Pocos electores se habrán olvidado de cómo tienen que votar mañana, habida cuenta de que ya lo hicieron hace apenas siete meses. De hecho, lo lógico sería que muchos ciudadanos experimenten una sensación de déjà vu cuando se vean frente a los sobres y papeletas de inmaculado color blanco y suave tono sepia. Tal vez respiren aliviados al pensar que no se enfrentan de nuevo al 'súper domingo' del 26 de mayo, cuando se mezclaron las elecciones locales, municipales y europeas y, para mayor regodeo, en Canarias hubo que introducir sufragios en cinco urnas diferentes, al tener el Parlamento por primera vez dos listas, la autonómica y la insular.

Afortunadamente, mañana el proceso será más sencillo porque solo se elige a los representantes de las Cortes Generales. En el caso de Canarias, se designa a 15 diputados de los 350 que conforman el Congreso, ocho por la provincia de Las Palmas y siete por la de Santa Cruz de Tenerife. El procedimiento es tan básico como introducir la papeleta del partido elegido en el sobre blanco. Solo una papeleta por sobre, aunque si a alguien se le va la mano e introduce sin querer dos del mismo partido, el voto seguirá siendo válido. Sin embargo, si se meten papeletas de dos o más partidos se considerará voto nulo. Eso sí, aquí no hay simpatías ni rencores que valgan. Las listas son cerradas y el elector tiene que dar su visto bueno a todos sus componentes. Las filias y las fobias han de dejarse a un lado.

Los ciudadanos canarios tienen variedad entre la que elegir. En la circunscripción de la provincia de Las Palmas se presentan 16 candidaturas, mientras que en la de Santa Cruz de Tenerife lo hace una menos. En ambos casos, supone un aumento con respecto al 28 A, cuando se presentaron 13 listas por Las Palmas y 12 por Santa Cruz de Tenerife. Como novedades más llamativas se encuentra la alianza nacionalista entre Nueva Canarias y Coalición Canaria, y la irrupción de Más País, el partido liderado por Iñigo Errejón. Todas estas formaciones deberán saltar por encima de la barrera electoral del 3 por ciento para lograr representación en la Cámara Baja del Parlamento español.

Las casillas del Senado

Un poco más de esfuerzo requiere elegir a los senadores que representarán al Archipiélago, que serán 14 en total. Once de ellos son escogidos directamente por los electores, mientras que se mantienen los tres designados por el Parlamento de Canarias, uno de ellos por ley y dos por el número de habitantes del Archipiélago, que supera los dos millones de habitantes. En el caso de las islas más pobladas, los electores pueden marcar dos casillas de las papeletas de color sepia como máximo, aunque su voto también será válido si finalmente solo se deciden por un candidato. El resto de las islas tienen que conformarse con elegir a un representante. En el caso del Senado, la votación sí prioriza a la persona sobre la formación y, de hecho, tanto los grancanarios como los tinerfeños pueden elegir a candidatos de partidos diferentes. En el caso de que se excedan y marquen más de dos casillas, el voto será considerado nulo.

A diferencia del Congreso de los Diputados, el número de miembros de la Cámara alta varía porque depende del aumento de la población y, de hecho, ha crecido en las últimas legislaturas debido al incremento demográfico. Actualmente, el Senado está compuesto por 266 representantes, de los que 208 serán elegidos directamente mañana por los ciudadanos.

Todas estas indicaciones para votar ya han sido cumplidas por los 29.311 electores canarios que ya han emitido su voto por correo, de los que 16.047 corresponden a la provincia de Las Palmas y 13.264 a la de Santa Cruz de Tenerife. Unos datos que se alinean en la senda de la temida abstención, pues en las pasadas elecciones de abril, el número de votos por vía postal ascendió en las Islas a 44.822. Es decir, que en esta ocasión el voto por correo ha bajado hasta un 34,7%. El voto en blanco, el nulo y la abstención, aunque esta última en menor medida, constituyen las tres fórmulas que la democracia ofrece a los electores para mostrar su enfado, su decepción, su cansancio o su indiferencia frente a las fuerzas políticas que concurren a los comicios. Con cuatro elecciones generales celebradas en cuatro años, la cita del 10 N se convierte en un caldo de cultivo casi pluscuamperfecto para estas críticas opciones.

Abstención

¿Cómo se vota? No se vota. El elector no acude físicamente a votar ni tampoco envía su sufragio por correo.

¿Qué consecuencias tiene? La abstención no perjudica ni beneficia a nadie. Por muy alto que sea el porcentaje de electores que han decidido no acudir a votar, la legitimidad de los resultados electorales permanece intacta.

¿Qué significa? Resulta complicado conocer los motivos que llevan a los ciudadanos a no ejercer su derecho a voto. Pueden variar desde la indiferencia, el enfado, el despiste, la enfermedad, un viaje inesperado o la pereza. En estas elecciones, sin embargo, el hastío por la repetición electoral ha encendido las alarmas ante la posible baja participación. La encuesta preelectoral del Instituto Perfiles publicada por EL DÍA cifraba la abstención en un 37% en las Islas.

Voto nulo

¿Cómo se vota? El elector deposita en la urna o envía por correo el sobre en el que incluye papeletas de dos o más partidos, las papeletas modificadas o con más cruces de las requeridas, sobres no oficiales o aquellos en los que incluyan elementos extraños.

¿Es un voto válido? No, pero se contabilizan para que quede constancia de qué porcentaje de electores lo han ejercido.

¿Qué consecuencias tiene? Ninguna porque no forman parte del cómputo total de votos, por lo que no afectan al reparto de escaños. Ni benefician ni perjudican a ninguna formación en concreto.

¿Qué significa? Se considera un voto de enfado contra los partidos porque se da por hecho que los electores saben cómo votar correctamente, pero deciden no hacerlo.

Voto en blanco

¿Cómo se vota? El elector deposita en la urna o envía por correo el sobre vacío.

¿Es un voto válido? Sí, se contabiliza como el resto de los votos a las fuerzas políticas. Al formar parte del total de los sufragios, computan a la hora de repartir los escaños.

¿Qué consecuencias tiene? Existen dos teorías. La primera defiende que perjudican a los partidos minoritarios porque, al contabilizar en el reparto de escaños, les dificulta sobrepasar el tope electoral del 3%. La segunda argumenta que estos votos afectan por igual a todos los partidos, sean pequeños o grandes.

¿Qué significa? Se interpreta como un rechazo activo a los partidos que concurren a las elecciones y escenifica que ninguno representa al elector.