Arte urbano

Canarias pone su firma a las paredes del planeta

Los muralistas de las Islas se cuelan con éxito en el circuito internacional pero lamentan la falta de apoyos estables

El mural de Erik Air en Arinaga que está nominado al mejor grafiti del año.

El mural de Erik Air en Arinaga que está nominado al mejor grafiti del año. / El Día

Santa Cruz de Tenerife

Un gran lienzo, una grúa y jornadas maratonianas de trabajo a la intemperie por delante. El arte urbano, esa expresión creativa que surgió a finales del siglo XX como forma de protesta y que en apenas unas décadas ha pulverizado esa ya obsoleta disyuntiva entre arte y vandalismo, vive un momento de auge en Canarias.

La mayor parte de los creadores de las Islas coinciden en que llegaron a esta disciplina siendo aún muy jóvenes, mientras pasaban tiempo en la calle haciendo skate y escuchando hip-hop. Otros, por su parte, se vieron influenciados mientras practicaban surf. El objetivo era decorar aquellos espacios donde discurría buena parte de su tiempo. Poco a poco, y en paralelo al desarrollo del street art en el Archipiélago vivido en las últimas dos décadas, estos artistas pasaron de pintar las paredes del barrio a conseguir el apoyo social e institucional en forma de proyectos culturales que poco a poco han ido llenando de arte las fachadas de las Islas. 

Canarias se ha consolidado como espacio puntero del arte en el ámbito urbano y sus representantes están metidos de lleno en el circuito internacional. Prueba de ello es la reciente selección del lagunero Erik Air como uno de los aspirantes a lograr el título al Mejor Grafiti del Mundo con el mural que diseñó para una gasolinera del municipio grancanario de Arinaga según la plataforma Street Art Cities.

Pero no todo son noticias positivas. Los apoyos no son estables y no existen aún espacios comunes de encuentro que, como festivales específicos, puedan favorecer el asociacionismo que tan buenos resultados le ha granjeado a sectores como el cine o la música. Ese sería un paso definitivo hacia su profesionalización. El muralismo es, todavía, una práctica solitaria en la que cada artista se convierte en su propia marca.

Destaca también el lugar protagonista que ocupa Tenerife en el marco regional. Es un puesto determinado por la presencia de la Facultad de Bellas Artes, que ha funcionado como polo de atracción para que muchas de las firmas isleñas terminaran por asentarse en la Isla. Otro de los desafíos es el de la paridad, aunque poco a poco se han ido incorporando firmas femeninas y, de hecho, el creciente interés de jóvenes artistas por este ámbito propiciará un futuro distinto en el urbano canario, que ya cuenta con hasta tres generaciones de creadores.

Protagonistas

Matías Mata y su marca Sabotaje al Montaje es sinónimo, para muchos, del inicio del muralismo profesional en Canarias. Nacido en Lanzarote, ha pasado media vida en Gran Canaria y otra media en Tenerife y por eso, a sus 51 años, se considera «canario». Comenzó a pintar en el barrio grancanario de Escaleritas: «Hacía skate, estaba todo el día en la calle con mis amigos y una noche nos fuimos pintar. Desde entonces no he parado. De eso ya hace 35 años y aún hoy sigo saliendo alguna noche a pintar». 

Tras tantos años, ha realizado murales en todas las Islas y en prácticamente todas las comunidades autónomas españolas, así como en diferentes países de Europa, Asia, África, Estados Unidos y Latinoamérica. Esos viajes le han servido para reflexionar sobre la evolución del mural en Canarias, una práctica que llegó tarde a la región pero «el público ya es consistente de lo que hacemos». 

Mata celebra la temporalidad de estas obras y sentencia que «la herramienta más importante de la cultura contemporánea es el arte efímero ya que, como en la vida, todo desaparece». Con una carrera tan extensa, asegura que el auge de esta expresión en Canarias ha tardado en llegar, si se compara con lo que sucedió en el resto del mundo hace ya unos 50 años: «Existen tantos artistas y hay tantas intervenciones ahora mismo en Canarias que esto puede parecer un circo pero eso también es bueno, porque nos permite fortalecernos como colectivo y que se generen estructuras laborales». 

