Tuits que pueden marcar una vida política

Desde hace días, la campaña electoral en Canarias ha tenido un nombre que ha sobresalido contra su voluntad. El exsubdelegado del Gobierno y candidato del PP en Santa Cruz de Tenerife, Guillermo Díaz Guerra, tuvo que reconocer su enorme error con un tuit censurado hasta por su partido con una contundencia inusual. El "error" de afirmar que no puede tener los mismos derechos un chicharrero que un inmigrante o grancanario no es visto como tal por muchos, sino como un pensamiento en alto de una visión social nada edificante que, sin embargo, choca con el perfil moderado, centrista y liberal que siempre había tenido Díaz. No obstante, un hecho de esta índole, según García, "puede marcar para mal una vida política, por lo que conviene pensar mucho lo que se escribe y queda para siempre". Rojas comparte esta opinión y advierte de que no se reflexione lo suficiente este tipo de mensajes, que pueden pasar de un simple desliz a un error determinante.

La elaboración de vídeos de campaña lleva muchas décadas estudiándose en facultades y en manuales de política y propaganda. Existen verdaderas joyas y algunos siguen dando de qué hablar (el del doberman del PSOE en 1996, por ejemplo). Sin embargo, el auge de las redes sociales y la facilidad con la que casi cualquier candidato de un pequeño pueblo o gran ciudad puede girar, reimpulsar, enriquecer o todo lo contrario su propia campaña con grabaciones cada vez más estrambóticas, sorprendentes o, al menos, llamativas han abierto el debate: ¿sirve esto para ganar votos, es contraproducente, banaliza a niveles indecentes la política, los mensajes y programas o es una tendencia imparable por las nuevas generaciones y por esta sociedad cada vez más digital y audiovisual?

Hay muchos vídeos informativos y, por ejemplo, Patricia Hernández lleva años haciéndolos. Otros, por el contrario, buscan lo chirriante y, para algunos expertos, son perjudiciales porque refuerzan a algunos votantes propios, pero pueden ser repelentes para otros salvo que exista una imagen ya explotada en esa línea. Desde luego, si lo que se busca es llamar la atención, con independencia de si las opiniones son buenas o malas, gran parte de los vídeos que acaban dando la vuelta al país lo logran.

En las últimas semanas, y con motivo del 26M, en las Islas se ha visto a la candidata de CC-Unidos en Las Palmas, Nardy Barrios, viendo su ciudad desde un parapente, al senador Antonio Alarcó en un columpio de niños hablando de infancia, a la alcaldesa de Güímar, Luisi Castro, bailando sin ningún complejo, al PP majorero reivindicando la chaqueta azul y que no se cambie o al aspirante en Valverde por AHI, Julio Reboso, lanzándose al océano tras medio minuto callado y mirando fijamente a la cámara. Resulta difícil saber si alguien les votará o dejará de hacerlo por esto, lo que sí queda claro es que su éxito en las redes pronto pasó a otras escalas y el efecto multiplicador de las televisiones estatales convierten el impacto inicial en casi un fenómeno que hace que se hable de eso.

Para José Adrián García rojas, profesor de Ciencia Política en la ULL, lo que se busca es precisamente eso: "Que se hable de ellos aunque sea mal. Se busca impactar en unos públicos en concreto. Es una práctica que surge en EEUU y ha llegado a Europa y lo que se quiere es que se hable del candidato, y ya no de programas o mensajes, una vez reducidos a 3 o 4 ideas fuerza". Para este docente, resulta complejo saber si esto activa a votantes a favor o en contra, incluso por si se critica o elogia el vídeo, ya que las reacciones pueden ser siempre en sentidos contrarios. "En elecciones generales hay muy elaborados, pero, en locales, no lo son, muchos resultan excesivamente largos y, por supuesto, suponen una banalización de la política, pero la clave radica en si consiguen que se hable del candidato lo suficiente si no importa que sea bien o mal".

Al presidente de la Asociación de la Prensa de Tenerife y exalcalde del Puerto de la Cruz, Salvador García, le choca esta moda y la contrasta con los usos tradicionales para exponer los programas o mensajes, "aunque cada partido es libre de elegir los métodos que quiera". A su juicio, que se opte por las redes "no tiene por qué ser negativo, pero sí creo que los partidos deben buscar en el futuro a buenos creativos y licenciados que hagan trabajos que proyecten una buena imagen de los candidatos. Al final, se hacen simples gags, pero sin originalidad y se desconoce el efecto multiplicador de las redes. Está claro que se frivoliza la política".

Para algunos expertos, la clave de estos vídeos es si el nivel de "cutrez" esconde o no intencionalidad profesional. En el caso de la alcaldesa de Güímar, se trata de un perfil buscado y explotado desde hace años que, por tanto, tiene mucho estudio previo, pero no ocurre lo mismo con el resto o con el de las chaquetas que, improvisado y sin profundidad, ni es coherente con la trayectoria del candidato ni demuestra gran elaboración.

Lo cierto es que estos recursos, arraigados también en Hispanoamérica, parece que vienen para quedarse, aunque todo dependerá del resultado de algunos.