Los jóvenes canarios pasan del preservativo

La sociedad habla y vive la sexualidad con más libertad que nunca, pero existe un silencio en torno a los riesgos que conlleva el acto sexual que ha provocado una disminución en el uso de los métodos de protección

Sexo sin barrera

Sexo sin barrera / E. D.

Verónica Pavés

Verónica Pavés

La sociedad canaria ha roto gran parte de los estigmas que pesan sobre el sexo. Las relaciones íntimas se viven con libertad y destierran aquel pudor que las había convertido en un acto lascivo y meramente reproductivo. La población habla sin tapujos sobre sus encuentros sexuales, explora su propio placer y se lanza a experimentar. Pero también ha olvidado los peligros intrínsecos que puede ocasionar mantener relaciones sin protección. El uso del preservativo ha caído a una de las tasas más bajas de los últimos años y, en paralelo, las infecciones de transmisión sexual (ITS) se disparan. Y pese a la abanderada y celebrada libertad sexual de la que goza la población, aún es difícil encontrar a alguien se atreva a decir sin miedo que ha contraído clamidia, sífilis o gonorrea. Convirtiendo a las ITS en el último tabú del sexo.

El chemsex puede facilitar la transmisión del VIH y otras ITS.

El chemsex puede facilitar la transmisión del VIH y otras ITS.

En el último año, el uso de preservativo entre los jóvenes canarios entre 18 y 26 años ha caído en picado. Si en 2019 el 89% de los isleños afirmaban utilizarlo en todas sus relaciones sexuales, ahora solo el 39% lleva a cabo esta práctica de protección a rajatabla, tal y como afirma la onceava edición del Barómetro Los españoles y el sexo de la empresa Control. Esta conducta de riesgo se ha traducido, casi de inmediato, en una explosión de infecciones de transmisión sexual (ITS) en toda España. En 2021 el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) contabilizó un total de 43.107 casos de ITS no VIH en el país. En Canarias se detectaron 1.342 casos, de los que el 40% fueron clamidias.

Los mismos datos revelan que las tasas de sífilis y gonorrea en Canarias se han cuadruplicado en algo más de un lustro. En 2016 se detectaron 105 casos de sífilis mientras que en 2021 fueron 493. En cuanto a infección gonocócica, mientras en 2016 se detectaron 182; en 2021 ya fueron 304. Pero si hay una infección de transmisión sexual que ha crecido de manera desorbitada es la clamidia. La ITS más prevalente en nuestro país (acumula el 47% de los casos), ha crecido en estos seis años un 1.325%. En Canarias de apenas detectar 36 casos al año se ha pasado a más de 500. Las más afectadas por este incremento son las mujeres, que han pasado a representar el 51% de los contagios.

Detrás de estos datos se encuentra una mejor vigilancia epidemiológica, el cambio de conducta sexual (se tienen más parejas y en más ambientes), la mejora de los tratamientos para evitar las infecciones de VIH y la propia cronicidad de esta enfermedad, la escasa educación sexual afectiva y las poca campañas de sensibilización que se realizan en el Archipiélago y en toda España. A ello se añade que los jóvenes conciben el preservativo como algo «antiguo» y se amparan en mitos para aseverar que tampoco cumple con sus expectativas de placer.

Las tasas de sífilis y gonorrea en Canarias se han cuadruplicado en algo más de un lustro y las de clamidia se han multiplicado un 1.325% en el mismo periodo

Esto último no es cierto, ni mucho menos es una excusa para dejar de llevarlo. «El preservativo es el método barrera más eficaz contra los contagios que tenemos», afirma con contundencia la sexóloga canaria Cristina Izquierdo. Pero no solo eso, los mitos que afirman que el uso de condón reduce el placer sexual y la sensibilidad son también falsos. «El mercado de anticonceptivos de barrera es enorme, y hay todo tipo de preservativos para elegir, por lo que no es una excusa», resalta. Por ello Izquierdo cree que se debe cambiar el discurso y empezar a «poner por delante el cuidado de la salud». «Es una responsabilidad tanto individual como colectiva», sostiene.

Más aún en una sociedad en la que la libertad sexual ha favorecido que se mantengan relaciones sexuales con asiduidad y con diferentes parejas. Si bien esto último puede llevar a juzgar o malinterpretar la promiscuidad, Izquierdo rompe una lanza por quienes mantienen relaciones con diferentes personas. «Alguien que tiene muchas parejas no tiene por qué tener más riesgo de contraer una ITS, solo quienes no toman medidas de protección ven incrementado ese riesgo», insiste. Así, «una persona que lleve tiempo saliendo con su pareja y, por confianza, decida eliminar el preservativo de su rutina sexual tiene más riesgo que una que siempre se ponga condón», recuerda.