El lagunero Erik Air celebra, al igual que el arte callejero en Canarias, uno de sus mejores momentos. Durante los últimos años ha sido uno de los nombres canarios que ha resonado en la lista de mejores murales del mundo de la plataforma Street Art Cities. De hecho, su mural Energía, realizado en el municipio grancanario de Arinaga, es uno de los cien seleccionados para convertirse, la próxima semana, en el mejor del mundo. 

Al igual que muchos compañeros de profesión, comenzó pintando grafitis cuando era un adolescente y siete años después ya trabajaba de manera profesional en el sector. A lo largo de estos años ha pintado en Canarias y en la Península y habla de la importancia de rodearse de buenos compañeros y profesionales en sus proyectos. 

Este artista de 34 años asegura que «el mural en Canarias es un oficio joven» y por eso sentencia que «queda mucho por hacer» porque no es una práctica barata «y mucho menos, regalada». El primer escollo es el de hacerse con un lugar en el que pintar. Por eso él mismo puso en marcha hace unos años la iniciativa Muros libres, con el objetivo de crear un catálogo de espacios disponibles en La Laguna para pintar en cualquier momento. «Puede que sea una tarea más sencilla para los que ya contamos con una trayectoria, pero los que empiezan seguramente siguen sufriendo la imposibilidad de tener paredes en las que aprender, expresarse y desarrollar su talento». 

Afirma que «el arte urbano en Canarias es un pibe que acaba de cumplir la mayoría de edad y que, aunque tiene mucho potencial, le queda mucho por aprender». Llama la atención sobre la necesidad de que «los festivales se conviertan en un refugio, un espacio de creación y reflexión para mejorar las bases de esta disciplina y su impacto en la sociedad». 

Irene León tiene 39 años y, aunque solo lleva algunos años realizando estas obras, recuerda que cuando tenía apenas 11 sus abuelos le compraron unos botes de espray para que experimentara: «Esa experiencia resultó ser una semilla para lo que vino más tarde». Así, el muralismo llegó como «una forma de diversión y conexión con mis amigos», que le permitía «compartir mensajes, explorar el espacio público y crear mi propia identidad». 

Celebra que pintar en la calle «democratiza el arte y lo acerca a la ciudadanía». Además, estas obras de grandes dimensiones «generan un nexo entre la sociedad y el artista». Habla del carácter efímero de estas obras que, dice, «reflejan el carácter dinámico del arte urbano».

Aunque la creación de murales ha evolucionado mucho en los últimos años, esta grancanaria considera que aún «hay un largo camino por recorrer» y habla de que, por ejemplo, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria «podría haber más espacios» para intervenir porque ya hay islas como Tenerife y La Palma «donde se comprueba que existe un creciente interés y apoyo». «Las iniciativas para la creación de murales son limitadas, lo que contrasta con el movimiento que se está consolidando en otras Islas».

Iker Muro es otro de los nombres con mayúsculas en el arte urbano de Canarias. Sus intervenciones se pueden ver por todo el mundo, desde Estados Unidos a Europa. Eso, sin dejar nunca de trabajar en las Islas, donde es una firma más que reconocida. Como muchos de sus compañeros, el mundo del skate y del surf le llevó, poco a poco, a imbuirse en esta cultura. Aunque la revelación definitiva sobre su futuro le llegó en un viaje a Berlín. «Empecé a raíz de ese viaje. Allí vi toda la escena de street art con un montón de cosas como plantillas, pegatinas, pósteres y demás. Cuando volví ya tenía claro que quería dedicarme a esto», recuerda.

Como la mayoría de estos artistas, Muro comenzó pintando donde podía. Aunque en sus inicios no se encontró con demasiadas pegas. «Empecé pintando en mi barrio, como todos. Lo curioso es que nosotros llevamos tantos años pintando que cuando comenzamos aquí no había tanto grafiti entendido como acto vandálico. No hubo problemas con la policía y además teníamos muchos más sitios donde pintar que ahora».

