Toda batalla, y las pasadas elecciones generales sin duda lo han sido, deja tras de sí un escenario dispar en el que se codean generales triunfantes, heridos de diversa consideración, derrotados morales, soldadesca ebria y desaparecidos en combate. Unos y otros tratan, en el mejor de los casos, volver a la normalidad. Y en el peor, reagrupar a las tropas para la siguiente batalla si es preciso. Y en este caso lo es: el escaso margen de tiempo entre las dos contiendas electorales ha llevado a los partidos políticos a acelerar el proceso de reposicionamiento tras los resultados del 28A.

Cada cual lo hace en función del lado en que le ha colocado el electorado: el de los ganadores o el de los perdedores. Y desde esas posiciones arranca el próximo viernes la campaña para las elecciones europeas, autonómicas y locales del 26M: "El partido de vuelta se juega en casa", acertó a decir el líder de Nueva Canarias, Román Rodríguez, recurriendo a un símil menos bélico. Y puede que hasta más efectivo para elevar la moral de su tropa. Porque, efectivamente, se juega tan en casa que la disputa ha terminado por girar en torno al lema de ser "la voz de Canarias".

La euforia de los vencedores

Entre los vencedores que sacan pecho, inicialmente con razón, están los socialistas canarios de Pedro Sánchez y los nacionalistas de Coalición Canaria. Estos últimos por el inesperado doblete que alcanzaron contra todo pronóstico, cuando las encuestas ni siquiera daban por seguro que Ana Oramas volviera a sentarse en el Congreso de los Diputados.

El subidón de CC se explica en buena medida porque Canarias fue el mayor fiasco del CIS de Tezanos. Ni los propios nacionalistas se creían capaces de doblar votos tras el desgaste de 25 años gobernando y la larga ofensiva del resto del arco parlamentario para sacarlos del Gobierno. Les benefició sin duda la sonada caída del PP, junto al progresivo proceso de derechización de esta coalición nacionalista. Pero sacó partido, sobre todo, de la confrontación con el Estado, alimentada por los tiras y aflojas con los ministros de Pedro Sánchez porque las partidas presupuestarias comprometidas por Mariano Rajoy llegaran a las Islas.

Pero ello no ha impedido que el PSOE-Canarias haya interpretado los buenos resultados obtenidos en clave triunfalista, sin apenas matices, como si el crecimiento del voto nacionalista "de derechas" no amenazara sus expectivas de volver a presidir el Gobierno de Canarias, cinco lustros después de la moción de CC contra Jerónimo Saavedra.

En el bando de los vencedores también se sitúa Ciudadanos, pese a que en Canarias subió de forma más moderada que en el resto del Estado. Y aunque los resultados nacionales tampoco alcanzaron para dar el sorpasso al PP ni cerrar un pacto a la andaluza, le insuflaron a Albert Rivera la suficiente fuerza para enmendarle la plana al mismísimo Ibex 35, que no comparte su concepto de emergencia nacional: "Han votado los españoles, no la CEOE ni un banco", soltó el líder de Ciudadanos para frenar las presiones del establishment económico para que pacte con quien él sigue entendiendo que hay que "echar del Gobierno".

Con la moral baja

La posición en que ha quedado Nueva Canarias tras las elecciones generales es más delicada que antes de la votación. El respaldo electoral al candidato al Congreso quedó en casi 37.000 votantes, una cifra muy inferior a la que esperaba la formación nacionalista. Pero no sólo eso. Más preocupante aún fue su desplazamiento hasta la quinta posición en sus feudos de Agüimes, Santa Lucía o Telde. En algunos de los cuales llevan años y hasta décadas al frente sus ayuntamientos, aunque es pronto para aventurar si lo ocurrido el 28A es síntoma de cierto desgaste de gobierno y tendrá o no su reflejo el próximo día 26.

La reacción, tanto del propio Pedro Quevedo como del partido, de buscar culpables externos, no sólo pone en evidencia el mal perder de los nacionalistas grancanarios, sino el grado de nerviosismo con que NC afronta las próximas elecciones, en las que se juega como nunca su futuro. Y es que podría quedar reducido a un partido insularista, sobre todo si su líder no entrara por la nueva lista regional o no pudiera formar gobierno con el PSOE y Podemos: "La culpa no está en las estrellas, sino en nosotros", dijo Julio César a Brutus para poner en evidencia la tentación de eludir las propias responsabilidades. Y es que, desde su ruptura con CC en 2005, Nueva Canarias ha concentrado su estrategia en desgastar a sus ex-socios, rechazando los puentes que éste le ha lanzado para refundar juntos el nacionalismo canario. Aunque NC no es, ni mucho menos, la única formación política que parece no estar realizando la lectura correcta de los resultados del 28A.