La nueva concepción del sexo también se alimenta de los cambios en los patrones de comportamiento debido a la influencia de las redes sociales e Internet. «Estamos en una sociedad hedonista de la satisfacción que requiere un sistema de recompensa cerebral inmediato», explica la psicóloga clínica del Colegio de Psicólogos de Santa Cruz de Tenerife, Azucena Duque. Es decir, el mismo patrón cerebral que mueve la búsqueda activa de likes en fotografías de Instagram o post de Twitter para conseguir una recompensa rápida, se ha trasladado también al sexo.

Sexo sin barrera

Sexo sin barrera / Verónica Pavés

«Las personas ya no se conocen como antes», resalta Duque. Las apps para ligar como Tinder o Grindr propician –y hasta cierto punto celebran– conocer a muchas personas online, entablar una conversación más o menos superflua con ellos y programar una cita con el objetivo final de mantener relaciones sexuales. «Antes había preámbulos y procesos de reflexión, ahora nos conocemos en redes sociales y quedamos para vivir el momento, con lo que perdemos ese tiempo para meditar nuestras decisiones», afirma la psicóloga. «Esa conducta propicia que a mucha gente se le olvide protegerse o no piense en la salud sexual de la otra persona», resalta la psicóloga que añade: «además, hay mucha confianza ficticia y la creencia de que a uno no le va a pasar».

El método de la doble barrera

Lo cierto es que, hoy en día, hay más preocupación «por embarazos no deseados que por contraer ETS», revela Izquierdo. De ahí que muchas mujeres decidan dejar de lado los métodos de protección de barrera cuando comienzan su tratamiento hormonal. Para los profesionales esto supone un verdadero escollo, porque por más que explican la importancia de mantener el doble método de protección –píldora anticonceptiva y preservativo– para evitar contagios, el mensaje no cala.

Un fenómeno similar al de los embarazos ha ocurrido con el miedo a contraer VIH. Las autoridades sanitarias siempre han hecho especial hincapié en el uso del preservativo para evitar esta enfermedad antaño mortal y ahora tratable. De ese miedo y la importancia de parar la epidemia surgieron campañas de sensibilización y de uso del preservativo tan icónicas como el SiDA, NoDA (1988) o el Póntelo, pónselo (1990).

Una mujer muestra un preservativo.

Una mujer muestra un preservativo.

Pero con la progresiva cronicidad de la enfermedad y la llegada de medicamentos eficaces para prevenir el contagio, el preservativo ha perdido también popularidad en estos casos. «Después de la pandemia se ha empezado a recomendar la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP) en las personas con más probabilidades de contagio», explica Xerath Bosch, facultativo de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. Los más afectados por estas infecciones son los hombres que tienen sexo con hombres, aunque no son los únicos ni, por ello, se convierte en una enfermedad propia del colectivo.

Este medicamento reduce las probabilidades de contraer el virus a través de relaciones sexuales y es altamente eficaz para prevenir una infección. Y aunque los sanitarios siguen recomendando acompañarlo de un método barrera, el éxito del medicamento es tal que ha conseguido desbancar al condón. Pese a este inesperado efecto rebote, Remedios Alemán, jefa de la sección de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Canarias (HUC), tiene claro que «vale la pena usar el PrEP».

Las ITS tienen algo en común: el 50% de la población contagiada las padece sin notar ningún síntoma

La clamidia, la gonorrea, la sífilis, el Virus del Papiloma Humano (VPH), la tricomoniasis, las ladillas y los herpes genitales tienen, además, algo en común: el 50% de la población contagiada las padece sin notar ningún síntoma. «Esto dificulta la vigilancia», admite Bosch, que asegura que se convierte en un obstáculo para frenar los contagios.

Pero el control de las infecciones también resulta entorpecido por el estigma que pesa sobre las ITS. Al contrario de lo que ha ocurrido estos tres últimos años con el coronavirus, cuando uno se contagia de ITS no lo cuenta a sus parejas sexuales ni a sus allegados «por miedo al rechazo». Y del silencio no se libra ni siquiera su médico. «A los pacientes les da reparo comunicar síntomas de salud sexual, lo que produce una barrera de comunicación», sentencia Bosch. Tampoco lo preguntan ni se preocupan por ello: uno de cada cuatro canarios desconoce el estado de salud de la persona con la que mantiene relaciones sexuales. «A nivel general ni se plantea hablar de esto porque no está de moda», resalta a psicóloga Azucena Duque, que asegura que este tipo de problemas se suele quedar «en la esfera interna».

Como evitar el VIH y controlar los embarazos han sido los motivos principales para recomendar el uso de métodos de barrera durante décadas, hoy su utilización se antoja poco necesaria o incluso «anticuada» para parte de la población. Y es que, como afirma Bosch, «la población no percibe que existe un riesgo de contagio de las ITS que no sean VIH». Por eso todos los profesionales consultados coinciden en lo mismo: es prioritario facilitar más información de calidad a los jóvenes.