Muro es, además, el artista que coordina uno de los proyectos de impulso del arte urbano más longevos de las Islas: Sumérgete en Santa Cruz. Fundación Moeve lo puso en marcha en 2013 con la colaboración del Consistorio de la capital tinerfeña con el objetivo de embellecer la ciudad a través del obras de gran formato. Desde entonces, se han realizado 27 murales en la ciudad de los que Muro ha ejecutado varios. «De nuevo, al principio era más fácil que ahora y por eso en los primeros años se hicieron muchos, ahora cuesta encontrar espacios y muchos pertenecen a comunidades de propietarios».

Tinerfeño nacido en Bilbao, también se prodiga en el mundo de la ilustración y del diseño gráfico e interviene en otro tipo de espacios como los deportivos y escolares. Asegura que es un placer «intentar dar valor artístico e interés en sitios donde normalmente no se pinta; por suerte existe una especie de circuito internacional y podemos hacerlo en muchos lugares». También pondera el gran nivel que hay en las Islas: «Es algo que pasa en Canarias en todos los ámbitos artísticos».

Fabrizio Vittorini nació en Italia, pero vive en Gran Canaria desde que era muy pequeño. Tiene 45 años y comenzó en el mundo del grafiti porque, reconoce, «vi un nicho de mercado, alrededor de 1999, con todo lo relacionado con el grafiti y el hip-hop» y por eso se hizo con una tienda que, de hecho, se llamaba Grafiti. Fue el primero en distribuir esprays en Canarias. Poco a poco empezó a pintar y ha desarrollado su carrera de manera autodidacta. Comenzó a trabajar obras realistas tal y como veía que hacían los jóvenes de la zona, inspirándose en fotografías que tenía al alcance de su mano y explica que eso, ahora mismo, es aún más fácil, porque internet ha facilitado el trabajo: «Cualquiera que se lo proponga lo puede lograr». 

Ha tenido que enfrentarse a periodos de más o menos dificultades para acceder a espacios en los que pintar, puesto que las decisiones políticas afectan mucho al desarrollo del arte urbano en un lugar como Gran Canaria. Pese a que algunos dirigentes sí que han querido que la Isla entre en el circuito de canario, actualmente los artistas encuentran muchas trabas para desarrollar esta práctica.

Fran Feo, más conocido por su firma, Feo Flip, considera que el auge de la pintura mural callejera es un fenómeno global y, según su experiencia, hay épocas en las que este tipo de actuaciones artísticas están mejor consideradas que en otras. «El de Canarias no es un caso aislado y no pienso que se trate de un boom local; aunque sí que hay mucha calidad en las Islas. No hay que achicarse».

Nacido en Lanzarote pero criado en La Laguna, los inicios de Feo tienen que ver, también, con el mundo del skate. «De pequeño, siempre estaba patinando en las calles y el grafiti formaba parte de eso, estaba ligado. Nacía de la intención de decorar los sitios en los que convivíamos a diario». De hecho, esa visión vinculada al espíritu irreverente del hip-hop le hace resistirse a concebir esta expresión artística como un negocio y se empeña en mantener su filosofía original: «Soy selectivo con los trabajos y mantengo ese espíritu de lucha. Rechazo acuerdos con muchas multinacionales».

Esta práctica le ha llevado a vivir fuera de las Islas, pasando de Barcelona a Galicia y luego a Grecia. Su último proyecto es un micromural para la Fundación Farra sobre los niños talibé de Senegal realizado hace unos días. «Son niños abandonados y lo hemos realizado junto a la compañera Irene León». También imparte talleres sobre introducción al arte urbano en centros escolares. Pese a que inicialmente éste ha sido un sector muy masculinizado, las cosas están cambiando. «Estaba masculinizado como la sociedad en general, tristemente pasaba en todas las disciplinas. Yo puedo decir que en los talleres que hago, las que más interés ponen son las chicas».

