Las letras del reguetón

Polémica con las letras del reguetón: ¿hay un peligro real?

Con la publicación del segundo disco de Quevedo, ‘Buenas noches’ , y su abundancia de letras de contenido sexual, han vuelto ha surgir dudas sobre la conveniencia o no del consumo de este género por adolescentes

¿Hay un peligro real?

¿Hay un peligro real? / Adae Santana

La polémica de las letras del reguetón. La eterna duda de si son un peligro para la juventud u otra consecuencia más de la hipersexualización de esta sociedad. La pregunta tantas veces planteada de si hay que tomar cartas en el asunto para que no pervierta a los adolescentes o si hay que confiar en la sensatez del oyente para separar la vida real de la ficción. Lo cierto es que muchas canciones de este género musical de origen puertorriqueño siguen en el punto de mira del movimiento feminista. Y la polémica ha regresado a la actualidad con el segundo disco de Quevedo Buenas noches. Títulos como Iguales o 14 febreros del cantante y compositor grancanario hacen referencia a la cosificación de la mujer de una manera bastante explícita aunque el artista haya aclarado en varias entrevistas que no le describen a él y su intención ha sido simplemente mezclar los tópicos más comunes para que los oyentes saquen sus propias conclusiones.

Sea como fuera, desde que el reguetón irrumpiera en los años noventa en la isla caribeña hasta ahora, con su derivación estilística conocida como trap, nos ha dejado todo perlas sobre machismo estereotipado en los éxitos emblemáticos de sus primeras figuras. Maluma fue uno de los primeros en demostrarlo con títulos como El punto (Sexo en exceso nunca está de más. Se pone en cuatro y me pide que por el 'ch' la castigue), al que le seguirían, cómo no, Bad Bunny -el segundo artista más escuchado de spotify- en otras piezas tipo Monaco (Que la azafata te mame el bicho en el cielo. Lo que en el putero. Por eso tu opinión me importa cero) o uno de los representantes del estilo más famosos en nuestro país como es Raw Alejandro con Diluvio (Castígala, dale lo que pide. En la zona que nada se prohíbe. Dale duro pa que nunca se olvide. Castígala, castígala).

Hay que subrayar, sin embargo, que dicha sexualización forma parte del marketing en cualquier producto comercial y que la industria nunca se ha mantenido al margen de este filón, sino que ha ido potenciándolo siempre que ha podido. Así, Aitana no hace mucho sorprendía a unos ingenuos padres de familia que acudieron confiados, y acompañando a sus inocentes retoños, a sus hasta hace poco familiares conciertos sorprendiéndose con unas coreografías ardientes que dejaron a todo el mundo perplejo. Otro caso llamativo fue el de la que fuera la heroína infantil más emblemática de Disney, Hanna Montana, que se transformaba de la noche a la mañana en la cantante histriónica Miley Cirus por exigencia de la industria.

Las letras de Quevedo

  • Pero me como esa pussy, no como ese tolete que es vegetarian
  • Yo me le arrodillo, a ese toto le saco brillo
  • No es mi cumple, pero sopla
  • Y a mi no me importa compartir, si quiere´ te lo damo´entre los do´
  • Adicto a donde no te da el sol, pa´chingar no tengo autocontrol

Pero nada de esto es nuevo. A finales de los setenta la campaña sexual de la cantante Crissie Hynde convertía al grupo Pretenders en la banda de moda en medio mundo. Y en esa misma fecha la imagen explosiva de Debbie Harry fue decisivo para el éxito del grupo Blondie. Tampoco hay que irse muy lejos para encontrar letras de canciones ética o moralmente reprobables. A Lou Reed se le acusa de ser el auténtico perpetrador del aumento de adictos a a la droga dura en medio planeta con su canción Heroine. Y su banda, la Velvet Undeground, publicó un Sister Ray en 1968 que describe un cuadro provocador y repulsivo con un nivel de perversión, drogas y violencia difícilmente superable a día de hoy por la más salvaje canción de música urbana que se precie.

