La potencia de una ofensa depende antes que nada de la respuesta del insultado. Por primera vez desde que se inició la campaña de las generales en 2016, el PP ha perforado la coraza flemática del PSOE con el vídeo de su agencia Falcon Viajes. No es casual que se trate también del primer lance en que no interviene Antonio Casado, el niño en travesura permanente que desvirtúa cualquier ataque con su puerilidad manual sanguinaria.

La carroza del Falcon se inventó para distanciar de los humildes votantes de Ryanair a los presidentes del Gobierno. El plural redime a Sánchez, pero los socialistas han preferido jactarse de su herida en lugar de recurrir a la ironía. Por ejemplo, la portavoz adjunta Sofía Hernanz destacó en enero que los vuelos se avituallan "sin extra de vino y whisky", por comparación con Rajoy. Centrarse en la ofensa a las hijas presidenciales devuelve la trifulca a la pésima tradición reciente de anteponer la progenie al candidato, una estrategia que Hável situaba en el colmo de la bajeza.

Sánchez vuela muy alto, así que el PP ha disparado por elevación. Ha dado en el blanco, y ha derribado el Falcon presidencial. El PSOE se escuda con tanta energía en los trayectos aéreos de Rajoy, que ha estado a un paso de descubrir el secreto mejor guardado de la campaña. El candidato socialista inspira sus movimientos en su predecesor, al que admira sin disimulo según demuestra su autobiografía Manual de resistencia. Pasaron largas horas juntos, hasta el punto de que el libro no contiene prácticamente un solo dardo contra Rajoy, frente a la animadversión explícita contra Susana Díaz. Hablando de Andalucía, unas vacaciones de Michelle Obama en Marbella en 2010 estuvieron a punto de costarle la reelección y el matrimonio a su marido. El público se conforma con la apariencia de verdad, pero le repugna la apariencia de lujo. Por algo Guerra prohibió los veraneos en yate.