Román Rodríguez | Candidato de Nueva Canarias a la presidencia del Gobierno de Canarias

El político que se estrenó en la cima

Sexta candidatura a la Presidencia de Canarias del líder de NC-Bc, que ya ejerció el mando cuatro años entre 1999 y 2003

El político que se estrenó  en la cima

El político que se estrenó en la cima

Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

La del 28-M será la sexta ocasión en la que el líder de los autodenominados ‘canaristas’ opta a la Presidencia del Gobierno regional. Román Rodríguez inició su carrera política desde lo más alto, desde la silla del jefe del Ejecutivo, por la carambola de una triquiñuela salida de la facción canariona de la coalición que conformaría CC. Aquello duraría una sola legislatura. Desde entonces (2003) su pelea ha sido la del eterno aspirante a repetir. Esta vez, como líder de NC-Bc, una escisión de Coalición propiciada por él, se acerca a las urnas desde la posición de vicepresidente del Ejecutivo y socio del PSOE. 

«Una coña de Olarte hizo presidente a Román». Esta es una de esas leyendas urbanas del mundo político canario que ha circulado desde hace años que en realidad tiene muy poco de leyenda porque se parece bastante a lo que pasó en realidad. Por mucho sentido figurado o literario que se le quiera poner, lo cierto es que el actual presidente de Nueva Canarias-Bc y candidato por este partido a la Presidencia de Canarias el 28-M, Román Rodríguez, alcanzó la cima de su carrera política, antes casi de iniciarla en serio, gracias a la ‘ocurrencia’ de uno de los fundadores de Coalición Canaria, Lorenzo Olarte, el histórico dirigente canario que antes se enrolarse en el nacionalismo como líder y fundador del CCN (Centro Canario Nacionalista) había sido el hombre fuerte en Canarias de la UCD de Adolfo Suárez.

Durante aquellos tiempos en los que CC era ciertamente ese conglomerado de insularismos asociados que logró ser alternativa de carácter regional a los grandes partidos estatales, PSOE y PP, que ya habían cocinado el famoso ‘café para todos’ de la España de las Autonomías e hicieron del bipartidismo un régimen de gobierno de alternancia parecido al de la Restauración (con el permiso tácito e interesado del PNV y CiU), las tensiones internas en el novedoso nacionalismo canario dibujaron aquel año de 1999 una curiosa situación que convirtió a un todavía joven y desconocido Rodríguez en presidente de Canarias. Para salir al paso de las ansias hegemónicas del sector tiñerfeño de CC (la ATI liderada por el entonces presidente regional Manuel Hermoso) y evitar una nueva candidatura procedente de esa isla a la presidencia de Canarias en las elecciones de aquel año, los partidos de la provincia oriental (el propio CCN, ICAN y Asamblea Majorera) lanzaron un órdago que acabó en esa propuesta de Olarte y que, para su propia sorpresa, fue aceptada por la otra parte con tal de que ninguno de los pesos pesados grancanarios se hicieran con el poder.

Sirva esta referencia histórica para poner en contexto el sentido de la carrera política y el perfil biográfico de un dirigente que con su candidatura el 28-M se confirma como el político canario que más veces ha optado al puesto, seis en total, y cuyo paso con 43 años por aquella Presidencia ha marcado de alguna manera toda su posterior trayectoria política al frente del partido del que es su principal inspirador y máximo dirigente desde su creación en 2005. Román Rodríguez (La Aldea, Gran Canaria, 1956), médico de profesión durante apenas unos años en los ochenta y buen fajador como aficionado al boxeo que es, ha construido de esta forma su carrera un tanto a la contra al ser uno de raros casos en que prácticamente, tras su etapa como jefe del Servicio Canario de Salud, se estrenó asumiendo el más alto rango institucional de la Comunidad Autónoma y se mantiene desde entonces, tras solo una legislatura al mando, como eterno aspirante a repetir.

{"contestEmbed":{"title":"\u00bfQui\u00e9n crees que ganar\u00e1 las elecciones auton\u00f3micas en Canarias?","id":"87253239"}}

El actual vicepresidente y consejero de Hacienda se vio durante esos cuatro años en la cima pero pronto las cosas en CC volvieron a su sitio, en el sentido más irónico del término, y un pacto a sus espaldas entre José Carlos Mauricio, el líder del partido al que pertenecía, ICAN, y los dirigentes de ATI para repartirse el poder en 2003 le dejó en la estacada. Finalmente la candidatura a la presidencia recayó en Adán Martín, a la postre presidente ese año en un gobierno de coalición con el PP, y el propio Mauricio asumiría la consejería de Hacienda. Rodríguez tuvo que contentarse de momento con un escaño en el Parlamento regional antes de ser cabeza de lista al Congreso, donde permaneció una legislatura (2004/2008). Fue el inicio de la guerra interna entre los nacionalistas de Gran Canaria que acabó en la escisión y la creación de NC en 2005, un partido nacionalista que asume postulados soberanistas que han logrado sintetizar últimamente en ese concepto tan etéreo como indescifrable denominado canarismo.

