El primer debate televisivo de estas elecciones generales en Canarias (hoy tendrá lugar el segundo, pero ya en TVE) evidenció anoche, en los estudios santacruceros de RTVC, las diferencias programáticas, de ideología y hasta de prioridades entre los distintos partidos, pero también dejó claro que, tanto CC como NC, se sienten cómodas cuando se trata de hablar de cómo defender a las Islas en Madrid si no se pertenece a una formación estatal. Así, por ejemplo, Ana Oramas pudo criticar a fondo lo ocurrido con Pedro Sánchez y el Archipiélago en sus 10 meses de gobierno, como también recordó lo que pasó con el PP de Rajoy con el incumplimiento del convenio de carreteras, que derivó en la ya célebre sentencia. Por su parte, Pedro Quevedo (NC) subrayó que, o se explican muy bien las singularidades allá, "o no nos entienden", aparte de lo que cuesta que se cumpla con el REF, los convenios y otros logros, por lo que cree imprescindible reformar la Constitución y que todo quede blindado.

Por supuesto, los cuatro partidos con implantación estatal que participaron (PP, PSOE, Podemos y Cs: faltó Vox, que no tiene ahora representantes en el Congreso), más allá de sus diferencias, tiene su propio acento sobre canarias y censuraron los datos que dejan a las Islas "a la cola" de casi todo, criticando, por tanto, a CC.

El debate lo moderaron Paco Luis Quintana y Pilar Rumeu. Contó con 5 bloques temáticos y monitores que controlaban el tiempo de los candidatos, pero que no funcionaron en el caso de Oramas, lo que no le gustó mucho, como dejó claro al final. Justo en la parte del cierre fue cuando se elevó más la tensión, principalmente por los ataques de Oramas a Héctor Gómez (PSOE) por la gestión de Sánchez con las islas, mientras el socialista insistió en que la menor manera para beneficiar a las Islas es la colaboración y consenso, y no una beligerancia que entiende solo por estrategia electoral.

El primer bloque (se sortearon previamente, así como las intervenciones) versó sobre economía y empleo y, curiosamente, dejó el gran consenso, más allá de lugares comunes sobre cambio climático o violencia de género (todos condenaron los asesinatos en Adeje). Se trató de la propuesta común, hasta del PP, de suavizar o cambiar a fondo la reforma laboral de Rajoy, al menos para recuperar la negociación colectiva, algo que Ana Zurita explica porque el contexto socioeconómico respecto a 2012 ha cambiado.

Por lo demás, Alberto Rodríguez (Podemos) abogó también por un nuevo estatuto de los trabajadores y porque la riqueza de "una de las potencias económica y turística más importantes" se reparta mucho mejor, de forma que canarias no presente a 2 de cada 5 niños en exclusión. También defiende acotar la contratación temporal y controlarlas jornadas para que 3 millones de horas extras a la semana que no se cobran ni se cotizan, y limitando también la subcontratación y avisando de que el que "anuncia que baja todos los impuestos, o miente o bajará los servicios". Por eso, su formación apuesta por subir los impuestos a las grandes empresas y a los bancos "para que devuelvan los 60.000 millones que les dimos".

Zurita resaltó que "el fuerte" del PP es crear empleo: "Es lo que sabemos hacer frente a la gran destrucción del PSOE". En esa línea, prometió que crearán 500.000 empleos al año, aparte de anunciar más apoyo para el empleo femenino, a los autónomos, una estrategia de turismo en Canarias y una "renovación industrial 4.0" en las Islas. Asimismo, y en réplica a Oramas, recordó que cuando Montoro quitó el plan de empleo de Canarias "el SCE apenas colocaba, en 2016, a uno de cada 100 parados de las Islas". Frente a Podemos y en línea con Cs, defendió la bajada de impuestos "porque siempre es mejor que el dinero esté en el bolsillo de los ciudadanos".

Gómez remarcó en diversas ocasiones que el gran objetivo del PSOE es luchar contra la desigualdad y le afeó a CC el 20% de paro en las Islas. Apostó también por "otro estatuto para los trabajadores frente a la precarización del PP" y no pasó por alto el 40% de pobreza en las islas, al tiempo que recordó que han subido el salario mínimo a 900 euros y defendió una política fiscal progresiva dentro del marco y de las exigencias de la UE, resituando al país en el mundo.

Quevedo recordó que, pese a los récords turísticos, Canarias tiene el paro que tiene ("un 5,5 más que el país") y ha rebajado su renta media respecto al Estado "desde un 99 a un 82%. A su juicio, hay que hacer "mucho más que contar turistas" y, "con medidas nacionales y aquí, hacer que la riqueza se reparta y que pague más el que más tiene", lo que considera algo crucial para el futuro frente a las recetas "de las derechas" de bajar impuestos sin aclarar de dónde se recortará. Asimismo, remarcó, en numerosas ocasiones, los logros de NC en Madrid con el 75% (aclaró que luchan para solucionar lo de los "canarios sin alas"), el 100% para las mercancías, los 8 millones de agua agrícola (de los que lamentó que se arreglen, "cuando la confianza se ha acabado") o los fondos para pobreza.

