Entrevista | Ram Bhavnani | Inversor

«Mi cabeza está en la India pero todo lo que soy se lo debo a Canarias»

Ram Bhavnani (1943, Sindh / India) | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

Ram Bhavnani (1943, Sindh / India) | | ANDRÉS GUTIÉRREZ / Jorge Dávila

Jorge Dávila

Hace seis décadas empezó a construir una de esas historias que parecen estar tocadas por la buena suerte. Ram Bhavnani (1943, Sindh) tenía un pasado como refugiado cuando desembarcó en Tenerife. Vino a hacer negocios y, poco a poco, dio forma a su gran imperio económico.

¿Cuántos años lleva en Canarias?

Vine con 21 años en 1964.

¿Solo?

Sí, solo. Antes trabajé en Hong Kong para el señor Kishoo entre los 17 y 21 años. Él acababa de abrir un negocio en Tenerife y nombró a varios directores, pero aquello no terminaba de arrancar. Alguno enfermó y otros no se adaptaron a la Isla. Hace 59 años esto era distinto: había pocos coches y una actividad comercial limitada... Acomodarse a aquel estilo de vida después de residir en una gran ciudad no era sencillo. Vinieron uno, dos y tres... Todos fracasaron. ¡El cuarto era yo!

¿Qué referencias tenía de las Islas?

Ninguna, algo escuché sobre las experiencias que vivieron los que estuvieron antes que yo pero hace 60 años aquí no había más de 300 hindúes. Vine a ver un negocio que había cambiado de director cuatro veces en menos de un año y eso no era una buena señal. Algo estaba fallando...

¿Cómo recibe un joven de 21 años un encargo de ese calado?

Tenía 20 años [silencio]...

¿Antes dijo que vino con 21?

Ja, ja, ja... Nací en marzo de 1943 en Sindh [región india que pasó a estar bajo control de Pakistán] y enseguida me dieron la condición de refugiado. Eso se arreglaba cuando un tío, por ejemplo, asumía la custodia de 50 personas. Los problemas venían después...

...¿qué problemas?

Imagine el estrés de un señor en el momento de dar los datos de las 50 personas que viajan con él: las opciones de que cometa un error a la hora de dar bien un nombre y una fecha de nacimiento son altas. Él puso en mis papeles el 1 de enero de 1944 [ríe]. Esa es la fecha que tengo en mi pasaporte, pero en realidad nací el 23 de marzo de 1943, es decir, yo sabía que tenía 21 años pero en los papeles solo había 20.

¿Se atreve a hacer una fotografía de la ciudad que se encontró hace 59 años?

Había plataneras por todas partes... Los plátanos se cultivaban en los alrededores del Teatro Baudet y el hotel Mencey, solo recuerdo un negocio abierto en la calle de la Noria [hoy existen una veintena de restaurantes y cafeterías] y casi todo el movimiento se generaba alrededor de las ciudadelas. El vecindario estaba mucho más unido y no necesitabas ser amigo de alguien para ayudar a descargar el furgón que traía café, cereales, té...

Si los tres directores que llegaron antes que usted fracasaron, ¿por qué se quedó en Tenerife?

Enseguida me di cuenta de que las cosas estaban mal pero, a su vez, vi una posibilidad de hacer negocios. ¿Por qué me quedé? Supongo que necesitaba trabajar para comer y enviar algo de dinero a la India, a mi madre y a mi hermana... Era joven y tenía ganas de progresar [hace una pausa]. Al jefe tampoco le iban bien las cosas en Hong Kong y probó suerte en las Islas, pero antes de intentarlo aquí tenía que cerrar un agujero allí.

¿Fue usted el que le dio las claves del negocio que podía florecer en el Archipiélago?

Bueno, digamos que me hizo un poco de caso [vuelve a sonreír].

¿Y qué hizo para que la aventura canaria funcionara?

Cambiar las reglas a la hora de hacer negocios. Él vendía de forma directa a los representantes y eso tenía sus riesgos porque se quedaban con los productos que más les interesaban y los restos eran difíciles de colocar en el mercado. Entonces decidimos negociar con los mayoristas para asegurar las ventas. En cuanto tuvimos controladas las operaciones en Canarias optamos por dar el salto a Europa y la cosa no salió mal.

Contratiempos económicos he tenido muchos, pero de esas malas experiencias siempre aprendí algo bueno

A los 20 años, perdón 21, ¿tenía claro que quería ser un hombre de negocios?

Era lo único que sabía hacer...

Hay un dicho que apunta a que el que resiste gana.

A mí me salió bien... Poco a poco empezamos a crecer y el jefe estaba contento, tan feliz que me propuso un matrimonio con su hija. En esos años las cosas se seguían haciendo así y me casé... De esa unión nacieron cuatro hijos [dos chicas gemelas y dos chicos] y nuestras vidas quedaron anudadas a Canarias.

¿Qué es para usted Canarias?

La tierra que me acogió y en la que ha crecido mi familia... Un lugar donde hay gente buena y pocas son las personas que te hacen sentir mal por culpa de una frase inapropiada o una pintada.

¿Alguna vez ha sentido algún atisbo de xenofobia?

