Exultantes estaban la mayoría de medios de comunicación de Madrid porque la última Diada del 11-S "solo" congregó unas 600.000 personas. Pues, va a ser que no. Que confunden deseos con realidad y que el movimiento secesionista no decrece en las urnas. En las elecciones generales de 2016, los partidos independentistas sumaron el 32% de los votos; el pasado abril, el 40%; y este domingo escalaron hasta el 42%. Y ahora con la incorporación de un partido, la CUP, que ya ha anunciado que irá al Congreso a boicotear todo lo que pueda. Les gusta llamarse de izquierdas, pero no harán nada por la clase trabajadora. En Cataluña, apoyan siempre a la derecha rancia de Quim Torra. En realidad, son solo ultranacionalistas. Y si lo miramos en escaños han ganado uno. Tienen 23 por 25 el resto de fuerzas. Hace poco más de una década, en 2008, CiU y ERC solo sumaban 13 escaños en unas generales.

Se podrá argumentar que los partidos independentistas, al menos en unas elecciones generales, están todavía lejos de reunir la mitad de los votos. Según como se mire. En Comú Podem, la filial catalana de Pablo Iglesias, ha obtenido cerca de un 14% de los votos y siete escaños. Su líder, Jaume Asens, que ayudó a Puigdemont en su fuga a Waterloo, se autodefine como "soberanista" (eufemismo de independentista). El independentismo está muy vivo. Ignorarlo es de necios.

Por lo demás, ha vuelto a ganar el partido de Junqueras, por escaso margen sobre el PSC. Puigdemont se refuerza. Y debacle absoluta de Ciudadanos. De ser el partido más votado en las elecciones catalanas de 2017 a quedar por detrás del PP e incluso de Vox en las generales de ayer.

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