El 10 de noviembre será domingo electoral al concluir ayer la ronda de consultas del Rey con los partidos sin que Felipe VI encontrara un candidato viable a la investidura como presidente al que encargarle la formación de Gobierno. El sorpresivo movimiento de última hora de Albert Rivera, abriéndose a una abstención, doblemente condicionada a que Pedro Sánchez aceptase sus exigencias y a que el PP secundase la iniciativa, mantuvo la incertidumbre en la segunda jornada consultiva del monarca.

Todo quedó en expectación sin resultados y los partidos transmitieron en última instancia a Felipe VI las mismas posiciones que sostienen desde hace meses. Fue la constatación de que "no existe un candidato que cuente con los apoyos necesarios para que el Congreso de los Diputados , en su caso, le otorgue su confianza", según anunciaba la Casa del Rey, poco después de que Felipe VI se lo comunicara a la presidenta del Congreso Meritxel Batet.

La falta de acuerdo entre los partidos asesta un duro golpe a las aspiraciones del Archipiélago de recibir los fondos pendientes de la Administración central. El pago de los 223 millones del sistema de financiación autonómica, de la que dependen los servicios públicos; los 400 millones de parte de la deuda generada por el incumplimiento del anterior convenio de carreteras, así como los recursos de otros convenios recogidos en los presupuestos de 2018, quedan ahora en el aire ante la prolongación de la ausencia de un Gobierno totalmente operativo.

Recursos pendientes

El Estado y Canarias reiniciaron a finales de agosto los contactos para reconducir las negociaciones de los recursos pendientes. Si bien la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, garantizó al presidente del Ejecutivo regional, Ángel Víctor Torres, que este año la Comunidad Autónoma recibiría las entregas a cuenta de la financiación autonómica, no aclaró mediante qué vía se lograría salvar las dificultades técnicas y legislativas que han bloqueado su transferencia por no disponer de presupuestas generales para este año. Las más que probables segundas generales en siete meses caen como un jarro de agua fría sobre las pretensiones del Gobierno canario, que tras ese encuentro de hace menos de un mes había apuntado a la formación de un nuevo Ejecutivo estatal como la salida más factible.

En la misma situación de impasse queda también la deuda generada por el impago del anterior convenio de carreteras por el Gobierno del PP y que el Tribunal Supremo reconoce, en varias sentencias, al Archipiélago. Con CC en el Ejecutivo autonómico, el Gobierno liderado por Sánchez no reconocía unos 400 millones del total de deuda por carecer de de certificaciones de obra. Ahora, y hasta que no se forme un nuevo Ejecutivo estatal, el actual Gobierno canario no podrá avanzar en las negociaciones, si bien se trabaja para la reprogramación del convenio en vigor, firmado a finales del año pasado. A esta cantidad, la Consejería regional de Obras Públicas suma otros 60 millones correspondientes a 2018 de obras en ejecución pero sin certificación.

Ante la falta de un aspirante con posibilidades, las Cortes se disolverán el lunes próximo en un cierre anticipado la XIII Legislatura de la democracia española para dar paso a una nueva convocatoria de elecciones . La brevedad de este tiempo político, poco más de cuatro meses, lo iguala con el que se abrió tras las elecciones de diciembre de 2015, que desembocó en la repetición de comicios de junio de 2016, la primera vez que España se enfrentaba a lo que empieza a ser procedimiento electoral en camino de asentarse.

El de los cuartos comicios generales en cuatro años, además de una moción de censura, fue el desenlace de un guión que venía escribiéndose desde el intento fracasado de julio, cuando Unidas Podemos denegó su apoyo al candidato socialista por considerar insuficiente su entrada en un Gobierno de coalición con una vicepresidencia y tres ministerios. Sánchez advirtió entonces de que, en contra de lo que sostenía Pablo Iglesias, en septiembre no habría una segunda oportunidad.

La brecha agrandada en julio se convirtió en desconfianza insuperable en las semanas posteriores. Con el PSOE y UP en posiciones inamovibles, los primeros resistiéndose a ir más allá de todo lo que fuera un acuerdo programático y los segundo atados al Ejecutivo coaligado, el anuncio de la ronda de consultas del Rey propició el primer y único intento de acercamiento entre quienes, tras las elecciones de abril, lo único que afirmaban tener claro era que debían llegar a entenderse. La oferta de Iglesias de un cara a cara privado con Sánchez para resolver "en tres horas" el bloqueo tropezó con la negativa socialistas a negociar sin una renuncia previa a la coalición.

Cercano ya el final y con desenlace previsible, el líder de Ciudadanos rompió con el rechazo frontal a Pedro Sánchez, que lo llevó incluso a evitar reunirse con el presidente en funciones. Rivera se mostró dispuesto a abstenerse con tres condiciones: que los socialistas renunciaran a gobernar en Navarra con la coalición de izquierdas que ahora encabeza María Chivite; un compromiso de no indultar a los enjuiciados por el proceso secesionista catalán y el promesa de no subir impuestos. El movimiento sorpresivo de Rivera llevaba implícita una cuarta condición, pero esa ya no dependía de Sánchez: que a la abstención se sumara el PP, algo que los populares rechazaron. La ambigüedad de los populares, y su resistencia a confirmar su posición definitiva antes de que su líder Pablo Casado se entrevistara con el Rey, propició que la de la segunda jornada de consultas fuese una mañana agitada por la incertidumbre y la posibilidad de que el final todavía no estuviera escrito.

Pedro Sánchez mantuvo contactos con UP, PP y Cs. En el primer caso, Iglesias advirtió al aspirante socialista, según el PSOE , de que la disposición de Css a abstenerse podría llevar a que reconsiderasen su voto. El presidente en funciones respondió a Rivera con una carta en la que se extendía sobre su respuesta del día anterior de que sus exigencias estaban cumplidas. Para Rivera la respuesta del presidente fue una "colección de mentiras", con lo que el líder de Cs anticipaba ya la vuelta al no . La Casa del Rey anunció en torno a las 20.30 que la investidura no es viable.

La amenaza de que unas terceras elecciones cayeran en Navidad llevó en 2016 a modificar la normativa para, en caso de repetición de comicios, reducir la campaña a una semana. Las jornadas acotadas para la búsqueda del voto serán menos, pero la precampaña ya empezó ayer.