Algo más que un Bien de Interés Cultural

Apañadas de Fuerteventura.

Apañadas de Fuerteventura.

Manuel Ramírez Sánchez

Hace unas semanas el Boletín Oficial de Canarias publicó un decreto que ha declarado Las Apañadas de ganado de costa de Fuerteventura como Bien de Interés Cultural Inmaterial, con la categoría de «conocimientos y usos relacionados con la naturaleza, el cielo y la mar», proporcionando así a esta práctica ganadera de indudable valor histórico y etnográfico el mayor grado de protección que confiere la Ley de Patrimonio Cultural de Canarias. Con esta publicación se culmina un largo procedimiento administrativo que se inició en octubre de 2022 por el Cabildo Insular de Fuerteventura y que, una vez recabados los informes preceptivos, incluyendo el informe favorable del Consejo de Patrimonio Cultural de Canarias, ha terminado con la firma del informe-propuesta del Director General de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias en los primeros días de este 2025, dentro de los plazos previstos en el ordenamiento legislativo vigente. Quizá a ojos del lector poco informado en los vericuetos del ordenamiento administrativo en nuestro país pueda parecer un tiempo excesivo, pero para quienes estamos habituados a «lidiar» con la administración como meros ciudadanos y conocemos lo que supone la tramitación de un decreto autonómico por nuestra experiencia como responsable de un centro directivo en la anterior legislatura autonómica, podemos afirmar, parafraseando a Carlos Gardel, que casi tres años no son nada.

Con esta declaración, Canarias incorpora una valiosa muestra de la actividad ganadera vinculada al pastoreo caprino de la isla de Fuerteventura que se enmarca en el contexto geográfico de otras actividades ganaderas de indudable interés patrimonial en Canarias, vinculadas a actividades de trashumancia y trasterminancia que en Canarias han logrado su supervivencia, en unos casos debido a la orografía abrupta de la Isla (como es el caso de Gran Canaria y Tenerife), y en otros casos debido a una resistencia casi heroica de quienes han practicado estas actividades ganaderas, trasmitiendo el conocimiento de generación en generación en los últimos siglos.

Además, esta declaración como BIC Inmaterial es algo más que un nuevo bien en la categoría de «conocimientos y usos relacionados con la naturaleza, el cielo y la mar», ya que con ella se abre una ventana de oportunidad para que otros cabildos insulares promuevan expedientes de protección de otros bienes inmateriales vinculados a unas actividades agrícolas y ganaderas que a duras penas sobreviven frente al embate de la globalización y del impacto del turismo en nuestra economía regional.

Buena parte de estas actividades que son susceptibles de ser consideradas como bienes patrimoniales ganaderos fueron objeto de estudio en el libro colectivo La trashumancia y el pastoreo en Canarias, publicado en 2022 por la Viceconsejería de Cultura y Patrimonio Cultural, encuadrada en la extinta Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, en cuya redacción participó una docena de especialistas de varias disciplinas, encabezados por Fernando Sabaté Bel, profesor de Geografía de la Universidad de La Laguna. Es una obra de indudable interés en un campo en el que escasean estudios de este tipo en Canarias, cuya lectura es indispensable para aquellas personas que quieran profundizar en el conocimiento de nuestra ancestral actividad ganadera. Por desgracia, el libro ha tenido una pésima distribución en las bibliotecas canarias, como puede comprobarse en una búsqueda a través del catálogo en línea de la Red de Bibliotecas Insulares de Canarias (BICA), así como una nula presencia en las bibliotecas universitarias más allá de nuestra tierra, como evidencia una consulta rápida en el catálogo Rebiun. Es una pena que no sepamos difundir lo que hacemos bien en Canarias y que podría servir como referencia en otras Comunidades Autónomas.

Aprovechando que el Guiniguada pasa por Las Palmas de Gran Canaria, por desgracia soterrado bajo una losa de hormigón, me van a permitir que aproveche la ocasión para conectar el asunto principal de este artículo con uno de los debates de esta semana en el Parlamento de Canarias. Me refiero a la iniciativa de Nueva Canarias para que la conquista de Canarias en el siglo XV fuese declarada como un «etnocidio», entendiendo por ello sus proponentes como «un intento deliberado de exterminar la identidad, las estructuras de poder, la espiritualidad, lengua y formas de vida de los/as primeros/as canarios/as». Sin entrar a valorar aquí el oportunismo de algunos partidos políticos ni lo que supone el uso (y abuso) del concepto de «etnocidio», considero importante destacar aquí que en los últimos años la investigación científica ha demostrado, a partir de rigurosos proyectos de investigación en los que han participado especialistas de distintas disciplinas (Geografía, Historia, Arqueología, Antropología…), la importancia que tuvo la actividad ganadera y agrícola en las poblaciones que habitaron el archipiélago canario antes de la llegada de los primeros europeos.

Algunas actividades ganaderas como el pastoreo y la trashumancia tuvieron una importancia económica fundamental para la supervivencia de aquellos primeros pobladores de Canarias, pero también influyeron en la organización de la propia sociedad indígena, así como en la antropización del espacio físico de las islas. Aquellas prácticas ganaderas no solo no fueron exterminadas deliberadamente por los conquistadores castellanos del siglo XV, lo que confirma la inexistencia de un etnocidio en Canarias, sino que de la integración de aquel acervo ganadero prehispánico con los nuevos conocimientos y prácticas introducidas por las nuevas poblaciones procedentes de la península ibérica, se configuró una nueva sociedad agrícola, surgida de la mescolanza de la población prehispánica con la de los conquistadores, ya que la conquista militar no supuso el final de la existencia de la población que había poblado las Islas desde el cercano continente africano muchos siglos antes. Por ello, y a pesar de que no es posible determinar con seguridad que las apañadas de ganado de Fuerteventura sean una práctica ganadera practicada por las poblaciones prehispánicas de Fuerteventura, al menos mientras no exista una evidencia material que permita fundamentarlo, sí que parece plausible que el conocimiento de las prácticas pastoriles de los primeros pobladores de Fuerteventura, sobre todo en el aprovechamiento del espacio geográfico insular, sí constituyera una herencia de la que se ha beneficiado la cultura ganadera de la isla, por lo que es fundamental garantizar su protección y salvaguarda. 

En suma, el reciente decreto del Gobierno de Canarias, por el que Las Apañadas de ganado de costa de Fuerteventura han sido declaradas Bien de Interés Cultural Inmaterial, constituye una excelente noticia para todas las personas e instituciones comprometidas en el estudio, divulgación y protección del patrimonio cultural de Canarias, pero sobre todo para el sector ganadero de Fuerteventura que ha logrado mantener vivo este legado hasta nuestros días. Con ello, se logra el reconocimiento legal y la obligación de garantizar la protección de este preciado bien que ha llegado hasta nuestros tiempos y que estamos obligados a preservar para las futuras generaciones de canarios y canarias, porque ese es, precisamente, el significado del concepto de «patrimonio», una herencia recibida de cuyo uso y disfrute nos beneficiamos, pero que estamos obligados a preservar en las mejores condiciones. 

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