Opinión
Ni reyes, ni tres, ni Melchor, Gaspar y Baltasar
Fabio García
La figura de los Reyes Magos constituye una de las tradiciones más arraigadas en la celebración de la Navidad, especialmente en los países de cultura hispana. Sin embargo, la historia original de estos misteriosos personajes dista mucho de las imágenes populares que conocemos hoy. Ni eran reyes, ni necesariamente tres, ni sus nombres eran los que hoy les atribuimos. Un recorrido por la historia y la teología nos ayudará a comprender cómo evolucionó esta figura hasta convertirse en parte esencial de la tradición cristiana.
Los Magos en los Evangelios
De los cuatro evangelios canónicos, sólo el de Mateo menciona a estos personajes, aunque lo hace de manera escueta. Mateo (II:1-12) relata la llegada de unos magos procedentes de Oriente que siguieron una estrella hasta Belén para rendir homenaje al niño Jesús. En el texto no se menciona cuántos eran, sus nombres ni que fueran reyes. Además, la palabra utilizada, “magos” (μάγοι en griego), se refiere a una casta de sacerdotes persas o babilonios que estudiaban las estrellas para descifrar las verdades divinas.
Según los expertos, este relato fue añadido por el autor del Evangelio, a quien comúnmente llamamos Mateo, aunque apenas contamos con información concreta sobre su figura, por dos razones. En primer lugar, Mateo percibió la ausencia de un elemento esencial: el relato del nacimiento y la infancia del protagonista. Para dotar de mayor coherencia a la obra, decidió incorporar esta etapa crucial de su vida. En segundo lugar, buscaba resaltar que Jesús, al igual que otros grandes personajes de la antigüedad, tuvo una infancia prodigiosa que ya prefiguraba su grandeza. Por lo tanto, los Reyes Magos elevan la categoría del niño nacido en un humilde pesebre, desempeñando un papel proselitista y glorificador que ensalza a la figura central del cristianismo.
La evolución de los Magos: Reyes y Tres
Fue en el siglo III d. C. cuando se empezó a considerar a los magos como reyes, en base a una interpretación del Salmo LXXII:10-11: “Que los reyes de Tarsis y las islas le paguen tributo. Que los reyes de Arabia y de Sabá le ofrezcan sus dones. Que todos los reyes se postren ante Él, que todas las naciones lo sirvan”. Esta reinterpretación buscaba conectar el relato de Mateo con las profecías del Antiguo Testamento, reforzando la idea de que Jesús era el Mesías esperado.
El número de magos también es una construcción posterior. Hasta ese mismo siglo, se imaginaban diferentes cantidades de magos, desde dos hasta cuatro o incluso más. La idea de que fueran tres se estableció en relación al número de regalos que llevaban consigo: oro, incienso y mirra. Sin embargo, en otras tradiciones, como la de la Iglesia ortodoxa siria y la Iglesia apostólica armenia, se afirmaba que eran doce, una cifra que simboliza a los apóstoles y las doce tribus de Israel.
Los regalos
Los tres regalos —oro, incienso y mirra— también han sido objeto de diversas interpretaciones a lo largo de los siglos. Algunas teorías consideran que eran obsequios comunes para un rey, pues el oro simboliza riqueza, el incienso se usaba como perfume y la mirra era un aceite empleado para la unción. Por otro lado, otra interpretación les otorga un significado espiritual: el oro representa la realeza de Jesús como Rey de los judíos, el incienso simboliza su divinidad y la mirra, que se usaba para embalsamar cuerpos, prefigura su muerte y sacrificio.
Los reyes sin nombre
Los nombres que hoy conocemos —Melchor, Gaspar y Baltasar— aparecen por primera vez en el siglo V d. C. en dos textos clave. El primero es el Excerpta latina barbari, donde se les llama Melichior, Gathaspa y Bithisarea. El segundo es el Evangelio armenio de la infancia, donde figuran como Baltasar, Melkon y Gaspar. Su iconografía también evoluciona con el tiempo. En el siglo VI también comienzan a asignárseles distintas edades, simbolizando la juventud, la madurez y la vejez. Y no sería hasta finales del siglo XV cuando uno de los magos, Baltasar, empezaría a ser representado con piel negra, reflejando la visión medieval de las tres razas conocidas: europea, asiática y africana.
¿Quiénes eran realmente los Magos de Oriente?
El término “mago” proviene del persa y originalmente designaba a los sacerdotes zoroástricos conocidos por su conocimiento de las estrellas y su búsqueda de lo divino a través de la astrología. De haber existido, en el contexto del relato de Mateo, representan a unos sabios extranjeros que reconocieron la divinidad de Jesús.
Conclusión
Los Reyes Magos, tal como los conocemos hoy, son el resultado de siglos de tradiciones, reinterpretaciones y simbolismos. Aunque el relato original en el Evangelio de Mateo es breve y ambiguo, la figura de los magos ha evolucionado para encarnar mensajes teológicos, sociales y culturales. Desde sacerdotes astrólogos hasta reyes que simbolizan la diversidad de la humanidad, los Magos de Oriente siguen siendo una pieza fundamental de las celebraciones navideñas, recordándonos cómo las tradiciones se adaptan y transforman con el paso del tiempo.
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