Las urnas tienen una doble finalidad: designar una representación fiel del sentir político de los ciudadanos y garantizar la gobernación de las instituciones. En estos tiempos de fragmentación política, con la aparición de nuevas formaciones que han puesto fin -o punto y seguido- al bipartidismo, la aritmética ha volteado el sentir del pueblo. Santa Cruz de Tenerife, sin ir más lejos, ha visto cómo el partido más votado, Coalición Canaria, ha perdido el bastón de mando tras subir un acta (hasta diez) y 5.500 votos tras ocho años de gobierno de José Manuel Bermúdez. Nada que objetar a la nueva alcaldesa, la socialista Patricia Hernández, que obtuvo un buen resultado con nueve concejalías, ni a Podemos, que ideológicamente se acerca más a la doctrina del PSOE, sino a los representantes de Ciudadanos en el Ayuntamiento de la capital tinerfeña. Sus dos concejales, Matilde Zambudio y Juan Ramón Lazcano, apoyaron ayer a la candidata socialista traicionando así el sentir de sus votantes, de claro perfil ideológico liberal y políticamente de centro derecha. Vidina Espino, responsable de Ciudadanos en Canarias, ha sido muy clara al afirmar que sus dos concejales han apoyado al PSOE a cambio de puestos clave en el Ayuntamiento como el área de Urbanismo. Es lo que se conoce como tamayazo. Así lo dice ella misma con enorme enfado y decepción.

Matilde Zambudio fue advertida en innumerables ocasiones que no podía votar con Podemos, tanto por el comité de pactos autonómico como por la dirección nacional del partido. La abogada recibió la instrucción de votarse a sí misma si no había acuerdo previo aprobado por la formación naranja y no lo hubo. Ellos dos tendrán que explicar ahora por qué han actuado saltándose la disciplina del partido -que ayer inició el expediente de expulsión- y deberán ser responsables de sus decisiones. Tendrán que explicar por qué han preferido un sillón a quedarse fuera del gobierno como aseguraron al comité de pactos que harían. ¿Qué les han dado a cambio? Para más inri, la concejal Zambudio declaró ayer que en la vida "no todo vale" y que hay que "tener principios", y que eso es lo que ella ha "defendido". Que se lo explique a sus votantes.

¿Y la tolerancia del Partido Popular? El presidente regional del PP, Asier Antona, con su actitud del viernes reventando el acuerdo para un gobierno regional con Coalición Canaria, Ciudadanos y la Agrupación Socialista Gomera, por su afán de poder, ha impedido que se consolidara una alianza en la capital entre CC, PP y Ciudadanos, que obtuvieron 15 de las 27 concejalías en juego. Guillermo Díaz Guerra, su candidato en Santa Cruz, decidió votarse a sí mismo -al igual que sus dos compañeros- cuando en las negociaciones eran proclives a apoyar a los nacionalista cogidos de la mano con la formación naranja. ¿Por qué ha dejado pasar esa oportunidad? También deberán explicarlo Asier Antona y Díaz Guerra a sus correligionarios. ¿Y si esta actitud encalla definitivamente las negociaciones para gobernar Canarias?

La aritmética mal sumada, las malas estrategias, las vanidades, los personalismos y la avaricia son mala compañía.

Coalición Canaria hizo sus deberes. El equipo de gobierno de los últimos ocho años comenzó su mandato administrando las miserias heredadas y saneó las arcas hasta dejar la deuda a cero. Modernizó la ciudad, impulsó el empleo e imprimió el ambiente del que adolecía. Ojalá la nueva alcaldesa sea capaz de mantener el desarrollo de Santa Cruz para que siga llevando con orgullo su condición de capital de Canarias.

En La laguna, el ya exalcalde, José Alberto Díaz, también logró un buen resultado en las urnas, con crecimiento en votos, porcentajes y concejales, pero la suma de tres partidos de izquierda le ha llevado a la oposición. Al menos, en este caso, existe la coherencia ideológica que falta en Santa Cruz.

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