Antiguamente, algunas de las localidades canarias más necesitadas de un bien de primera necesidad como es el agua, acudieron en busca de auxilio a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Esa visión de cooperación con otros territorios y aprovechamiento de los recursos continúa siendo hoy una premisa para Emmasa.

En los años veinte del siglo pasado Santa Cruz seguía peleando con la escasez de agua frente al aumento de población. En esos tiempos las obras para la captación y distribución del agua formaban parte de la actualidad política, sobre todo cuando la falta de lluvias no permitía regar los cultivos o suministrar al puerto.

Esto no solo pasaba en Tenerife. Otras islas también luchaban con el mismo problema, como se evidencia por los continuos envíos gratuitos de agua que se hacían desde la capital tinerfeña a Arrecife, en Lanzarote; Puerto de Cabras, en Fuerteventura; y Valverde, en la isla de El Hierro a lo largo del segundo semestre del año 1920. Lo único que se pedía a las autoridades de las localidades receptoras es que facilitasen los envases.

Según los registros encontrados, en algún caso se remitió a El Hierro toda el agua que podían transportar semanalmente los buques que cubrían la línea. En el caso de Puerto de Cabras y Arrecife los envíos de agua continuaron durante los años siguientes y solo en 1924 se llegó casi a tres millones de litros y en 1927 se alcanzaron los ocho millones de litros donados.

Los territorios beneficiarios, que eran castigados frecuentemente por desoladoras sequías, que necesitaban auxilio y esfuerzos humanitarios para paliar estas situaciones, siempre tuvieron la adecuada acogida en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en cuyas actas se recogen las cartas de agradecimiento de los regidores de los ayuntamientos afectados.

Entre 1931 y 1937 se continuó atendiendo las peticiones de ayuda de otras islas. Al año siguiente se registró una petición de auxilio del Ayuntamiento de Las Palmas para suministrar agua a Fuerteventura y Lanzarote. Santa Cruz notaba la escasez en el suministro, pero no negó la ayuda. A finales de ese año ya se habían enviado 597.000 litros a Arrecife y 166.000 a Puerto de Cabras.

Los envíos a El Hierro continuaron durante 1939, hasta que en el mes de noviembre el alcalde de Valverde solicitó en un escrito lleno de agradecimientos la suspensión del suministro, y en abril de 1940 terminaron las donaciones a Lanzarote y Fuerteventura.

Del siglo XX al XXI

La preocupación de la ciudad de Santa Cruz por gestionar eficazmente sus recursos y colaborar con otras ciudades se ha extendido hasta nuestros días.

En la actualidad, la empresa mixta de aguas (EMMASA), trabaja de manera continua para hacer un uso eficiente del agua, reduciendo lo máximo posible las pérdidas de la red. De hecho, en 2020 el rendimiento técnico de la red alcanzó el 94,1%, su dato histórico más alto, lo que implica que el porcentaje de pérdidas técnicas de la red es de tan solo el 5,9%. Una cifra muy inferior a la media de España, que según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística se sitúa en el 16,3%, y en el 29,1% para Canarias.

Santa Cruz siempre ha velado por potenciar sus recursos propios de agua, de manera que pudiera liberar caudales de aguas de galerías y pozos que se encuentran repartidos por toda la isla. A día de hoy, únicamente el 30% del agua procede de recursos hídricos externos, el resto de recursos propios, y concretamente el 62%, procede de la recién ampliada desaladora de la ciudad.

Esta apuesta por ampliar los recursos hídricos propios ha permitido liberar los caudales de aguas procedentes de galerías y pozos para que puedan ser aprovechados por el sector agrícola y por otros municipios. Tan solo entre 2020 y 2019, la ciudad ha dejado de utilizar más de 1,6 millones de metros cúbicos procedentes de galerías y pozos, lo que equivale al volumen de 518 piscinas olímpicas.