Entrevista | Francisco Socorro Miembro de Semes y médico de urgencias jubilado del Hospital Insular

«Se nos han llenado las urgencias de personas dependientes y sin techo»

"Al no reconocerse la especialidad no hay forma de fidelizar a los profesionales en el servicio", asegura el médico de Urgencias jubilado del Hospital Insular

Francisco Socorro, miembro de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes).

Francisco Socorro, miembro de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes). / Andrés Cruz

Verónica Pavés

Verónica Pavés

 Francisco Socorro se acaba de jubilar como médico de urgencias en el Hospital Insular Materno-Infantil de Gran Canaria. A lo largo de su carrera ha estado tanto en puestos de gestión como en las ‘trincheras’ y, ha sido un testigo del declive progresivo de las urgencias en Canarias.

¿Qué valoración hace de las urgencias en Canarias?

Lo que ocurre en Urgencias es la punta del iceberg de los problemas que hay en el resto de la sanidad. En los últimos años las urgencias no solo no han tenido que responder a la demanda de emergencias sino que también han tenido que empezar a dar una respuesta social. Se nos han llenado los servicios de personas dependientes y de sin techo, pero la capacidad de respuesta no se ha incrementado. El modelo de servicio de urgencia que se diseñó en los 70 para atender a un perfil de paciente agudo, ya no sirve. Ahora el 80% de los pacientes acuden por más de un motivo, son pluripatológicos, tienen dependencia o demencia. Como resultado, el servicio está colapsado.

¿Es el problema del colapso urgencias es entonces estructural y no puntual como suele justificar desde la Administración?

Es cierto que durante los inviernos hay un aumento de la demanda pero, en mi experiencia, el hospital se ha colapsado progresivamente por otros problemas. Tenemos que romper con el mito de que solo se da esta casuística en invierno, porque ya ha habido meses de agosto de colapso en Canarias. Cuando redactamos el Plan de Urgencias Canario (Pluscan) pusimos sobre la mesa las causas que lo provocaban. Sin embargo, hasta el momento no se han puesto en marcha ninguna de las medidas que se habían previsto en el plan para los hospitales, aunque sí para la Primaria. Y ya no podemos buscar más camas fuera porque todo va a seguir igual.

De hecho, algunos hospitaleshan aumentado su número de camas disponibles estos años en Urgencias y en hospitalización, pero la situación parece seguir igual.

Hay un dicho que dice: cama creada, cama ocupada. Tenemos unas tres camas por cada 100.000 habitantes. Es una de las tasas más bajas de España. Está claro que hacen falta camas pero no es la solución. Lo que hay que ser es eficaz en la gestión. Hoy en día nos ocurre a menudo que cuando un paciente sale de Urgencias, regresa a los pocos días porque vuelve a crear la patología. Y es normal. Porque si en urgencias tratas a un hombre de 80 años con insuficiencia cardiaca, pero luego lo mandas a casa sin rehabilitación y sin alguien que le vigile, lo más probable es que vuelva a tener problemas a los pocos días. Necesitamos una respuesta global del sistema y, para eso, tampoco nos vale con crear nuevos hospitales. Los hospitales del norte y del sur de Tenerife se han construido pero no hay menos colapso y eso ocurre porque no se está resolviendo el taponamiento en su origen.

"Que Canarias no haya definido cómo debe ser la gestión de las urgencias es una rémora"

¿Y cuál es el origen?

El envejecimiento de la población. Si ahora mismo miras a un pasillo de urgencias, el paciente más joven tendrá 75 u 80 años. Las urgencias hospitalarias se crearon para atender a problemas agudos, y en un 80% está atendiendo a viejitos para cuyos problemas no tenemos respuesta. El sistema no ha sido capaz de adaptarse ni adecuar sus instalaciones. Por ejemplo, una persona mayor debería poder pasar a urgencias con un acompañante, al igual que lo hacen los pacientes pediátricos, para no perder nada de información. Pero esto no se ha hecho. Otra de las cosas que se planteó para abordar este problema fue que la gestión sociosanitaria no dependiera de los Cabildos, porque se establecen diferencias entre islas. Pero tampoco llegó a buen puerto.

¿En qué no han conseguido adaptarse las urgencias?

Estos pacientes, por su patología y su tiempo de recuperación, suelen estar más días ingresados. En Urgencias solo tenemos camillas, pero no disponemos colchones adecuados para una estancia larga. Por lo que les pueden acabar generando úlceras. Sería incluso conveniente crear unas urgencias geriátricas, separadas del resto, al igual que ocurre con las urgencias pediátricas y las ginecológicas. Pero parece que políticamente no interesa.

¿La pandemia ha empeorado la situación?