Y, con la ley en la mano, una canción tan cándida como la del Dúo Dinámico Quince años tiene mi amor podría pasar por una incitación a la pederastia. Loquillo tuvo que dejar de interpretar La mataré ante el elevado número de asesinatos machistas y a Los Ronaldos los acusaron de hacer apología de la violación con el tema Sí, si. En este punto es interesante contar con la opinión de la doctora en Estudios de la Mujer, Laura Viñuela, que afirma que el pop fomenta mucho más el patriarcado que el reguetón pero que no son tan explícitas. Y pone los ejemplos de mensajes que reproducen los estereotipos más rancios en los temas de Joaquín Sabina o Estopa.

Por otro lado, la permisibilidad sexual de la cultura popular es una realidad desde su mismo comienzo. Solo hay que recordar cómo uno de los pioneros del rock, Little Richard, alardeaba de su condición homosexual en los años cuarenta sin que nadie se echara las manos a la cabeza. Y todos conocemos las actitudes andróginas de Bowie, Bolan, Jagger y un sinfín de artistas todos estos años. El músico grancanario AntCosmos opina que la sexualidad y la cosificación de la mujer han existido siempre en las canciones pop. «Lo que pasa es que se deja de lado la cuestión artística, el que la canción sea un fin de por sí», señala. «Todo esto es producto un poco del movimiento social en el que vivimos en el que se ha sexualizado todo el mundo con las redes sociales y la sociedad de consumo masivo donde la música es tan solo un campo más». El artista subraya que hay temas de los sesenta de Susana Estrada como Gózame ya que no dejan espacio para la imaginación, «pero con el reguetón no hemos dado cabida que sea una expresión artística literal». Desde su punto de vista los auténticos responsables son las grandes corporaciones y a su vez los adultos. «Hay películas clasificadas para mayores de 16 años, pero en la música existe una total libertad, y no hay ningún tipo de control parental».

Lo ideal, desde su punto de vista, sería «no tener el concepto tabú. Igual que yo sé que no puedo ir con un coche a doscientos kilómetro por hora por el puente de Silva, también debo saber que hay canciones destinadas para unos ambientes adultos concretos». El problema, sin embargo, es que «estos temas se escuchan en el día a día y por eso luego se ven los casos de niños de 6 a 8 años haciendo tiktok y cantado barbaridades».

Hay quien opina que el género urbano solo se centra en el aspecto sexual y soez, cuando hay artistas como Bad Bunny o Residente que han expandido las letras hacia temáticas más sociales. Un ejemplo es la canción de Bad Bunny Lo que le pasó a Hawaii que refleja problemas de Puerto Rico de una manera que también se asemejan a los de las Islas Canarias como la dificultad de acceder a una vivienda, la masificación turística o la degradación del medio ambiente (Quieren quitarme el río y también la playa. Quieren el barrio mío y que tus hijos se vayan). Un tema que ha tenido una especial repercusión en las redes sociales del Archipiélago. En una de las publicaciones que recogen su letra y que se ha viralizado en los últimos días un usuario opinaba que «escuchando lo que le pasó a Hawaii y llorando porque Canarias va por el mismo camino».

Las letras de Quevedo

  • Cuando se duerman voy a entrar por atrás Y una vez dentro te voy a entrar por detrás
  • Tú ere una perrita quisqueyana, indómita Yo te lo dije, que ese culo te lo voy a maltratar
  • Si se entera de toda´la vece´que te singo Por semana son mínimo cinco Te recojo de la uni para hacerlo lejo´, pero a  vece´te apetece allí mismo

Esto demuestra que el problema radica en que no hay que confundir el medio con la causa. Lo moralmente reprobable existe y existirá en cualquier actividad humana, pero en el arte hay que ser un poco precavido. Porque como bien dijo Coque Malla a este medio en su última entrevista: «Nadie puede saber la intencionalidad real de un artista , cada cual puede interpretarla una letra como se le antoje» .

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