Sensaciones agridulces en el nacionalismo canario por sus resultados en las elecciones del domingo. Si el objetivo de la alianza CC-NC era incrementar su representación en el Congreso respecto a anteriores citas electorales, el resultado es incompleto si no frustrante. Y además deja dudas en las direcciones de los partidos sobre ese horizonte de reunificación que se pretende abordar. Aunque es verdad que se ha logrado recuperar para la causa el escaño de Las Palmas, con el que Pedro Quevedo y NC acceden al Congreso tras haberlo perdido en las elecciones de abril, se queda en el camino el segundo que CC logró en aquella ocasión y que mantuvo a la palmera Guadalupe González Taño en la Cámara Baja durante los cuatro meses que duró la legislatura, quedando Ana Oramas como única representante por la provincia de Santa Cruz de Tenerife.

En todo caso, la lectura que hacen ambas fuerzas políticas es que en el contexto de una minicampaña como la que ha tenido lugar en este caso, y donde el debate de fondo ha vuelto a ser muy de corte estatal y centrado en Cataluña, el bloqueo político, y los argumentos de ámbito ideológico han orillado mucho los asuntos de interés específico para las Islas. Ambas formaciones nacionalistas consideran por tanto que el resultado no es malo, sino meritorio, y que los hechos, a la postre, demuestran que la alianza ha sido positiva pese a los reparos internos que en ambos casos se han producido. La suma de votos en Las Palmas ha valido para alcanzar ese escaño que se repartirán por tiempos Pedro Quevedo (dos años y medio) y María Fernández (18 meses) siempre que la legislatura dé margen para la sustitución.

El contexto estatal

Más allá de las cuentas en número de votos obtenido (123.581) y de las razones por el retroceso en 23.000 papeletas de las conseguidas por separado el 28 A, que tienen que ver con el mencionado contexto estatal, los nacionalistas canarios analizan ahora de qué forma rentabilizar sus dos escaños si es que finalmente el "diabólico" panorama que deja el 10N permite una mínima posibilidad de una investidura primero, e iniciar y dar luego un mínimo desarrollo a la nueva legislatura.

La España ingobernable que deja la jornada electoral del domingo no solo mantiene al partido mayoritario, el PSOE, lejos de sus objetivos, sino que ningún bloque político o ideológico suma los escaños suficientes como para negociar un gobierno viable, mientras que por otro lado dibuja un hemiciclo multiforme y multicolor nunca antes visto, y atomizado hasta un extremo inimaginable hasta hace muy poco.

Es en este Congreso de hasta veinte formaciones políticas representadas en el que los nacionalistas canarios tendrán más difícil que nunca hacerse visibles y, más difícil aún en este contexto, hacer valer sus escaños como lo han sido en tantas otras ocasiones. Sin ir más lejos en la aprobación de los Presupuestos del Estado del 2017 y 2018 que aprobó el último gobierno de Mariano Rajoy. De todos esos partidos presentes en la nueva Cámara Baja, sólo seis son de ámbito estatal, PSOE, PP, Vox, Ciudadanos, Unidas Podemos y Más País, pero incluso estos dos últimos tienen aliados territoriales como es el caso de En Comú-Podem (Cataluña) y Compromís (Comunidad Valenciana), respectivamente. El resto de las formaciones son de ámbito territorial, incluida la más novedosa y llamativa que se estrena con un diputado en esta legislatura como es Teruel Existe (TE), considerado como el histórico desembarco en el Congreso de la llamada 'España vaciada' y cuyos fundadores provienen de la Chunta Aragonesista.

En el ámbito catalán, a los clásicos ERC (13) y JxCat (antes PdCAT, 8) se suman ahora los antisistema de la CUP (2), todo ellos independentistas que completan un total de 23 escaños, mientras que en el País Vasco ambos nacionalismos de PNV (7) y Bildu (5) crecen hasta los 12 asientos. Por debajo de estas formaciones, otras cinco logran espacio en un hemiciclo donde la cuestión territorial va a marcar muchos de los debates y un alto número de intervenciones.

El hecho insular

Junto a la cuestión canaria y al hecho insular y ultraperiférico, que seguirán poniendo sobre la mesa CC y NC a través de sus respectivos diputados electos, los asuntos de ámbito regional se harán presentes de la mano de formaciones como UPN, aunque bajo la marca de Navarra Suma junto al PP y Cs; el Bloque Nacionalista Galego (BNG), que regresa con un diputado tras dos legislaturas integrada en las mareas gallegas de Podemos; y el Partido Regionalista Cántabra (PRC), el partido de Miguel Ángel Revilla que vuelve con su diputado de la pasada legislatura, José María Mazón, como aliado firme del PSOE.

En total, el grupo de partidos nacionalistas o regionalistas suman 43 escaños, y conforman el contexto en el que los Quevedo y Oramas tendrán que buscar hueco y ocasión para colocar los temas canarios y los debates y propuestas de interés para el Archipiélago, sin perjuicio de los que por su parte también protagonicen los diputados canarios de las otras formaciones, PSOE, PP, Unidas Podemos y Vox.

En todo caso, el nacionalismo canario ha sido desde hace años uno de los interlocutores con el que quien ha pretendido gobernar en España, tanto de la derecha como de la izquierda, se ha puesto en contacto para recabar su apoyo incluso en ocasiones en los que numéricamente no era necesario. Conscientes de que con la actual atomización no es fácil ser imprescindible para completar una hipotética mayoría de gobierno en torno a quien únicamente está en condiciones de formarla, el socialista Pedro Sánchez, NC y CC no descartan sin embargo que la aritmética parlamentaria les dé esa ocasión. El laberinto parlamentario que se avecina quizá ofrezca una salida coincidente a ambas partes.