Entrevista | Carina González González Directora del Instituto Universitario de Estudios de las Mujeres de la ULL

Carina González: «Las mujeres hemos aprendido a vivir la vida como personas libres»

!Tomar el control de tu cuerpo es clave porque la agenda de problemas de la mujer es larga"

Carina González González, el pasado miércoles en el aulario de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología de la Universidad de La Laguna. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

Carina González González, el pasado miércoles en el aulario de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología de la Universidad de La Laguna. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ / Jorge Dávila

Catedrática de Arquitectura y Tecnología de Computadores y directora del Instituto Universitario de Estudios de las Mujeres de la ULL, Carina González González considera que una de las claves que abordamos en este Enfoques tiene que ver con el control que tiene la mujer de su cuerpo. «Todo no es ‘Sexo en Nueva York’, pero las mujeres de hoy pueden decidir su destino», remarca.

¿Cómo hay que interpretar este rol, que no es nuevo, en la sociedad de 2023?

Este cambio cultural y revolucionario tiene que ver con el control que la mujer quiere tener sobre su cuerpo. En los años 60 del siglo XX ese dominio empieza a ser una realidad con la aparición de la píldora anticonceptiva, pero ahora el debate gira en torno a cuál es mi rol como mujer y cuál es mi rol como persona... En España y en determinadas corrientes políticas la mujer aún está condicionada por normas patriarcales y reproductivas que se asocian a la idea de ser madre y formar una familia. Afortunadamente eso ha cambiado...

¿En qué sentido?

Las personas crecemos y nos formamos con unas ideas equis propias de la generación o el contexto en el que nos movemos. Al principio de curso les dije a mis alumnos [es catedrática de Arquitectura y Tecnología de Computadores de la ULL] que los millennials son los nuevos viejos de internet porque ya están los Z. Esa frase sirve para explicar que en estos momentos ni consumimos lo mismo ni las aspiraciones son las que había hace 30 años. El objetivo ahora no es anclarnos a un puesto de trabajo, comprar un coche, tener una casa y llegar a formar una familia... Las mujeres de 30 tienen otra base que se sustenta sobre las libertades y derechos que ganaron hace muchos años... Tienen el autocontrol de su cuerpo, saben cómo sentir placer y deciden no ser madres porque esa no es su única misión en la vida. Explicar esta postura no es fácil, pero hay algunas pistas.

¿Cuáles son esas pistas?

En algunos casos vemos que casi el 50% de las mujeres decide no ser una máquina de reproducción porque eso conlleva unas implicaciones sociales, económicas y políticas. Además, romper el patriarcado nunca fue sencillo. Yo, sin ir más lejos, me crié y crecí en un lugar muy machista (Corrientes - Argentina), una zona pobre en la que esa dominación sobre la mujer es muy dura. A las nuevas generaciones les cuesta mucho leer y lo transmiten absolutamente todo a través de las redes sociales, ticktokers, youtubers... En ese escenario se sigue hablando demasiado y de una manera superflua del mito del hombre cazador y la mujer recolectora. Ese esquema debería ser historia.

¿Hablamos de un escenario ya metido de lleno en la cuarta ola del feminismo?

Algunas autoras hablan en esos términos de algo que aún anuncia su llegada, pero yo prefiero centrar mi análisis en un cambio generacional, en los debates abiertos sobre la identidad de género, en las teorías queer o en las fracturas que se dan dentro del feminismo debido a las luchas entre corrientes.

¿El feminismo está unido?

[silencio]. Siempre nos ha unido la defensa de la igualdad y valorar a la persona, no a la mujer... El objetivo ha sido igualarla en derechos y deberes, pero si la pregunta es si estamos unidas, eso es algo que genera distintas visiones. En el caso de la píldora anticonceptiva vemos que el feminismo radical siempre ha apoyado sin reservas a esta tecnología frente a posturas como el tecnofeminismo de los ochenta. Esas variables siempre han existido, pero lo decisivo es que nadie se aproveche de ellas para tratar de dividir al feminismo.