Si lo han querido hacer, yo no lo he tenido en cuenta porque mi sentido de la vida es dar el mismo trato a un señor que está pidiendo en la calle que a un político con un alto cargo. Lo que intento decir es que todos somos iguales, aunque haya situaciones que claramente son diferentes... Yo no establezco distinciones entre el director de un banco y una persona que trabaja realizando una labor menos relevante, pero igual de importante para la comunidad. Todos somos necesarios para progresar.

¿Cuál es su visión de la India desde Canarias?

Veo una India en plena transformación... La que yo conocí antes de venir a Tenerife transmitía unos altos niveles de pobreza y las necesidades eran muchas, pero las nuevas generaciones están cambiando la visión que tiene el mundo de la India: ya no es aquella India, ahora es otro país.

¿Más poderoso?

Con jóvenes que tienen más estudios y exportan conocimiento al resto del mundo... Muchos de ellos ganan buenos sueldos y envían parte de ese dinero a sus familiares de la India, pero otros han decidido regresar porque se han dado cuenta que las posibilidades de cerrar negocio están en casa. Eso no significa que haya hindúes establecidos en España como profesores de una universidad en Madrid o relacionados con grandes empresas de perfil económico. Las cosas han cambiado en la India...

¿A qué se refiere?

Hace tiempo que los días son tranquilos y no hay malos rollos o actos terroristas... Ahora nos señalan por comprar mucho petróleo a Rusia, pero nosotros tenemos que mantener a casi 1.400 millones de personas. Nadie está contento con la guerra entre rusos y ucranianos pero eso es algo que deben arreglar ellos, eso sí, con la ayuda de la comunidad internacional. Si han optado por enviar todo su petróleo a la India para refinarlo y desde allí distribuirlo por el mundo eso es algo bueno para nuestra economía y sería un error grave dar la espalda a esa posibilidad de negocio.

De vuelta a unas coordenadas geográficas más próximas, ¿por qué Canarias se ha convertido en la pequeña India de España?

Casi todos los que decidieron venir a mitad del pasado siglo estaban afincados en Tánger y cuando los problemas empezaron a hacerse graves en Marruecos optaron por hacer una mudanza a un territorio cercano y, sobre todo, conocido...

¿Conocido?

Sí, muchos de los que vinieron entonces eran comerciantes que se acercaban en barcas a Canarias con mercancías, ganaban dinero y una parte de esas ganancias iban a la India... Eso es lo que he oído. Cuando las cosas se pusieron feas en Marruecos empezaron a hacer negocios desde las Islas con las personas que llegaban a los puertos canarios embarcadas desde Brasil, Reino Unido y otras partes del mundo. Antes de que inaugurarán el aeropuerto de Tenerife Sur todo venía en barcos y los negocios hindúes se encontraban en los alrededores de la Plaza de la Candelaria... Muchas veces permanecían abiertos durante la noche y las ventas no paraban de crecer. Eran otros tiempos. Los locales se cerraban cuando el barco o el crucero partía.

Hoy existen pocas dudas sobre el potencial económico que tiene esta comunidad en el Archipiélago.

Sí que es poderosa, pero hoy casi el 99% de la comunidad no es hindú, sino hijos de hindúes que cuentan con la nacionalidad española... Sus abuelos sí que conservaban la condición de hindú, como es mi caso, pero mi esposa [Meera] tiene un visado para viajar. Aún existen problemas para obtener el pasaporte español porque nos piden un certificado penal que no es nada sencillo de conseguir por cuestiones administrativas... Si yo hubiera cometido un crimen en la India [cuenta con ironía] han tenido 60 años para venir a buscarme a Tenerife porque ellos saben que yo estoy aquí.

¿Usted nunca ha vivido en la India?

Voy con cierta frecuencia, pero nunca he vivido allí... La última vez que fui fue hace cuatro años y medio. Lo habitual era acudir al funeral de un familiar pero cercanos me quedan pocos, solo una sobrina.

La India está a medio paso de ser el país más poblado del mundo por delante de China.

Eso es culpa de los más jóvenes [intercala una breve pausa con una sonrisa silenciosa] porque muchos empiezan a controlar el mundo por su formación... Hay numerosos matemáticos, pero eso es algo natural si tenemos en cuenta que las Matemáticas empezaron en India [los primeros conocimientos datan del 3.000 al 2.600 a.C. en un perímetro fronterizo entre Pakistán y la India y consistía en un sistema de medidas y pesas que usaba un método decimal] a partir del cero. Mis primeras visiones de la India no tienen nada que ver con lo que me encuentro cada vez que regreso por unos días. No hay ni una sola empresa con entidad en el mundo que quiera competir con los mejores en el sector de las finanzas mundial, que no tenga unas grandes oficinas allí. Las posibilidades de que los datos de sus próximas vacaciones los controlen desde la India a través de una de esas sucursales son reales. Los alquileres y las nóminas son más baratos allí y los trabajadores ganan buenos sueldos, por lo que no es necesario buscar una oportunidad laboral fuera.

¿Usted no se plantea regresar?

Perdón [no ha escuchado bien la pregunta]...

