El resultado arrojado por las elecciones europeas celebradas en España el pasado domingo supone no solo un claro éxito de puertas adentro para la formación liderada por Pedro Sánchez, sino un espaldarazo para el liderazgo del PSOE en el Parlamento Europeo.

El apoyo obtenido por los socialistas españoles -más de siete millones de votos, un 32,84 por ciento de los sufragios y 20 escaños-, y la diferencia, nada menos que de doce puntos -más de dos millones ochocientas mil papeletas y ocho eurodiputados-, con su gran competidor, el Partido Popular, refuerzan al PSOE como primera fuerza política en España y también se convierten en dos contundentes argumentos a la hora de negociar con sus correligionarios europeos.

Más aún cuando sus socios socialdemócratas han registrado un notable castigo en buena parte de los países de la Unión Europea, lo que ha provocado que S&D (Socialistas y Demócratas) viera reducida su representación en 34 escaños y mantengan su segundo lugar en la Eurocámara, pese a la también caída (-37) del Partido Popular Europeo (PPE), formación que volvió a imponerse en las elecciones con 180 representantes frente a los 152 del S&D.

El respaldo del PSOE se refleja en cómo quedó este domingo el mapa de España, teñido prácticamente de rojo, salvo contadas excepciones, País Vasco, Catalunya, dos provincias gallegas, otras dos castellanoleonesas y la Ciudad Autónoma de Melilla. En el resto del país los socialistas aparecen como primera fuerza política, al acaparar el mayor número de apoyos para representar a los españoles en el Parlamento Europeo.

El partido dirigido por Sánchez recoge un buen número de votos en Andalucía, más de un millón y medio de papeletas, el 40,54% de los sufragios de esta Comunidad, Castilla-La Mancha, 433.900 (40,48%) y Extremadura, 277.377 (45,97%), tradicionales feudos socialistas.

Pero igualmente acopia en Galicia, 507.690 sufragios (35,05%), Castilla y León, 472.391 (35,01), Murcia, 205.351 (31,93) y la Ciudad Autónoma de Melilla, 10.550 (32,94), más afines al PP, organización que pierde en estos territorios la posición dominante que tuvo hace cinco años.