Al principio de la pandemia los servicios de urgencias se beneficiaron. Pudieron cambiar el chip porque solo veían las urgencias que tenían que ver. Pero, durante ese tiempo, también se perdió la oportunidad de replantear el servicio. A día de hoy siguen manteniendose cosas buenas y malas de la pandemia. Destacaría como malo, el hábito de seguir llamando a los familiares por teléfono porque pierden datos. Y como positiva, el hecho de que se hayan creado espacios específicos para aislar a los pacientes respiratorios.

¿Por qué hay tantos pacientes esperando por un ingreso a planta?

Porque no hay drenaje. Piensa que si al día veo unos 220 pacientes, entre el 16 y el 20% se quedará ingresado. Pero no hay capacidad ni camas en el hospital para drenarlos.

¿Por qué es cada vez más común ver ambulancias agolpadas en las puertas de urgencias?

Porque no hay drenaje ni voluntad de hacerlo. El técnico de la ambulancia se queda con el paciente esperando a que haya disponible una camilla en urgencias. No hay sitio donde ponerlos a todos, así que la cola de ambulancias cada vez es mayor. Además, las ambulancias ahora mismo trabajan más como servicio de transporte que como asistencial.

¿Cómo afecta esta situación de colapso continuo a los trabajadores?

Cada vez más trabajadores desarrollan el síndrome del quemado. Las jornadas son muy largas y, a esto se une la desazón por no poder dedicarse a las tareas que le competen. Los enfermeros, por ejemplo, están ejecutando trabajos de hospitalización además de atender a los pacientes urgentes. Luego están los médicos, pluriempleados en su propio servicio. Haciendo jornadas ordinarias y extraordinarias de hasta 24 horas con incidencias continuas. Es un cúmulo de cosas que aguantas cuando eres jóven, pero que, a medida que crecer intentas buscar otras cosas. Esto ha provocado la marcha de buenos médicos porque, además, al no reconocerse la especialidad reglada, no hay forma de fidelizarlos en el servicio.

"Tenemos camillas, pero no disponemos de colchones que se adecuen a una estancia larga"

La SEMES ha pedido en varias ocasiones el reconocimiento a la especialización en urgencias, pero, de momento, no se ha podido conseguir, ¿cree que eso puede empeorar la gestión?

En el Plan de Urgencias Canario (Pluscan), el Servicio Canario de la Salud no deja definido cómo gestionar los servicios de urgencias de Canarias. Esto conlleva a que haya urgencias donde el jefe de servicio no sea un profesional de urgencias. Pero en Canarias, salvo algunas excepciones, son los médicos de urgencias los que ostentan el cargo de jefe de servicio. Sin embargo, al no haberse definido, sigue siendo una rémora. Y es curioso que a pesar del reconocimiento y el apoyo que la creación de la especialidad ha recibido en el Parlamento de Canarias, el Gobierno no se definió cuando se debatió en el seno del Consejo Interterritorial de Sanidad. Probablemente porque consideren que no es uno de los problemas más acuciantes. Pero la verdad que podría ayudar mucho. Por un lado porque tendríamos a profesionales con una formación reglada y segundo, porque tendrían un horizonte para fidelizarlos en el servicio.

Usted ha desempeñado puestos de gestión, fue durante muchos años director médico del Hospital Insular, ¿cómo es estar «al otro lado»?

La visión cambia totalmente. Eres como un sándwich entre los profesionales y los altos cargos, aunque eso no significa que no se pueda hacer nada. Durante ese tiempo me di cuenta de que una buena gestión hospitalaria está íntimamente relacionada con la gestión que se haga de urgencias.

¿Qué opina de la reiterada acusación a los pacientes por acudir a urgencias cuando no era necesario?

Es otro de los mitos. Los ciudadanos solo van a urgencias cuando consideran que algo es urgente. Es cierto que tenemos que mejorar la cultura del autocuidado entre la población, pero echarle la bronca a un adulto en urgencias no va a servir de nada y encima va a empeorar la relación entre el médico y el paciente.

En pocas palabras, ¿cómo cree que podemos mejorar las urgencias en Canarias?

Yo creo que las mejoras se deben hacer en cuatro niveles. En primer lugar, se debe incidir en las altas hospitalarias, llegando a un consenso con el sistema sociosanitario para poder ofertar al ciudadano una plaza residencial, así como establecer un lugar donde podamos ver a los pacientes dependientes para que no vayan tanto a urgencias. Luego denemos reevaluar la infraestructura de urgencias teniendo en cuenta el tipo de paciente más frecuente: anciano con comorbilidades. También hay que incidirir en los recursos humanos, creando un horario adecuado para la presión asistencial. Por último, se deben integrar todos los niveles atención urgente: atención primaria, ambulancias (112) y hospitales.

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