La efervescencia política de los últimos años eleva la implicación y el interés de los ciudadanos por la actualidad y la situación del país, y multiplica sus dudas sobre las posibles alternativas de poder a las que confiar la búsqueda de soluciones. La crisis confirmada del bipartidismo encarnado hasta hace poco en las dos grandes formaciones dominantes desde de la Transición, el PSOE y el PP, por la aparición y consolidación de dos partidos alternativos, Podemos y Ciudadanos, y por la más reciente del ultraderechista Vox, ha socavado en parte la sociología política española y da pie a nuevos comportamientos electorales. En Canarias, donde además dos formaciones nacionalistas, CC y NC, y otras insularistas como la gomera ASG, complementa la oferta electoral, también se ha abierto el campo de juego e incrementa la incertidumbre sobre los electores a la hora de decidir su voto.

Ante la perspectiva de la elecciones autonómicas, locales y europeas el 26 de mayo, los analistas y sociólogos constatan que el escenario sigue en las mismas claves que han marcado las citas de los últimos años, consecuencia de la crisis económica, la corrupción, el malestar social por las desigualdades, y la reacción de amplios sectores de la sociedad española por la crisis constitucional en Cataluña por el procés independentista. Todo ello ha conformado una situación que se ha dado en llamar líquida por la inestabilidad de los comportamientos de los electores y las dudas de los partidos a la hora de situarse en el espectro ideológico, saltando de un espacio a otro de forma coyuntural en función de los mensajes de la opinión pública ahora muy mediatizada por las redes sociales. Eso hace que las encuestas sean cada vez menos fiables y que los sociólogos y politólogos se pregunten por qué los ciudadanos votan lo que votan, decisión que, según los científicos, también tiene una clave psicológica.

Científicos de la Fundación Gadea Ciencia ha analizado el comportamiento del electorado a nivel social, estadístico y psicológico. "El electorado español se define por la moderación ligeramente escorado al centro izquierda que apenas ha cambiado en varias décadas, mientras que la representación política sí se ha radicalizado hacia los extremos", señala el catedrático de Sociología y presidente del Real Instituto Elcano Emilio Lamo de Espinosa, quien considera que "hay tanto modelos de votantes como votantes". Establece con todo tres grupos genéricos: los indiferentes e indecisos, por rechazo o desinterés; los ideológicamente comprometidos, con las preferencias y el voto muy bien definido; y el llamado preferidor racional, "un modelo de votante creciente que valora, compara y decide en el último momento".

Esto hace que la decisión del voto se esté retrasando en España durante los últimos procesos electorales y que el porcentaje de indecisos sea el mayoritario en las cada vez menos fiables encuestas electorales. Por ejemplo, en las elecciones autonómicas y locales del 2015, hasta un 31 % de los votantes canarios no despejaron sus dudas hasta ya empezada la campaña electoral, y de entre ellos casi la mitad, el 14,8 %, durante la última semana, y el 7,6 % el mismo día de las elecciones. El otro 8,5 % de electores decidió su voto durante la primera semana de campaña, según un estudio realizado unos meses después de esas elecciones por el instituto demoscópico canario Técnicos en Socioanálisis. En el mismo informe se señala que, en el conjunto del Estado, el número de electores que decidió el voto en durante la campaña en las elecciones generales de diciembre fue incluso superior, de un 34,6 %, y el de que lo hizo el mismo día de las elecciones se elevó prácticamente al 19 %. Todas las encuestas sobre las elecciones generales del pasado 28 A y en las del inminente 26 M, señalan que el número de indecisos se ha elevado considerablemente respecto a esas cifras.

Pautas psicológicas

Juan Antonio Pérez, catedrático de psicología social de la Universidad de Valencia, asegura que "en la conducta de voto lo emocional suele ser tanto o más determinante que lo racional. La activación emocional es fundamental y los líderes políticos son conscientes de la importancia de la intensificación y el contagio emocional". Además, añade, "se conocen variables psicológicas que diferencian al votante de izquierdas y de derechas e incluso existen pautas de la infancia, como la intolerancia a la incertidumbre y a la complejidad, la propensión al miedo y la sensibilidad a la amenaza y el peligro, que predicen una orientación conservadora en edad adulta, motivado bien por un factor genético, bien por el aprendizaje o la combinación de ambos". Sin embargo, "aunque hay investigadores que ven asociación entre activación emocional e intención de voto, no hay ninguna prueba de una red neuronal específica que lo determine", puntualiza Juan Antonio Pérez.

Para los profesores de la Fundación Gadea Ciencia en los últimos años el comportamiento electoral ha evolucionado de un voto expresivo, que mostraba las preferencias ideológicas de los electores, hacia otro instrumental, que busca el máximo de eficacia y relevancia política. Pese a ello, consideran que "las encuestas siempre han influido en la decisión de voto". "Las encuestas movilizan o desmovilizan asimétricamente porque tenemos más votantes cultos, formados e interesados que tienen en cuenta estos resultados", afirma Lamo de Espinosa. "Las encuestas son un instrumento que puede cambiar la realidad, lo que se conoce como profecía auto cumplida o auto negada y se manifiesta claramente en el voto útil", resalta el presidente del Instituto Elcano.

Para el ciudadano de a pie resulta muy complicado saber si las encuestas preelectorales son fiables, advierte Emilio Carrizosa, catedrático de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Sevilla. "No debemos olvidar que el voto indeciso y el oculto juegan un papel decisivo y un caso reciente fueron las elecciones andaluzas. Nadie predijo la aparición de Vox porque no había referencias previas, nadie decía que la vez anterior había votado a este partido. Las encuestas se basan en hipótesis y estas pueden dejar de funcionar en un contexto social diferente", explica.

Las redes sociales juegan un papel central en las nuevas campañas electorales y la irrupción de la ciencia de los datos ha contribuido a que los partidos conozcan mejor a sus potenciales votantes, incluso llegando a invadir su intimidad. Para Carrizosa, "no todo el mundo es consciente de que está viviendo en una casa de cristal en la que todos sus movimientos pueden ser observados por alguien que tiene un interés específico en sacarle rendimiento". En esta línea, el catedrático de psicología social expone que "el impacto de las redes sociales está relacionado con un mecanismo psicológico llamado exposición selectiva a la información. Uno puede elegir a quién seguir y ahí entra en juego la aversión a la inconsistencia, es decir, la gente prefiere la información y las personas que confirman sus opiniones. Esto crea una sensación de falso consenso que lleva a pensar que lo que opina nuestro círculo lo opina toda la sociedad y provoca resistencia al cambio, a querer exponerse a otras visiones de la realidad".