Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Mujeres artistas fuera del cuadro: la presencia de las creadoras en Arco Madrid 2025 retrocede al 35,1%

El informe ‘Arco2025 no cumple con la paridad’, realizado por Mujeres en las Artes Visuales (MAV), denuncia que la presencia de las creadoras en la feria de arte de referencia en España vuelve a caer tras los datos esperanzadores del pasado 2024

Una performance de MAV el pasado 8M.

Una performance de MAV el pasado 8M. / ED

«Una mujer levanta la mirada de su cuadro, acaso para estudiarnos mejor. El interior de la estancia podría representar un estudio del Louvre. Tras ella, la ventana rota enmarca a una pareja distante, un detalle inquietante, que pone de manifiesto la habilidad técnica de la artista». Su nombre es Marie-Denise Villers (París, 1774 – 1821) y el extracto arropa el bellísimo cuadro Retrato de Charlotte du Val d’Ognes (1801), rebautizado como Joven mujer pintando, que integra la colección del Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York. 

La institución museística adquirió esta obra por 200.000 dólares en 1922, cuando la pintura carecía de firma pero cuya autoría se atribuía a Jacques-Louis David, pintor de cámara de Napoleón y referente del neoclásico. En 1951, el historiador del arte Charles Sterling investigó la posibilidad de que la pieza perteneciese a otro nombre, dado que David había boicoteado su exposición inaugural en el Salón de París en 1801. 

Después de muchas pesquisas y vicisitudes, entre las que se barajó el nombre de la pintora Constance Marie Charpentier, la historiadora del arte Margaret Oppenheimer concluyó que su verdadera atribución correspondía a Marie-Denise Villers, discípula de David, tras identificar a la modelo que presta título al cuadro, una joven artista coetánea, en otra pintura de Villers titulada Una mujer joven sentada junto a una ventana (1800-1801).

'Retrato de Charlotte du Val d’Ognes', de Marie-Denise Villers

'Retrato de Charlotte du Val d’Ognes', de Marie-Denise Villers / ED

Devaluación del valor

Este desenlace sobre una mujer que descubre a una mujer que pinta a una mujer se rubricó en 1996, casi medio siglo después del primer interrogante. Y automáticamente, Retrato de Charlotte du Val d’Ognes devaluó su valor a la mitad: de 200.000 a 100.000 dólares. Solo hace unos años que el MET colocó el nombre de Marie-Denise Villers en la cartela adyacente. 

«Muchas variables se tienen en cuenta para establecer el valor económico y la calidad de una obra de arte, pero una de las variables que nunca debería tenerse en cuenta es el género», sostiene Yolanda Peralta, investigadora, profesora universitaria y comisaria de exposiciones experta en arte y perspectiva de género. «El caso de Marie-Denise Villers es un ejemplo histórico más de cómo la calidad de una obra es cuestionada al confirmarse que pertenece a una mujer y de cómo el género influye en el valor y precio de mercado de las artistas», añade Peralta, quien también es vocal de la junta directiva de Mujeres en las Artes Visuales (MAV).

Esta asociación nacional, referente en el objetivo de promover la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres en las artes visuales en aplicación del artículo 26 de la Ley de Igualdad 3/2007, publicó el pasado marzo el informe Arco2025 no cumple con la paridad, en el que denuncian que, tras unos datos esperanzadores -por primera vez en la historia- en 2024, la presencia de artistas mujeres en la feria internacional de arte contemporáneo de referencia en España volvía a reducirse este año, situándose en un 35,1%. El porcentaje de artistas españolas también cayó de forma significativa a un exiguo 5,8%, casi la mitad que el año anterior. Además, según el catálogo de Arco2025, alrededor de una treintena de galerías inscritas en el Programa General no acogían ni una sola artista.

Así, si bien el resto de ferias nacionales mantiene una tendencia al equilibrio y al incremento del porcentaje de mujeres en sus programaciones, el espejo de Arco pone de relieve la fragilidad de los avances en materia de igualdad en el sector y la importancia de persistir en el discurso de la visibilización y conciencia de género, así como en las políticas de sensibilización y fomento de la paridad. 

La investigación más exhaustiva y completa realizada sobre la situación de la desigualdad en el arte en nuestro país, titulada Estudio sobre desigualdad de género en el sistema del arte en España (2020), editada por la historiadora del arte Marta Pérez Ibáñez, con reflexiones de la comisaria Semíramis González y la investigadora Carolina Rodovalho junto a testimonios de mujeres artistas y galeristas, alumbró en sus conclusiones que las mujeres ocupan el 27% de los catálogos de las galerías, que el precio de las obras de las mujeres artistas es menor y que se tiende a comprar obra de arte producida por hombres por considerarla más rentable que la de las mujeres. 

«Las mujeres cotizamos menos» o «el mercado prefiere a los hombres» destacan entre las vivencias más comunes de las creadoras. En este sentido, desde el impacto de la crisis de la pandemia en que se fraguó este estudio, la evolución hacia una mayor paridad en la representación y ventas se ha materializado en exposiciones, ferias, galerías y subastas, pero el techo de cristal permanece invulnerable en la cúpula de un mercado patriarcal, en el anverso metafórico de la ventana rota en el cuadro de Marie-Denise Villers y su potencial para abrir más ventanas y corregir un canon artístico que perpetúa la brecha sexista.

Infravaloración en el mercado

En esta línea, para dibujar el marco general que excluye a las mujeres del cuadro, Peralta destaca la importancia de analizar «no solo su infrarrepresentación en el mercado del arte, sino la infravaloración de sus productos artísticos». 