Oramas comenzó pronto con sus reivindicaciones con acento isleño y recordó que la propia UE pide que las regiones con más del 15% de paro tengan incentivos propios, algo que Sánchez "ha incumplido con el PIEC". Coincidió con Podemos en la necesidad de luchar contra el fraude laboral y, como hiciera en gran parte del debate, recordó los convenios pendientes, el dinero no transferido y su compromisos con sectores como el agrario o pesquero, así como para que el brexit afecte lo menos posible a los isleños. Además, y como hiciera al final, sacó las cartas del director de empleo en el que niega la transferencia de los 42 millones, "subrayando que no nos vamos a calla ni con esto, ni con los convenios ni con las transferencias no hechas". Según recalcó, cada vez que cambia el gobierno "tenemos que volver a la casilla de salida".

Melisa Rodríguez (Cs) prometió acabar con "los chiringuitos políticos en Canarias que cuestan casi 200 millones al año" y recordó que, en dependencia, el gasto es solo de 177. También abogó por reducir la burocracia, porque no se tengan que presentar documentos ya presentados, porque haya igualdad entre todos los territorios (por ejemplo, con la tarjeta sanitaria) o que se cumpla el REF ante un Sánchez que, a su juicio, es pernicioso para las Islas. Según subrayó, "queremos ser el partido de los autónomos" y remarcó que "en el Reino Unido cuesta cero euros abrir una empresa, mientras que, aquí, una media de 3.000".

En el apartado social, Oramas puso énfasis, desde el principio, en su lucha en pro de las pensiones no contributivas y, frente a Podemos, que las quiere elevar a 600 euros, aboga por igualarlas al salario mínimo, si bien Rodríguez le recordó luego que rechazaron la enmienda de Podemos para subirlas de 390 a 600. También defendió la educación de 0 a 3 y recordó las 7 escuelas que abrió en La Laguna, si bien en este apartado todos parecieron de acuerdo. A su vez, aludió a la brecha salarial del 16% a igual trabajo y sacó en varias ocasiones la necesidad de que no se dé un paso atrás, "ni para coger carrera", con la violencia de género.

Como Cs, reivindicó un nuevo sistema de financiación y confió en que incluya la dependencia, mientas que Zurita remarcó que el mejor estado del bienestar se logra con empleo, poniendo énfasis en las becas y las pensiones, garantizando que las subirían de entre un 2 y un 15% para las madres trabajadoras, aparte de censurar que haya 13.000 personas en Canarias esperando a ser reconocidos como dependientes.

Gómez reivindicó al PSOE como el creador del estado del Bienestar en España, aparte de resaltar su papel vertebrador al haber gobernado en todas las comunidades. Esto le dio pie, luego, para insistir en que lo de Cataluña solo se soluciona "con diálogo, diálogo y diálogo", recordando que fueron leales con el 155.

A partir de aquí, los bloques se fueron mezclando y, por ejemplo, Podemos habló más de cambio climático en la parte territorial que de Cataluña, conflicto que, por supuesto, Rodríguez cree que se soluciona solo hablando.

Por supuesto, Zurita y Melisa Rodríguez atacaron con fuerza al PSOE por "apoyarse en independentistas" para la censura, mientras que Gómez recordó que todo obedeció a una sentencia "ejemplar" por la corrupción del PP. Oramas resaltó el papel de estado jugado por CC en este caso y con todos los grandes pactos que ha habido en el país, pero le reprochó a Gómez que Sánchez no se reúna con Clavijo y sí con los que quieren romper el país, en referencia a Torra. En este sentido, le censuró que les llamen "bronquistas" y que, en su programa, la única ampliación de competencias sea para Catuluña, mientras el PP quiere recentralizar.

Gómez le recordó que Sánchez sí se ha reunido con Clavijo y la parte formal, la de petición de voto, fue un recordatorio de los distintos acentos que cada partido tiene desde Canarias y de su encaje en el resto del Estado, más allá y acá de las ideologías.

Lo que no se vio por la tele

El Día estuvo en RTVC y fue testigo de muchos detalles que no se vieron en la retransmisión. Por ejemplo, que, por cómo se organizó, llegó primero Zurita (una hora y media antes y con chaqueta negra y blusa rosa); luego lo hizo Alberto Rodríguez (camisa azul que, según comenta para risas de los presentes, usó la última vez en los debates de 2016), Melisa (con chaqueta rosada y camisa blanca), Oramas (chaqueta verde, como en sus carteles, pero blusa negra), Quevedo (con chaqueta y un botón abrochado) y Gómez (el único con corbata). En esa etapa previa, hubo mucha cordialidad y Alberto y Zurita demostraron su buena relación en la sala donde se ofrecieron los entremeses. Antes del debate, y porque hubo varias conexiones previas, los asesores sí estuvieron en el plató con sus últimos consejos. La ubicación, aunque fuera de forma invertida para el televidente, fue coherente, con Alberto mirando desde la extrema izquierda; a su lado, Gómez; en el centro, Oramas; a su derecha, Melisa, más a la derecha, Zurita y, rompiendo esa coherencia (aunque faltó Vox), Quevedo. En una de esas conexiones, lo que más chirrió fue que, cuando ya se decía eso de "móviles apagados", le suena el suyo al administrador único, Naranjo Sintes, que sale contrariado.