¿Tener el control del cuerpo es el eje de todo este debate?

Esta es una cuestión que ha sido clave a lo largo de la historia: ¿cómo nos han controlado a través de nuestros hijos? En el centro de este debate ha estado la capacidad reproductiva femenina y eso es algo que ha mermado la proyección laboral de muchas mujeres. Lo que ocurre es que una vez garantizamos dominar nuestro cuerpo hay que abrir otros debates... Buscar otros posicionamientos es una cuestión inevitable para entender los cambios que estamos inyectando a esta sociedad.

Esos posicionamientos serán más o menos fáciles de lograr en base al lugar en el que se encuentren esas mujeres.

Eso es un factor vital, aunque no es el único. También afecta la educación que recibimos, los valores que vemos, los productos que consumimos nos condicionan de manera inconsciente porque creamos unos estereotipos que no son fáciles de asimilar. Que te digan que eres una «mala madre» duele igual aquí que en Barcelona, pero lo que sí puede cambiar es la visión que se genera alrededor de los comportamientos que muestra una mujer en un lugar más cosmopolita que en un pueblo. Estas decisiones pesan y se miden de una manera distinta según el lugar en el que se tomen. Eso implica una desigualdad.

"Ser una máquina de reproducción tiene implicaciones sociales, económicas y políticas"

Por lo que comenta, más que soltería o independencia la idea más apropiada sería «disfrutar de mi vida», ¿no?

Está mucho más conectado con la existencia de otros modelos que no son los tradicionales, es decir, el de la madre que criaba a sus hijos, que se quedaba en casa al frente de las labores propias del hogar y con una independencia cero. Esas madres abnegadas que lo dan todo por sus hijos no han desaparecido, pero las mujeres hemos aprendido a vivir la vida como personas libres. Las nuevas generaciones, de aquí y ahora, no imaginan que esas libertades se puedan perder en algún instante, a pesar de los retrocesos que se aprecian en países tan importantes como Estados Unidos.

¿Qué papel juega la política en todo esto?

Un papel de enorme importancia, sobre todo en un periodo electoral. Las alineaciones de derecha y de la Iglesia no tienen nada que ver con lo que proponen desde los partidos de izquierda porque, de una forma u otra, están hablando de los roles de la mujer y el hombre en esta sociedad. Eso nos posiciona políticamente para convertirnos en un arma para manejar votos. Ahora estamos en uno de esos momentos en los que vemos y escuchamos a mujeres leyendo unos discursos machistas con los que nos quieren bombardear una serie de cuestiones que estaban más que superadas. Hay debates en el Congreso sobre este y otros asuntos que tienen una simpleza impropia de un lugar en el que se deben discutir problemas de mayor calado social.

¿Cómo se supera este debate?

Esa es la pregunta: ¿cómo vamos a salir de aquí? A mí me gusta escuchar a la gente, a veces sin que se den cuenta, porque es una manera de medir lo que pasa a nuestro alrededor. En ocasiones acabo asustada de lo que oigo porque me encuentro con unas posturas que no encajan con mi visión. Algunos de esos posicionamientos están en el razonamiento de jóvenes que se han colocado en un extremo enormemente radical. Eso deja claro la existencia de un conflicto que va mucho más allá de una cuestión exclusivamente política.

Dentro de esa independencia de la que habla también nos encontramos con mujeres que deciden asumir la maternidad en solitario.

Ese es un hecho que viene dado por el pensamiento de «yo no tengo que atarme a nadie, yo no tengo que aguantar a nadie, yo no tengo que cuidar a nadie...» porque este es mi cuerpo y, por lo tanto, lo disfruto con total independencia. Mi cuerpo es mío y no forma parte de una familia, como un ser reproductivo o sumado a otra unidad. Pero eso no quita que si tengo un deseo de ser madre, pueda ser madre.