Kob Tropikal es la firma de Víctor Pacheco, que no duda en hablar de las excelencias del sector en la región. «En Canarias siempre ha habido mucho flow», insiste. «Siempre estaba pintando las mesas del colegio y todas esas cosas», bromea sobre sus orígenes. «Tenía muy presente la cultura del hip-hop, son expresiones que convergen». Poco a poco, conforme se le fue conociendo, empezaron a llamarle para encargarle distintos trabajos. 

De hecho, actualmente coordina el proyecto por excelencia del arte urbano en Canarias: Seis de Doce, en la localidad tinerfeña de Los Realejos. Este es el municipio con más murales de Canarias gracias a una iniciativa de su Consistorio que permite que se pinten murales en las calles del pueblo todos los meses impares del año. «Este es el séptimo año y ya llevamos 36», enumera Pacheco. Este pueblo del norte de Tenerife se ha convertido en un auténtico museo al aire libre en el que también empiezan a escasear las paredes disponibles.

El muralista tinerfeño asegura que gracias a este tipo de propuestas el arte urbano ya no se enfrenta como una agresión. Como contrapartida, este tipo de formatos pasan una factura física que muchos desconocen. «La calle quema mucho, yo tengo los lumbares, los antebrazos y dedos destrozados». También anima a todo el que tenga interés y vocación a intentarlo: «Es práctica y al final esto lo puede hacer todo el mundo, solo hay que ponerse».

Juin es un muralista de 35 años de Lanzarote que comenzó en 2018 y que ha plasmado su arte en Canarias, pero también en Madrid, Sevilla y Colombia. Gracias a esos viajes puede asegurar que «nos encontramos ante un lenguaje bastante universal» que, no obstante, «se valora más en unos lugares que en otros». 

En el caso específico de Canarias, destaca que «el pueblo y algunas instituciones han visto que los murales tienen el poder de rehabilitar espacios degradados y que puede hacer a la población conversar sobre diferentes temas». A pesar de ello, habla de las dificultades que aún existen para llevar a cabo estas obras en lugares como Lanzarote, donde «los dirigentes emplean la idea de César Manrique para defender que todos los muros deben ser blancos». «Estoy de acuerdo en garantizar la conservación del patrimonio pero creo que eso también es compatible con el arte urbano». 

A pesar del buen momento que está viviendo esta disciplina en Canarias, destaca la necesidad de incentivar acciones que permitan fomentarla. En este sentido, habla del colectivo Desidia, que lo promueve dando oportunidades a mujeres y personas Lgtbiq+, «que tradicionalmente solemos estar fuera de los circuitos». 

Felipe Galve tiene 39 años y es la mitad del dúo de muralistas El Trato. A pesar de los éxitos cosechados en los últimos años, considera que aún se está iniciando en un sector del que forma parte desde hace unos cinco años. «Este es un campo en el que se puede lograr un gran impacto» a la hora de dar a conocer un mensaje. Galve habla del «potencial» y la «satisfacción personal» que supone dar forma a una pieza de grandes dimensiones que, en muchas ocasiones, «habla de la idiosincrasia de un lugar». 

Llega al sector en el «mejor momento» para el arte urbano en Canarias, aunque también añade que «lo mejor está por venir, con nuevos artistas que llegan para aportar y otros que llevan en esto décadas y siguen inspirando a los que venimos detrás». Este es un momento en el que el público «acepta mucho más lo que hacemos», no solo porque desaparece la etiqueta de «acto vandálico», sino porque «el nivel de calidad y el aumento del número de artistas evidencia que esta es una disciplina que realmente aporta un valor». 

Es por todo ello que el tinerfeño habla del «impacto positivo» de los murales «a nivel cultural y práctico» y celebra la gran cantidad de clientes potenciales que existen en lugares como Canarias que «apuestan por esta solución para hacer frente a diversas necesidades». 

El Trato es un colectivo asiduo en el HeroFest, en El Hierro, y Galve insiste en que estas iniciativas se convierten en importantes plataformas para artistas que, como él, están comenzando: «Te ayudan a formarte y me gustaría que se promocionaran más porque es una forma de expandir fronteras». n

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