Además de los eufóricos (estrategas confiados y sus soldados borrachos de éxito) y los malos perdedores (heridos leves o graves) están los desmoralizados por una derrota que no vieron venir. Para combatirla, el Partido Popular ha barajado hasta la posibilidad de que la marca de sus candidatos locales destaque sobre las siglas del propio partido, algo impensable en sus largos años de hegemonía conservadora. Pablo Casado confía en contener así más deserciones como la que protagonizó el expresidente madrileño Ángel Garrido, que se pasó del PP a Ciudadanos en plena batalla electoral. Y afronta la nueva campaña con un tono y una apuesta política que vuelve a mirar al centro.

Dos elecciones, dos votos

Desde estas posiciones, los partidos políticos se preparan ya para afrontar la segunda y definitiva vuelta, que presenta significativas diferencias respecto al 28A. La mejor prueba de que una buena parte del electorado cambia el sentido de su voto en función de si las elecciones son autonómicas o generales lo ofrecen los resultados de Compromís. La coincidencia de ambas convocatorias en la Comunidad Valenciana dio como resultado que los candidatos del partido que lidera Mónica Oltra recibieran más del doble de votos para entrar en el Gobierno valenciano que en el Congreso de los Diputados.

Los politólogos sostienen que en las elecciones autonómicas crecerá la abstención (más participación suele beneficiar a la izquierda). También que la mitad del electorado votará previsiblemente al mismo partido, mientras la otra mitad lo hará pensando más en los candidatos que en las siglas. Es decir, que el voto municipal o insular, de abajo-arriba, pesará casi tanto como el voto nacional o de arriba-abajo.

Pero el factor clave de cara a la campaña electoral será la propuesta que cada partido realice para afrontar los problemas y retos concretos que tiene el Archipiélago. Su capacidad, en fin, para convencer a sus electores de que su programa es la mejor opción para mejorar los indicadores de paro, precariedad, fracaso escolar o nivel salarial de las Islas, por citar sólo los más evidentes. Y, sobre todo, cómo se posicionarán en la defensa de la financiación y las inversiones para Canarias, imprescindibles para una región que arrastra ocho años de déficit financiero e inversor (corregido solo parcialmente).

La misma noche electoral, los socialistas canarios dijeron: "Hemos ganado la primera batalla: ahora vamos a por CC". Y su líder, Víctor Torres, ha lanzado estos días dos mensajes claves:?"Ahora la voz de Canarias somos nosotros" y "la izquierda suma mayoría en las Islas". La otra formación con posibilidades de tomar la iniciativa para formar Gobierno, Coalición Canaria, también se ha lanzado al ruedo con la escopeta cargada: "El PSOE nos quiere quitar nuestro REF y nuestro Estatuto", sostuvo ayer Fernando Clavijo, y acusó a NC de ser un "sucedáneo" del nacionalismo.

El 'efecto Lanzuela'

¿Quién gobernará Canarias los próximos cuatro años? Es difícil saberlo, aunque hay tendencias que ofrecen algunas pistas. La primera es que los bloques de izquierda o centro-derecha vuelven a estar muy ajustados: sobre el 45% y 47% respectivamente. Y el empate se saldará por un puñado de escaños.

Pero estos porcentajes dan un resultado distinto en las generales que en las autonómicas, donde las circunscripciones son insulares. Así, el bloque izquierda, con epicentro en Gran Canaria, podría alcanzar los 32-33 escaños, mientras el bloque conservador, con su núcleo duro en Tenerife, entre 33-37. Y si el factor decisivo el 28A fue que la derecha no llegó a sumar, en Canarias podría ocurrir justo lo contrario.

Santiago Lanzuela fue un candidato del PP de Aragón al que, tras barrer en unas elecciones, le faltaron cuatro votos para la mayoría. Cuentan que Aznar dijo: "¡Qué buen resultado ha obtenido Lanzuela!", y Rajoy le respondió: "Pues se va a la oposición, porque no tiene a nadie con quien sumar". En círculos políticos se conoce como 'el efecto Lanzuela', aunque también pudo llamarse el efecto López Aguilar.