Nunca he perdido la visión de un refugiado que quiso comenzar una nueva vida lejos de donde vino al mundo

Le pregunto por la posibilidad de volver a casa.

Mi casa está en Tenerife... Mi cabeza siempre está en la India pero todo lo que soy se lo debo a Canarias. Ahora no tengo a nadie allí. Puede que quede algún vecino vivo pero no quiero que me digan «¿a qué vienes ahora, a morir aquí?». Además, mi mujer es de Hong Kong [Meera colabora con la Asociación Española Contra el Cáncer desde hace más de dos décadas] y a ella le gusta ir 15 o 20 días, pero no mucho más. Mis hijos nacieron aquí, estudiaron aquí, trabajan aquí... Son canarios a los que les gusta disfrutar un rato de la India, pero sus vidas están aquí.

¿Usted es futbolero?

Me gusta ir a ver el Tenerife de vez en cuando...

...¿y formó parte de su estructura?

Durante la etapa de Miguel Concepción tuve alguna pequeña experiencia como consejero en materia de asesoramiento financiero.

¿Qué le parece la renovación del Consejo de Administración?

Ha sido un proceso rápido y supongo que el objetivo es luchar por estar en Primera. Ese es el deseo de muchos, pero también es un buen impulso económico para la Isla. Estar en una categoría de ese nivel repercute de una forma directa en la economía porque acelera la actividad del sector servicios.

Veo que no ha perdido esa capacidad para ver los negocios.

Yo no era mal estudiante pero se me daba bien el comercio. Empecé con la ropa y me fui ilusionando a medida que probaba otras oportunidades de negocio...

¿Es una persona ambiciosa?

¿Ambiciosa? He tenido la oportunidad de hacer buenos negocios, pero nunca he retirado la mano a un conocido o le he dejado de hablar a una persona que me ha tratado con respeto. Yo he hecho mi camino y no puedo ocultar que en algún momento haya podido generar algún tipo de envidia.

¿Cómo es sentirse envidiado?

Es algo que puedes llegar a percibir, pero no ves. En la calle soy uno más, no me gusta ser el centro de los demás.

Usted fue tomado como ejemplo en un libro que se titulaba Los secretos para ganar dinero en la Bolsa.

[sonríe]. Antes ya habían escrito uno de los diez hombres más ricos de Tenerife y luego sacaron ese. La parte de beneficios que me correspondía fue destinada a la AECC. No es un método exacto [advierte] sino algo que yo he experimentado... Tampoco quiero que nadie siga los contenidos al pie de la letra y termine en la ruina. No quiero esa culpa.

¿Ram Bhavnani sabe lo que es un revés económico?

Por supuesto que lo sé... En la vida no todo te sale bien. Contratiempos económicos he tenido muchos pero de esas malas experiencias siempre aprendo algo nuevo. A veces hay que tener suerte...

Suerte e intuición, ¿no?

Sí, porque igual un día vas caminando por la calles te caes y finish... La mala suerte existe cuando todo sale mal desde el principio, pero si esa caída llega en el momento en el que has cubierto un largo recorrido las posibilidades de ponerte de pie y seguir adelante son muchas.

Insisto, ¿el olfato para ver un negocio es importante?

Sí, la intuición es importante pero también se necesita dedicación e interés. Hay que meterle muchas horas de trabajo cada día. Ahora ya estoy jubilado y solo miro un poco por aquí y otro poco por allá... Aún doy algún pequeño consejo, pero estoy fuera del mercado. Mis estudios no son demasiado profundos [hace más de dos décadas se formó en The London School Of Economics y obtuvo buenas notas], pero casi he dedicado toda mi vida a hacer negocios.

Aquel joven que vino a las Islas como cuarta opción hoy está jubilado. ¿Cómo es el descanso de un inversor? ¿Sigue asesorando desde la retaguardia?

Sigo ojeando mis cosas: un poco de esto y otro poco más de aquello [sonríe]. Me llaman, yo les cuento y no paso de ahí... Creo que he hecho lo que he podido. Nunca he perdido la visión de un refugiado que quiso comenzar una nueva vida lejos de donde vino al mundo. Intento vivir con tranquilidad en una tierra que he aprendido a querer.

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A su derecha, sobre una pequeña mesa de salón, un portarretratos con una foto de su hija Sonia mantiene vivo un recuerdo. «Nos dejó a una edad temprana para reunirse con nuestro Dios [Baba]», confiesa Ram Bhavnani con una voz debilitada. Es la única vez que el entrevistado muestra síntomas de fragilidad. «Todo lo que quiera saber de mí está en internet», recomienda, quizás, con el propósito de pasar de puntillas por el perfil económico de uno de los inversores de mayor éxito en España. Una parte de los beneficios que obtuvo en sus primeros negocios los utilizó para la compra de acciones en Bolsa y enseguida logró unas ganancias millonarias que no pasaron desapercibidas para las mejores marcas bancarias nacionales e internacionales. De su imperio cuentan que abarca los cinco continentes, pero él no regala nuevas pistas. El joven al que su jefe, más tarde su suegro, encargó levantar una empresa en Tenerife guarda silencio y nos remite a su jubilación.

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