¿Planificar esa libertad cuesta dinero?

Sí y no... ¿Por qué digo sí y no? En las Islas somos testigos directos de los problemas que tienen los jóvenes para acceder a la vivienda y eso provoca que muchos no puedan salir de la casa de sus padres o tengan que compartir piso para ajustar sus economías. Lo que pasa es que los objetivos están cambiando y en estos momentos muchos consideran que no van a tener una jubilación y han decidido vivir el periodo que les ha tocado vivir. Mi hijo, por ejemplo, es millennial, acaba de tener una niña y mi nuera tiene 30 años... Sus objetivos son diferentes. Nuestros padres vivían para trabajar y hoy muchas personas, no todas, trabajan y organizan su día a día alrededor de unos hobbies... El asunto de la soltería implica entrar en un debate bastante profundo en el que inevitablemente hay que hablar de los derechos que hemos ganado durante un montón de años de lucha.

"Estas decisiones pesan y se miden de una manera distinta según el lugar en el que se tomen"

¿Eso no tiene nada que ver con el dicho de «mejor solo que mal acompañado»?

[sonríe]. Está asociado con el hecho de que en los años 80 ser una mujer soltera era poco menos que un escándalo. Muchos no eran capaces de comprender que si estabas en la edad de ser madre por qué optabas por vivir en solitario. Todo no es Sexo en Nueva York, pero las mujeres de hoy pueden decidir su destino.

¿Y en qué punto estamos?

Tener una pareja hoy no es el fin último porque uno/a puede encontrar a una persona con la que ser feliz el tiempo que dure esa relación. Y ahí es cuando empezamos a hablar de la desmitificación del amor romántico. Esa es una cuestión que debemos aprender a medida que van creciendo nuestros hijos porque ya no quedan cuentos en los que acaban apareciendo príncipes azules, más bien hay historias que se rompen como las de Shakira y Piqué. El mito del amor romántico no ha desaparecido y por eso asistimos un día sí y al otro también a los problemas de violencia contra las mujeres... Me preocupa cómo crecen algunas ideas asociadas con este fenómeno entre los jóvenes.

Ha mencionado en dos ocasiones el mensaje tan radical que proponen algunos jóvenes. ¿A qué tipo de peligros se refiere?

En el instituto hemos decidido rebajar el discurso que ofrecemos en las visitas a los centros escolares porque percibimos una vuelta a la idea de que la mujer tiene un cerebro femenino y el hombre uno masculino... Ese tipo de cuestiones ya superadas son un peligro en un escenario tan viral como es el de las redes sociales y suponen una amenaza ante el avance imparable de la inteligencia artificial.

"Hay un sesgo en todo lo que es la inteligencia artificial que no ayuda a entender este cambio"

¿Qué papel hay que darle a la inteligencia artificial?

La IA se crea a partir de los datos ya existentes y en internet los datos son los que son, es decir, hay un sesgo en todo lo que es la inteligencia artificial que no ayuda a entender este cambio. La informática lleva años evaluando un problema que aún no dispone de unos principios éticos y tampoco una perspectiva de género para poder eliminarlos. La tecnología y la ciencia no son neutrales y las personas que trabajan con esas herramientas tienen que tener claro que lo que hacen genera un impacto brutal en las personas que lo consumen. Hay que regular estos cambios porque al final dejamos en manos de las multinacionales la vida que queremos tener. Y ahí incluyo a las mujeres solteras, las independientes y las que no desean experimentar la maternidad.

¿Esto no es tan sencillo como soltar esa frase de «se te va a pasar el arroz»?

¡Vaya frase! Cuanto daño nos ha hecho lo de «se te va a pasar el arroz». Tomar el control del cuerpo es clave, sobre todo porque la agenda de problemas de las mujeres es larga. Ahora si necesito disfrutar del sexo hay muchas posibilidades, incluido el satisfyer. Las normas han cambiado y ahora yo controlo mi vida.

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