Desterrar la educación del click

l Ministerio de Sanidad pone en marcha una nueva campaña de concienciación cada año por el Día Mundial del Sida.
Lazos rojos en Madrid por el Día Mundial contra el Sida.

Lazos rojos en Madrid por el Día Mundial contra el Sida. / EFE

Pero para los expertos estas acciones puntuales de las instituciones son insuficientes. «En 2010, en medio de la crisis económica, empezó el desmantelamiento de los centros de atención a las sexualidades y hasta el momento no se ha revertido», afirma Izquierdo. Algo a lo que también alude Bosch que critica que en Canarias no existan Centros Comunitarios de Salud Sexual como sí los hay en ciudades como Barcelona, Sevilla y Madrid. «Hay que sacar la salud sexual de los hospitales y llevarlos a un entorno más cercano y menos hostil», resalta. Canarias cuenta con acuerdos puntuales con algunas ONG, y algunos centros escolares de motu proprio buscan personal para abordar la educación afectiva sexual.

Así lo pone de relieve el Colectivo Harimaguada en uno de sus últimos informes sobre La educación efectivo sexual integral en Canarias. Como destaca el colectivo, en la actualidad, la decisión de abordar esta temática queda al criterio del profesorado o del equipo directivo de cada centro, viéndose condicionada, a su vez, por la falta de formación, de medios, de créditos horarios y de recursos de apoyo suficientes para emprender acciones en esta materia. Esto ha llevado a que durante el curso 2021-2022, solo en 160 centros educativos de los 1.315 que hay en Canarias hayan realizado algún tipo de proyecto de Educación Afectiva Sexual. «Claramente ya no hay el mismo acceso que había antes», resalta Bosch.

Los jóvenes son huérfanos de una correcta educación sexual. La sociedad les ha dejado a la deriva, a su suerte, con toda la información del mundo a golpe de click y con un único guía sobre relaciones sexuales: el porno. «Pensamos que con toda la información que tienen a mano van a estar mejor informados, pero no es así. No las usan para informarse sobre ETS», insiste la psicóloga clínica. «Los jóvenes necesitan a alguien que les guíe, porque la información de la que disponen es de mala calidad», añade Izquierdo, quien además pone la responsabilidad sobre los mayores: «demonizamos a los jóvenes, pero solo son un reflejo de lo que hacemos los adultos».

Los contagiados no lo cuentan ni a sus parejas ni a sus allegados por miedo al rechazo

El elevado crecimiento de las ITS, lejos de revertirse, se empieza a convertir en un problema de salud pública del que los sanitarios llevan tiempo advirtiendo pero nadie parece querer actuar para ponerle freno. Preocupa, además, el auge de ciertas modas que están calando entre la población joven, como el chemsex. «Son quedadas para consumir drogas y tener relaciones sexuales con varias personas», narra Alemán, que asegura que con la droga suelen perder «el control».

Aunque la mayor parte de estas infecciones son tratables y no causan más problemas que los que generan a corto plazo, en ocasiones también se pueden complicar. A nivel físico, una clamidia mal tratada o a la que se le ha dejado progresar durante demasiado tiempo puede causar infertilidad –al igual que la gonorrea– y enfermedad inflamatoria crónica. El VPH está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de cuello de útero. Si se deja pasar demasiado tiempo una sífilis, puede ocasionar daños neurológicos que pueden ir desde una parálisis de las extremidades, hasta dificultad para el movimiento, entumecimiento, ceguera y hasta demencia. Esto ocurre sobre todo con las personas asintomáticas. «No suelen acudir hasta que no hay una complicación grave», revela Alemán. De ahí que los especialistas insistan en la realización de revisiones médicas periódicas, en especial si no se cuenta con una pareja estable. Las consecuencias, sin embargo, van más allá de lo físico. Cuando una persona se enfrenta a la noticia de un contagio también sufre en el terreno emocional. «Es un shock y puede contribuir a una merma de autoestima o de aumento del miedo y las fobias», resalta Duque, que insiste que quienes se enteran de esta noticia también pueden tender a «aislarse».

El embarazo es una de las causas de la aparición de varices.

El embarazo no deseado

Para los expertos es hora de cambiar el discurso y desterrar los miedos del pasado. «Debemos anteponer el cuidado de la salud para poder vivir una sexualidad plena y sin complicaciones», insiste Cristina Izquierdo. Para ello hay que «dotar de herramientas» a la normativa vigente para poder desarrollarla. «Tenemos muchas leyes que incluyen la educación sexual integrada, pero no cuentan con recursos suficientes como para poder llevarse a cabo», insiste.

Llegó la hora de hablar, de repensar y de tomar decisiones. De concienciar y de formar a las nuevas generaciones para tener un futuro donde la libertad sexual constituya realmente hablar y vivir un sexo seguro y sin tapujos.

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