Relaciones con CC

Con ese término Rodríguez y los suyos creen haber encontrado una especie de fórmula mágica con la que diferenciarse al mismo tiempo de todos los partidos de «obediencia estatal», no solo ya PSOE y PP, sino también Podemos, y del nacionalismo que representa CC, un partido ‘hermano’ de conveniencia en determinados momentos de la historia reciente del Archipiélago con el que disputa algunos elementos reivindicativos frente al Estado pero del que se sienten en muchos aspectos en las antípodas ideológicas. Con el partido ahora liderado por Fernando Clavijo se han roto, sin embargo, muchos puentes por la respectiva posición de poder que cada uno asume en estos momentos y parece imposible a corto plazo esa «unificación del nacionalismo» a la que de tanto en tanto se apela en ese universo político. El propio Rodríguez es sin embargo de los pocos dentro de NC que todavía es partidario de mantener algún hilo de comunicación con CC, y de facto ni él ni sus más estrechos colaboradores han descartado volver a reeditar el acuerdo para una coalición electoral en las próximas elecciones generales como la que en 2019 les permitió acceder al Congreso y disponer de un escaño durante dos años y medio de legislatura.

Esa presencia en la política estatal, que ha desempeñado durante los últimos tiempos Pedro Quevedo, es un elemento central de la estrategia canarista por la proyección y visibilidad pública que supone. También porque en tiempos de fragmentación parlamentaria en la Cámara Baja puede dar muchos réditos en términos presupuestarios y de negociación de la agenda canaria con el Estado. NC, en todo caso, impulsó el desarrollo de su nuevo cuño ideológico del canarismo aprovechando la crisis de hace un año cuando una sentencia de la Audiencia Nacional le supuso su eliminación del registro de partidos en el Ministerio del Interior por no actualizar sus estatutos, que se archivó finalmente por un defecto de forma en el trámite administrativo del proceso. Ese contratiempo les obligó inicialmente a cambiar de nombre por el de ‘Nueva Canarias-Bloque Canarista’ que les sirve de lanzadera de ese ideario volcado en la identidad territorial.

Desde su creación en 2005 y hasta 2019, NC ha vivido volcada sobre la gestión de sus parcelas de poder en la isla redonda tanto en ayuntamientos como en el cabildo insular, del que Rodríguez llegó a ser vicepresidente durante cuatro años (2007/2011), pero manteniendo una importante presencia en el Parlamento regional y, con alianzas contradictorias con CC o el PSOE, para el Congreso de los Diputados. Consciente de que necesitaba mayor proyección y presencia regional para entrar en el juego de los pactos para la gobernabilidad autonómica, Rodríguez se lanzó en un momento dado a la conquista de nuevos territorios e intentó expandir la marca de NC por el resto de las islas, pero la operación no ha tenido los resultados deseados y, aunque mantiene la estrategia de buscar alianzas allí donde se ofrece alguna oportunidad con formaciones afines ideológicamente, los canaristas parecen haber concentrado sus energías en reforzar sus posiciones en Gran Canaria y aprovechar las coyunturas que ofrece el sistema electoral canario para entrar en el gobierno regional y condicionar la política autonómica.

Tensiones con Hacienda

La nueva candidatura del líder canarista a la Presidencia de Canarias tiene precisamente en esta ocasión la novedad de tener que defender su gestión al frente de la Vicepresidencia y de la consejería de Hacienda, Presupuestos y Asuntos Europeos del Gobierno regional. Han sido cuatro años que, como principal socio de los socialistas con sus cinco escaños en el Parlamento regional, Rodríguez ha gestionado con pragmatismo evitando batallas internas y guerras personalistas con el presidente, Ángel Víctor Torres, pero vigilante de las relaciones de poder en el Ejecutivo y, sobre todo, muy enfático en la demanda de aquellos compromisos programáticos que afectaban a las políticas del Estado. Las tensiones con el Gobierno de Pedro Sánchez y su gabinete, en especial con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como interlocutora principal en su área, han sido precisamente el origen de algunos de los mayores desencuentros con los socialistas en el seno del Ejecutivo regional, sobre todo en un contexto de dificultades sobrevenidas, como el de la pandemia sanitaria y la posterior crisis económica y social, en la que Canarias se ha visto por momentos desbordada.

Durante una legislatura del pacto de las flores que NC batalló como oportunidad única para entrar en el Gobierno, Rodríguez ha sacado adelante como principal responsable de las cuentas regionales cuatro presupuestos con récords consecutivos de gasto e inversión (en parte gracias a la lluvia de fondos europeos y estatales) pero manteniendo a Canarias como una de las pocas comunidades autónomas con superávit, y también con menor deuda pública. Pese a poner el acento en el incremento del gasto social, así como en sanidad y educación, no ha logrado sacar a estas áreas de las crisis que llevan a arrastrando desde hace años. Su candidatura para el 28-M se sustenta sobre la idea de que el gobierno de progreso ha dado la talla en circunstancias muy adversas y que solo insistiendo en esos tres pilares de «estabilidad, derechos y buen gobierno» que cree ha caracterizado al pacto de las flores, Canarias afrontará sus retos sin dejar a nadie atrás. Todo ello pasará indefectiblemente por dar la batalla en Madrid, con mejor financiación autonómica y cumplimento flexible del REF y a cuyo fin los canaristas se consideran imprescindibles, y en Bruselas salvando a las RUP de determinas normas comunitarias. Pero consciente de la incertidumbre que el 28-M depara sobre los posibles pactos de gobierno, Rodríguez no descarta cualquier otro acuerdo o entente en el que él se mantenga como piedra angular de los próximos cuatros años de gobierno.

Suscríbete para seguir leyendo