaterial. Me parece también muy importante que reconozcamos nuestro patrimonio inmaterial porque igualmente forma parte de nuestro acervo. No tiene que ser menos importante que el material. Está bien poner ahí el acento.
En el tema de la protección de los yacimientos o vestigios arqueológicos siempre hubo diferencias entre islas. Hay algunas como Gran Canaria que han ido un paso por delante. Otras van más rezagadas. Esta modificación propone la creación de una red de parques arqueológicos y de yacimientos visitables. Luego, por supuesto, está la disyuntiva ante la siempre temida posibilidad de expolios.
Yo sí que creo que hay que ponerle especial atención al patrimonio arqueológico. Va a depender de cómo se haga, porque esto también es un asunto muy diverso. Quizás se podrían acometer planes de protección específicos para cada yacimiento o grupo de yacimientos. Por supuesto que exige de una vigilancia especial sobre este patrimonio, que en ocasiones están en zonas bastante lejanas de cualquier núcleo de población y que incluso son inaccesibles. Para evitar daños o expolios la única vía es redoblar los esfuerzos con planes de sensibilización a la ciudadanía. Necesitamos que toda la sociedad canaria sea consciente de la enorme importancia de este patrimonio, que es algo único. Expoliar o dañar el patrimonio causa un enorme agravio, precisamente porque es algo nuestro y un hilo conductor entre lo que fuimos, nuestro pasado, lo que nos orienta hacia nuestro presente e impulsa hacia el futuro. Hay que darle una especial atención a la parte didáctica, a la pedagógica, para poder decir que sí que estamos cuidando integralmente el patrimonio.
Si heredamos algo de nuestros antecesores y lo cerramos a cal y canto, estamos hablando de un fracaso
Entiendo que es un asunto que debería abordarse desde todos los niveles, de los más básicos al universitario.
Habría que hacer un plan de divulgación y no solamente a nivel universitario, sino en primaria y secundaria, claro. Pero que sea un plan de divulgación científica a la ciudadanía en general. Tiene que ser una acción panorámica con distintos niveles de profundidad, pero que permee todas las capas sociales. A veces se percibe el patrimonio como un obstáculo hacia el avance económico pero en realidad es todo lo contrario. Por ejemplo, cuando planeamos nuestras vacaciones visitamos bienes de este tipo. Si vamos a Toledo, queremos ver la ciudad antigua. El patrimonio es un dinamizador, no un obstáculo económico.
Algo que llama mucho la atención es que se endurecen las sanciones y las equipara al resto de Comunidades Autónomas. Leo: «van del tanto al quíntuple del valor del daño causado y en caso de infracciones no valorables económicamente establece sanciones de hasta un millón de euros con incrementos adicionales si el beneficio obtenido supera la sanción impuesta».
Este no es estrictamente mi campo pero entiendo que haya que regularlo. Eso sí, el dinero no va a compensar en ningún caso la eliminación completa. No se puede concebir que algo que habla de nuestros antepasados de repente ya no exista. No hay manera de compensar eso pero entiendo que es necesario que la ley regule las sanciones con atentados de este tipo, evidentemente. No me mostraría en contra de esta regulación, pero sí que habría que acompañarla de lo que hemos hablado anteriormente, de ese plan de divulgación no solo para los pequeños sino para la sociedad en general.
Comentaba, no sin razón, que muchas veces esto de la conservación del patrimonio se ve más como un obstáculo que como un valor. De hecho, para muchos de los propietarios y herederos tener un inmueble protegido se convierte muchas veces en una carga inasumible. También la idea aquí es que los dueños tengan más ayudas para afrontarlo.
Es un asunto interesante. Es verdad que ahora mismo ya existen las deducciones fiscales, por ejemplo, pero habría que ahondar en asuntos como facilitar a los propietarios el acceso al asesoramiento técnico, por ejemplo. Es necesario apoyar medidas de este tipo porque muchas veces se enfrentan con intervenciones de muy elevado coste.
¿Y evitar que sean las administraciones quienes se queden finalmente con esos inmuebles y que en ocasiones se restauren pero nunca lleguen a entrar en uso?
Es que muchas veces son las únicas capaces de asumir costes de este calado. Que luego queden cerrados es algo que sí que se puede evitar porque todo proyecto de intervención tiene que contar con una definición de su futuro uso. Que un inmueble esté en uso es uno de los principales agentes de conservación porque cualquier incidencia se localiza desde el minuto uno y se puede arreglar rápidamente. No se debe esperar a que un edificio esté casi en ruinas; eso es más caro, de hecho. Es más sencillo tener un plan de mantenimiento. Durante la restauración es fundamental definir a qué se va a dedicar y que ese uso, claro, sea compatible con los valores culturales del inmueble. Si heredamos algo de nuestros antecesores y lo cerramos a cal y canto, eso es ya un fracaso.
No podemos tener pueblos y ciudades como si fueran una especie de parques temáticos con importantes espacios vacíos.
Es que la administración responsable, como los ayuntamientos, deben tener claro hacia dónde avanzan en temas patrimoniales no solo a corto plazo, sino a medio y largo plazo.
¿Están los jóvenes canarios interesados en dedicarse profesionalmente al patrimonio?
Desde la Facultad estamos intentando hacer una labor de difusión de la profesión de restaurador. Es verdad que nos encontramos con que el alumnado de nuevo ingreso viene con una especie de imagen mitificada que muchas veces deriva del cine. Hay un desconocimiento sobre nuestra profesión. Por ese motivo acogemos cada año visitas de alumnos de secundaria y organizamos jornadas de puertas abiertas. Queremos hacer una labor de difusión de una profesión que es, en cierta medida, desconocida. Es algo esencial para que se recurra a los profesionales y no nos encontremos con noticias donde una persona ajena a la profesión comete algún destrozo sobre el patrimonio, algo que ha pasado tristemente varias veces.
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