Después de los mercados de arte primarios, constituidos por las galerías, la investigadora canaria sugiere observar los comportamientos de los mercados de arte secundarios, que conforman las casas de subastas, y la diferencia en la cotización entre mujeres y hombres que marcan los precios de remate de las obras de arte.

«La situación es que, a día de hoy, el precio de remate más alto para un artista masculino ya fallecido es de 450 millones de dólares, que corresponde a la obra Salvator Mundi [1490 – 1500], de Leonardo Da Vinci», expone Peralta. «Pero la obra más cara o el precio de remate más alto de una obra pintada por una artista mujer en toda la historia de las subastas , que ostenta la pintura Flor blanca [1932], de Georgia O’ Keeffe, es de 44.4 millones de dólares, adquirida en 2014. Y nunca se ha superado esa barrera».  

'Flor Blanca', de Georgia O'Keeffe.

'Flor Blanca', de Georgia O'Keeffe. / ED

Además, para que la flor permita ver el bosque de disparidad, el abismo numérico entre la compra de la obra de O’Keeffe y el récord anterior, que obtuvo la también estadounidense Joan Mitchell con su cuadro Sin título (1960), se cifra en una caída muy superior a la mitad: fue vendido por 11.9 millones de dólares. «Si nos vamos a artistas mujeres vivas, los precios de remate no superan los 12 millones de dólares», precisa Peralta, «mientras que los de los artistas hombres rondan los 100 millones».

En esta línea, volviendo a Arco como barómetro de la situación, Peralta demanda una mayor transparencia con respecto a los datos y cifras de compra de obras por parte de los museos y centros nacionales de arte públicos para sus fondos, puesto que las adquisiciones de obras de mujeres puede ser superior a la de los hombres, pero no la inversión económica. 

El Ministerio de Cultura y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía adquirieron este año 26 obras de 19 artistas en Arco2025, con una inversión total de más de 497,999 euros. De estas obras, el 73,6% fueron producidas por mujeres, en su mayoría, del contexto español y de galerías nacionales, pero se desconocen las cuantías de la inversión por sexos. «Ese dato es importante porque nos da la foto general y nos pone en la situación», indica Peralta.

Auge de la ultraderecha

Por otra parte, el retroceso en la representación y participación femenina en la feria internacional madrileña se recontextualiza en un tiempo atravesado de preguntas, como los procesos de descolonización de los museos o la incorporación de la Inteligencia Artificial y su espejo en las artes, pero, sobre todo, el sector acusa con desasosiego el auge de la extrema derecha y la progresiva inestabilidad de los mercados. 

Precisamente, la pieza más comentada en la última edición de Arco se titula White Washing (2025), de Eugenio Merino, donde el creador que metió a Franco en una nevera, quemó un ninot del rey y emuló la capilla ardiente de Picasso pergeñó este año un lavavajillas cargado con 17 platos estampados con las caras de los principales representantes de la ultraderecha mundial, desde Giorgia Meloni, Javier Milei y Donald Trump a Santiago Abascal, líder de Vox, como representante español. «La idea era hablar del blanqueamiento de la extrema derecha que se ha ido desarrollando en las últimas décadas», declaró el creador frente a su obra, valorada en 22.000 euros. Resulta baladí detenerse en el impacto de los discursos de la ultraderecha en materia de igualdad y violencias machistas.

«El mercado del arte es uno de los primeros que se resiente cuando hay inestabilidad en los mercados internacionales», apunta Peralta. «Pero el momento histórico en el que estamos inmersos, con retrocesos a todos los niveles, evidentemente tenía que notarse en el mercado del arte y en las luchas feministas». «Igual que las desigualdades afectan a todos los ámbitos, también están muy presentes en el sector cultural y en las artes visuales, que en mi opinión es un reflejo más de una realidad estructural y sistémica», añade.

A su juicio, la labor de vigilancia y observatorio que ejercen el feminismo, con asociaciones como MAV, o los medios de comunicación es fundamental para no retroceder en el camino de curvas y picos hacia la igualdad real. «Además de reivindicar el valor económico de las obras de las artistas y su presencia a todos los niveles en programaciones, ferias, galerías y museos, son muchísimos los frentes abiertos: ¿por qué no hay más mujeres en los espacios de poder o en las direcciones de los museos? ¿Cómo vamos a hacer frente a las violencias machistas en las artes visuales? ¿Qué pasa con las mujeres artistas que tienen problemas para profesionalizarse y compatibilizar su vida familiar y profesional?», reflexiona.

Romper los cristales

Con todo, a pesar de los cristales que aún quedan por romper y de los espejos de mujeres pintando que faltan por restituir en su cuadro, el debate persiste en la conversación social y el repliegue en caminos como el de Arco 2025 «ya cantan mucho». «Creo que uno de los mayores avances del feminismo es que hemos estado hablando de esto, cada vez que teníamos oportunidad, en las calles, en los medios, en las aulas; y el mensaje ha calado, y tanto por parte de las administraciones públicas como por parte del público se detecta enseguida la ausencia de mujeres, que es algo que no pasaba hace diez años, cuando estaba totalmente normalizado», expresa Peralta, quien siempre se refiere al papel invisibilizado de las mujeres en el sector como «la otra mitad del arte». 

«Aunque haya poco convencimiento por parte de las instituciones o lo perciban como un peaje que tenemos que pagar, una moda o una cuota a la que tenemos que atender, me quedo con que se cumpla con la igualdad, como marca la ley. Y con que sepan que no vamos a mirar para otro lado, ni vamos a dejar pasar ninguna mala praxis, porque ahí vamos a estar», concluye.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents